sábado, 31 de mayo de 2025

El Elíseo endurece las condiciones para acceder a la nacionalidad francesa

El ministro del Interior de Francia, Bruno Retailleau, ha enviado una circular  a los prefectos de regiones y departamentos para que restrinjan aún más al acceso a la nacionalidad francesa. Ayer hizo público el nuevo documento consagrado a la naturalización de los extranjeros, con el que pretende marcar una "ruptura" con todo lo que se ha hecho hasta ahora para soportar las condiciones de adquisición de nacionalidad, exigiendo un mayor nivel del idioma, el respeto de los valores de la República y la suficiente solvencia económica como para no depender de las ayudas sociales para vivir.

 "Asumo totalmente el endurecimiento de los criterios", comentó Ratailleau, durante la la presentación de la circular que clarifica las reglas, "nadie puede justificar su naturalización  sin asimilación". Insistió especialmente en "el sentimiento de pertenencia" que es necesario para ser francés, y recordó que la naturalización no es contemplada por la jurisprudencia como un derecho, sino como "una decisión soberana del Gobierno".

El año pasado, 66.745 personas adquirieron la nacionalidad francesa por decreto o declaración  (matrimonio, padres o hermanos) lo que supone un aumento del 8,3 en relación al 2023, en parte debido a que este año hubo una serie de problemas técnicos, según la dirección general de extranjeros en Francia.

Entre las numerosas normas que ya existen, Retailleau recordó la importancia del "respeto de la laicidad" o "la ejemplaridad del demandante". Y pidió a los prefectos que rechacen las peticiones  de aquellos extranjeros que estén en Francia en situación irregular, o que hayan sido objeto de una orden de expulsión. (...)

Entre las nuevas exigencias  figura, a partir del 1 de enero de 2026, la superación de un "examen cívico" que permitirá medir los conocimientos que posee el demandante en materia de "cultura cívica" y de "historia de Francia". Actualmente, solo es necesario justificar el conocimiento del francés tanto oral como escrito con un nivel B1, pero ahora también será necesario mostrar que posee un nivel B2 de lengua.

La exministra socialista Najat Vallaud-Belkacem, presidenta de Francia Tierra de Asilo, critica estos anuncios y dice que Retailleau "está haciendo campaña y no actúa como un hombre de Estado". El ministro del Interior quiere ser investido presidente de su partido, Los Republicanos, y busca así marcar diferencias con el otro candidato, Laurent Wauquiez, el jefe de los diputados conservadores de la Asamblea.

Asunción Serena. París. La voz de Galicia, lunes 12 de mayo del 2025.

viernes, 30 de mayo de 2025

Beatrice Rana, infatigable y limpia espiritualidad

Beatrice Rana. (Foto: Simon Fowler)

Entre la pléyade de estupendas orquestas que pueblan este año la temporada de Ibermúsica, figura la Filarmónica de Radio Francia, un conjunto que posee una innegable solidez gracias a su sonoridades bien acolchadas, al equilibrio entre sus familias, a su pátina de texturas agradables. No es su espectro tan sutil, tan bello, tan sedoso como el de otras grandes formaciones, pero sí muy atractivo.

No hay duda que para que sea así habrá tenido mucho que ver la labor de su titular al haber establecido una unión aparentemente hipostática con su director, el finlandés Mikko Franck. Hombre de baja estatura, de brazos ágiles de compás muy abierto, de batuta clara y precisa, de criterios musicales bien asentados, de exposiciones y resoluciones muy lógicas. Otro discípulo aventajado del gran maestro Jorma Panula. No es un poeta, pero lo racional de sus propuestas y la flexibilidad de sus músicos nos llevan siempre a buen puerto.

Algo que esperamos comprobar de nuevo en el concierto que se anuncia para el día 5 de mayo  en el Auditorio Nacional de Madrid en un programa que podrá ser degustado también en Zaragoza (6), Valencia (7) y Oviedo (8). Y que viene abierto por el architocado y oído Concierto nº1 para piano de Chaikovski.

