miércoles, 22 de enero de 2025

Teoría del desapego

Si no crees en la humanidad, no puedes creer en la literatura", sostiene Constance Debré. En su novela Love Me Tender, un fenómeno en Francia, refleja su propio viaje que la llevó a dejar la abogacía por la escritura y la heterosexualidad por el lesbianismo, y el dolor que supuso la pérdida de la custodia de su hijo.

 "Ganas 10 años al salir del armario, todo el mundo lo sabe", escribe Constance Debré en Love Me Tender (Alph Decay), el libro que la convirtió en una estrella literaria en Francia. Pensamos de inmediato en esa frase al avistar a la escritora en un viejo bistró de su nuevo barrio, un enclave gentrificado del noroeste de París. Nadie diría que tiene 52 años. Lleva la cabeza rapada, un traje negro estricto, recto y holgado, que viste con una rara elegancia  -después de todo, su madre fue la modelo francesa Maylis Ybarnégaray- y un tatuaje al cuello como declaración de intenciones: plutôt-crever ("antes muerta")

 -Heredera de una conocida dinastía de políticos de centroderecha -su abuelo fue Michel Debré, primer ministro de De Gaulle y redactor de la Constitución de la V República-, la escritora saltó a la fama con este libro escrito en clave de autoficción, en el que narra cómo a los 40 años, abandonó su exitosa carrera como abogada penalista para dedicarse a la literatura. Por el camino asumió su lesbianismo, que exploró a través de una larga serie de relaciones breves, y perdió la custodia de su hijo. La obra refleja la feroz batalla judicial que la enfrentó a su exmarido, resentido por su cambio de orientación sexual, que utilizó los tribunales y manipuló al niño para alejarlo de ella. Entre juicios kafkianos y exámenes psicológicos para evaluar su salud mental. Debré traza en Love Me Tender -elogiado por autores como Colm Tóibín, Eileen Myles y Maggie Nelson- una especie de camino hacia el ascetismo que habla, en realidad, de lo que la sociedad sigue esperando de una mujer y de una madre.

-Para empezar, ¿qué la impulsó a romper con su  vida profesional como abogada?

-Hubo ruptura, pero tampoco tanta. Pasar de ser abogada penalista a escritora, salvo por el hecho de que de repente dejas de tener dinero, para mí es casi lo mismo. Ambos oficios consisten en trabajar con el lenguaje, con la idea del bien, el mal y lo justo. Como abogada defensora, mi labor era proteger a los acusados, algo que considero casi cristiano. Escribo de manera casi similar, buscando transmitir al lector algo de humanidad. Si no crees en la humanidad, no puedes creer en la literatura.

De hecho, en su libro abundan las referencias a la literatura clásica y a la religión

-Es la primera vez que me lo dicen en una entrevista. ¿Por qué? No tengo ni idea. En Francia, el mundo literario está muy alejado de estas cuestiones, nunca piensan en la religión. Mi libro anterior Playboy, era una versión particular de las Confesiones de San Agustín. Love Me Tender lo escribí justo después y se inscribe en la continuidad con esa obra previa. Me interesa mucho ese tipo de relato de conversión: ocurre algo que cambia al personaje, y que divide su vida en un antes y un después.

-En este caso, ese acontecimiento fue la pérdida de la custodia de su hijo. Aunque el libro también habla de otras cosas: de empezar de cero, de cambiar de vida.

-Exacto, habla de perderlo todo, incluido mi hijo. Mi referente fue La Odisea y las pruebas que debe superar Ulises. Esos desafíos hacen que uno se convierta en lo que es. Me interesa mucho esa idea, sobre todo en una época en la que nos escandalizamos ante cualquier adversidad. Quería narrar el viaje de un personaje enfrentado a algo muy doloroso y sin solución posible, y mostrar cómo puede construir algo nuevo a partir de esa pérdida.

-¿Podemos leerlo como como una defensa del ascetismo?

-Sí. Ese desapego de lo material ha existido en todas las civilizaciones, en el ascetismo griego, en las religiones monoteístas, en todas las prácticas de ayuno y abstinencia. Para mí, siempre ha sido una inclinación natural. Me siento muy cercana a esos gestos que también nos recuerdan que vivimos en un mundo grotesco...

Álex Vicente. Smoda. El País, 22 de diciembre de 2024.

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