En esta ocasión sonará en las manos de la sensible  y dotada pianista italiana  Beatrice Rana, quien ya va siendo bastante conocida por nuestros públicos y que nació en Copertino en 1990 y estudió con el maestro Benedetto Lupo. A los 20 años empezaba ya una importante carrera, que iría adquiriendo - y sigue in crescendo- una importancia inesperada. Algo no tanto raro, si bien se mira, considerando sus méritos y actitud. Es muy significativa su capacidad de concentración que siempre la ha distinguido. Igual que lo es su espirituoso toque, su limpia digitación una sorprendente y al menos aparente espiritualidad en la exposición de los accidentes pentagramáticos. 

Esperamos, pues, lo mejor de la sesión, que se completa con dos partituras salidas de la mano de Debussy y que el conjunto francés y su director tienen ya muy ahormadas: el Preludio a la siesta de un fauno, sorprendente pórtico de un nuevo modo de hacer, comienzo maravilloso de un impresionismo que alcanzaría su plenitud orquestal con la segunda: la inefable La Mer. Un concierto, por tanto, lleno de alicientes. 

A. R. El Cultural, 2-5-2025.

jueves, 29 de mayo de 2025

Algunas lecciones de Simone Weil

En estos tiempos de desconcierto y de guerras, y en los que el mundo parece dirigirse al abismo, resulta tentador buscar alguna iluminación en aquellas figuras que se han acercado de manera radical a la fragilidad del ser humano. Una de ellas es Simone Weil. Albert Camus dijo de uno de sus trabajos, Reflexiones sobre las causas de la libertad y de la opresión social (1934): "Desde Marx el pensamiento político y social no había producido en Occidente nada más penetrante y profético". El escritor Carlos Ortega ha reunido en La firmeza de un nudo (Trotta) que son una guía inmejorable para empezar a leer la obra de esta filósofa que fue también revolucionaria y mística. Sobre el ensayo que deslumbró a Camus dice que "evidencia una pérdida total de la fe en la revolución, que solo sirve para el heroísmo inútil de la clase obrera y acaba reproduciendo en su seno los defectos del régimen que derriba" y "una cierta amargura por el fracaso del ideal de la Ilustración que no habría logrado quebrar el proceso de especialización en las tareas humanas en el cual reside en última instancia el germen de la desigualdad y la opresión". 

Simone Weil nació en París en 1909 y murió en 1943, y en 34 años tuvo tiempo para crear una obra heterodoxa que todavía hoy sigue ofreciendo herramientas para entender los resortes del poder y las durezas de cualquier esclavitud, y para acercarse a esos instantes en que el hombre "escapa a las leyes de este mundo" y "es capaz de lo sobrenatural", la experiencia mística. Cuando era adolescente, de Simone Weil dijeron que era "insoportable". La llamaron también "virgen sucia por su desaliño al vestir y el abandono de su cuerpo, o la "Virgen roja". De Gaulle exclamó que estaba loca cuando propuso en Londres en 1943 participar en la Resistencia contra los nazis llevando enfermeras a los combates en Francia.

Su familia formaba parte de la burguesía de origen judío, pero fue educada como agnóstica. En 1931 era ya catedrática de filosofía y compartió en Le Puy su sueldo de profesora con los parados. Trabajó en distintas fábricas para saber que significa vivir como obrero y se alistó en 1936 en las Brigadas Internacionales  para pelear en España contra el fascismo. Estuvo en el frente de Aragón con la columna Durruti, se quemó con el aceite que hervía en una sartén y tuvo que ser evacuada. Su acercamiento a la religión cristiana se produjo tras tres momentos reveladores -en una aldea cerca de Lisboa, en Asís, en la abadía benedictina  de Solesmes-, pero tenía claro que estaba "al lado de las cosas que no tienen cabida en la Iglesia". Padeció terribles dolores de cabeza.

Simone Weil. (Foto: Tallandier/Album)

Una de sus ideas políticas centrales, cuenta Carlos Ortega, es la de "echar raíces, que se opone a la peor de las miserias que puedan sufrirse, la de verse desarraigado, arrancado del mundo". "Nuestra época tiene la misión de constituir una civilización basada en la espiritualidad del trabajo", escribe Weil: el reto es borrar cualquier distancia entre el trabajo manual y el intelectual. Ortega observa también que en Simone Weil el esfuerzo de los místicos por anular el yo tiene una correspondencia colectiva. "La parte del alma que dice nosotros es aún infinitamente más peligrosa", apunta en sus cuadernos en 1943, y Ortega subraya que los "porque deja inhábil al individuo frente al magnetismo de lo colectivo, lo inhibe de sus responsabilidades personales". Una pequeña y enorme lección: la de no esconderse en el falso señuelo del nosotros, y asumir cada uno su propio compromiso.

José Andrés Rojo. El País, viernes 9 de mayo de 2025

miércoles, 28 de mayo de 2025

Una búsqueda de la identidad en la España de la heroína

La directora de Romería, Carla Simón. (Foto: Kristy Sparow/
Getty Images)

Tanto Alpha, de la ganadora de la Palma de Oro en en 2021 por Titane, Julia Ducournau, como Romería coinciden en recuperar en este Cannes la memoria de las víctimas del sida y del heroína. Ambas películas reviven a los muertos en el concurso. Hasta ahí las coincidencias. Si Alpha se regodea en el tormento, Romería lo hace en la vida. Con la España de los ochenta de telón de fondo, la conmovedora nueva película de Carla Simón habla de una chica de 18 años que viaja a Galicia para encontrarse con el fantasma de sus padres biológicos.

Ese viaje a la identidad perdida se sitúa en 2004, y está narrado a partir del diario de la madre, que en el guion de Romería se nutre de las cartas que la madre de Simón envió a sus amigas. Con la excusa de un documento oficial que necesita para una beca, Marina investiga que fue de sus padres. En su rastreo de las pistas borradas, Marina devolverá la voz a una generación que se enganchó sin remedio, dejando en sus familias el estigma de la droga y el sida.

Romería se acerca a la triste huella de la heroína de los ochenta desde un lugar insólito por su fragilidad y admirable delicadeza. Simón vuelve a demostrar su capacidad para el fresco familiar, esta vez mucho más oscuro y problemático que el de Alcarrás. En Romería se trata de una familia de provincias de clase media alta educada en silencio. Los abuelos, tíos y tías conforman un coro que habla mucho, pero poco de lo importante. De la mano de la bella fotografía de Hélène Louvart  (habitual de Alice Rohrwacher), Romería supone un paso al frente en la filmografía de Simón gracias a su tramo final, en el que un viaje onírico al pasado eleva toda la película. Tras recorrer, guiada por la voz de su madre, cada esquina de Vigo, Marina busca los restos de aquel naufragio en un Atlántico de delfines y barcos encantados. Y así, en su imaginación, su padre y su madre empiezan a tomar cuerpo. Ese contacto con los fantasmas que la engendraron está resuelto de una forma arriesgada y emocionante, ocurre en el mundo de los sueños. Sin fuegos artificiales, Simón entra en el terreno de la fantasía y del cuento convirtiendo a Marina y su vestido rojo en una especie de Alicia en el país de la heroína. 

Elsa Fernández Santos. El País, jueves 22 de mayo de 2025.

martes, 27 de mayo de 2025

El trágico y brutal trance de 'Sirât'

La película de Oliver Laxe que concursa por la Palma de oro, es una aventura trágica que introduce al espectador en un brutal trance, un viaje por el desierto cuya intensidad -y sonido- reventó en la tercera jornada del Festival de Cannes con su desoladora respuesta a un presente descarrilado. Lo que empieza con las hechuras de una aventura clásica -la historia de un padre que busca a su hija perdida en una rave de Marruecos y en esa búsqueda, junto al hermano pequeño de la desaparecida, se une a una troupe de nómadas del sonido- acaba convertida en otro tipo de viaje, nihilista y desbocado. Laxe, que hace 15 años llegó a Cannes con su primera película bajo el brazo, Todos vosotros sois capitanes, se estrena en la sección más codiciada del certamen, su concurso oficial, con una road movie en el desierto, entre raveros curtidos en fiestas ilegales como lagartos, a la sombra de columnas gigantes de sonido y subidos en camiones que cruzan montañas en busca de cualquier beat perdido.

Después del viaje espiritual (también en Marruecos) de Mimosas (2016) y del drama rural gallego Lo que arde (2019), Laxe vuelve a firmar su nuevo guión -más estructurado que los anteriores- junto a Santiago Fillol. Desde un lugar propio, Laxe y Fillol (y la fotografía en 16 mm de Mauro Herce) remiten al ruido furioso de Mad Max, pero con ecos del nihilismo de una de las películas de culto del Nuevo Hollywood, Carretera asfaltada en dos direcciones, de Monte Hellman. En su viaje a través del viento y las olas de sonido del techno, Laxe conduce al espectador hacia ese trance/ desdoblamiento que siente el cuerpo cuando se abandona al baile.

Los personajes de Sirât vagan en busca de algo -un sonido, una hija o una respuesta-, y en su viaje conviven la utopía y la sincronía emocional de la rave con una realidad de la que huyen, pero que va calando por otros altavoces, los de las noticias que hablan de otras muertes y guerras que no se nombran porque no hace falta. Sirât se divide así en dos partes: tras la aventura clásica, llega la pesadilla a partir de un suceso que rompe el relato. Es esa impactante traca final la que conduce al espectador al estremecedor desenlace, una secuencia en la que está el final y el principio de todo.

Laxe abre Sirât a muchas interpretaciones: políticas, contraculturales, religiosas... Caben unas cuantas teorías sobre el misterioso viaje dentro del viaje que encierra esta poderosa película y sobre el destino de sus personajes y de esas caravanas humanas que, en el desierto o en el mar, buscan algo que dé sentido y consuelo a sus vidas...

Elsa Fernández Santos. El País, viernes 16 de mayo de 2025.

Oliver Laxe, premio del jurado en Cannes. La Voz de Galicia, domingo 25 de mayo de 2025.

lunes, 26 de mayo de 2025

Paseo entre las joyas de un tesoro romántico, 2

La música es una de las manifestaciones artísticas más importantes del Romanticismo. "En este momento histórico la música se domestica", explica Burdiel, "la zarzuela, que era un género muy popular, se transforma para que el público la escuche sentado y en silencio". Una caja de música marca otro hito: por primera vez se puede escuchar música sin músicos. Un cambio abismal. Aunque falta siglo y medio para llegar a las playlists de ahora, esta caja de música ya tiene su lista de reproducción y un mecanismo para parar la canción, adelantarla o repetirla.

No se escapan las melodías de la política. Cada ideología popularizaba sus coplillas. Para saber más sobre la identificación política a través de la música, Burdiel recomienda las investigaciones de Xavier Andreu Miralles, su colega de la Universidad de Valencia. También para analizar los tópicos románticos. Estos reflejaban una España plagada de bandoleros, bailarinas y toreros: el deseado destino de los viajeros europeos que hallan aquí un país exótico. "Querían encontrarse con gitanas apasionadas, armadas con un puñal en la liga", supone la catedrática.

"No hay una España, hay muchas", recuerda mientras señala que aumentan los nacionalismos, la búsqueda del origen. En momentos de cambios acelerados surgen movimientos reaccionarios. En el museo hay salas dedicadas al costumbrismo andaluz y al madrileño, pero no solo, también se da importancia a otros territorios, como los valles pasiegos, de donde proceden las más reputadas nodrizas, como las que retrata Valeriano Domínguez, el pintor hermano de Gustavo Adolfo, el poeta.

Escuchar música sin músicos fue el umbral de un nuevo mundo. Comienza la modernidad y el museo lo plasma. Hay otros aspectos de la vida cotidiana actual que entonces solo eran el germen del progreso: el tren, la fotografía y el Canal de Isabel II. La fotografía en sus comienzos, ayuda a que se vean otros inicios. La fisonomía de las ciudades cambia. Es el momento de los ensanches, como el Plan Haussmann, en París; el Cerdà, en Barcelona, y el Castro, en Madrid, por el que surge el barrio de Salamanca. Se dota a las urbes de mayor salubridad: en las viviendas no hay cuarto de baño, "el vaciado de los orinales, en las casas burguesas, era cosa del servicio", explica de manera gráfica Burdiel. Se derrumban calles hacinadas para construir grandes avenidas. Las desamortizaciones contribuyen a esto: expropiados los bienes de la Iglesia, se podían derribar sus inmuebles. La fotografía ya juega un papel fundamental...El museo atesora unos 9.000 fondos fotográficos, la mitad de sus piezas.

Y en su corazón, en la parte privada del hogar, están las alcobas, el oratorio y el comedor, única estancia que se ha mantenido en el mismo lugar los últimos 100 años. Burdiel saca a relucir otro cambio fundamental que permea todos los ámbitos. "Los afectos cobran importancia. El matrimonio es por amor. Reina la mujer en el hogar. Creo que esta es una figura ambivalente , por un lado son las cuidadoras, tienen una entidad relativa al marido o a los hijos, pero por otro se les da una dignidad que no tenían". Todo esto lo cuenta en la habitación de los niños, una sala repleta  de retratos infantiles y de juegos. Es en el siglo XIX cuando la infancia se empieza a tener en cuenta  como periodo vulnerable, dedicado a jugar y a aprender... "Aunque en las clases bajas siguen empezando a trabajar con cinco años", aclara.

Burdiel se alegra de ser de una generación de historiadores que ha mantenido a la mujer en el relato. Y pone dos ejemplos románticos obligatorios: las escritoras Carolina Coronado y Gertrudis Gómez de Avellaneda, representadas en el museo con algunos de sus objetos personales...

El Museo del Romanticismo cumple un siglo con sus puertas abiertas, los segunderos de los relojes que conserva, 40 en total, 22 expuestos, no han parado ni pararán de girar (cuerda mediante)... También hay que cuidar ese patrimonio, como quiso hacer Benigno de la Vega-Inclán ), (1858-1942), el fundador del museo, conservando el tiempo de sus antepasados.

Rut de las Heras Bretín. El País Semanal, 15 de mayo de 2025.

domingo, 25 de mayo de 2025

Paseo entre las joyas de un tesoro romántico

Isabel Burdiel ante el retrato ecuestre de Isabel II
pintado por Charles Porion. (Joseph Fox)

En el centenario de la institución, la historiadora y especialista en el siglo XIX Isabel Burdiel recorre el Museo del Romanticismo de Madrid, testigo de una época llena de convulsos cambios políticos y socioculturales que fueron umbral de la modernidad. 

El Romanticismo español coincide con el reinado de Isabel II (1833-1868) y Burdiel (Badajoz, 67 años) es una de las especialistas del siglo XIX más reputadas. Es lunes, día de cierre al público. No hay visitantes, pero es una jornada de mucha actividad. Poco antes de que la historiadora llegara desde Valencia, donde vive desde los 15 años, las conservadoras desembalaban y observaban con atención el estado en que regresaba Sátira del suicidio romántico (1839), de Leonardo Alenza, prestado para la exposición El siglo de Tegeo, celebrada  en Caravaca de la Cruz (Murcia). Es uno de los lienzos más conocidos del Romanticismo español y una de las piezas estrellas del museo. Incide en la idea del suicidio romántico, en la soledad, bohemia y compleja vida de los artistas. Uno de los tópicos románticos, pero precisamente Burdiel tiene un objetivo con esta visita y este centenario: aclarar clichés sobre un periodo engorroso, muy inestable políticamente y repleto de acelerados cambios sociales y culturales.

"No hay una única familia o casa romántica. No hay un solo Romanticismo, hay muchos. La clase social en esta época es fundamental, existen diferencias muy acusadas", explica. Eso no significa que haya que poner en duda la existencia del Romanticismo español, "en algún momento ocurrió , aunque solo por ser relativamente tardío y por ser España una potencia de segundo rango, al contrario que Alemania y el Reino Unido, que tuvieron más poder de difusión de sus figuras". Pero las más de 18.000 piezas del museo -solo 1.500 expuestas-muestran y demuestran su existencia. Burdiel que se define como una historiadora sin memoria, comienza parándose ante lo que domina: Isabel II está omnipresente en las paredes y en los objetos del museo, que es la recreación de un hogar de una familia de la alta burguesía. "Burguesía con posibles, no es la casa de un comerciante, ni de un contable. Aquí hay dinero, negocios", aclara. Se fija en los retratos de la reina, aún niña, durante la regencia de su madre, María Cristina, cuarta esposa de Fernando VII. Deja entrever que "no recibió mucho aprecio de sus padres". A Fernando VII no se le recuerda, ni de lejos, como el monarca más querido; y eran conocidas las corruptelas de su madre, que, ya exiliada en París y vinculada con la trata de esclavos, usaba información privilegiada para sus negocios.

La catedrática se fotografía ante un retrato ecuestre de la monarca pintado por Charles Porion en 1867. En él se ve a Isabel II a caballo con uniforme  de capitana general de los ejércitos . "Cabalga con su marido, Francisco de Asís, que es algo que pudo ocurrir, aunque no frecuentemente", se ríe con sorna mientras alude a que el matrimonio hizo aguas desde muy pronto. "Fue un problema político y contribuyó a deteriorar la imagen de la monarca". En la pintura aparecen también políticos de la época, como Narváez, el general Castaños, Espartero y O'Donnell. Un resumen del Gobierno isabelino.

Continua Burdiel hablando de la monarca ante el retrato que Federico de Madrazo pintó en 1840, uno de los más reproducidos de la reina, totalmente idealizada, con un rostro dulce y una figura estilizada, que contrasta con las fotografías  que de ella se pueden ver  sobre el piano, en el mismo salón de baile donde cuelga el madrazo. Destaca Burdiel el azul de sus ojos y su buena voz "de mezzosoprano". Habla de ella como si la conociera.

Poco a poco la profesora se va soltando para despegarse  de la figura política y acabar llegando hasta la cocina. En las casas burguesas del siglo XIX, la cocina no es apta para visitas ilustres, es territorio del servicio. Estaría situada  en la parte baja de ese palacete construido entre 1776 y 1779, junto al zaguán y las caballerizas, donde hoy se encuentran las taquillas -como celebración del centenario, hasta el 29 de junio la entrada es gratuita-, las consignas, la tienda y la cafetería.

Volvamos al salón de baile, la estancia más importante de la parte pública de la vivienda, donde se recibía a las visitas y donde las familias mostraban su poder. En esta habitación, la reina pasa de gobernante a aficionada a la música. El piano de la firma parisiense Pleyel, de las más prestigiosas del XIX, uno de los siete que exponen en la casa, le perteneció. "Asistía habitualmente a la ópera. A veces, eso fomentaba la degradación de su imagen, ya que no podía empezar hasta que no llegara, y ella llegaba cuando le daba la gana. Alguna vez la platea la abucheó", cuenta Burdiel...

Rut de las Heras Bretín. El Pais Semanal, 15 de mayo de 2025.

sábado, 24 de mayo de 2025

El coctelero testigo de la ocupación nazi de París

El traqueteo del hielo golpeando el metal de la coctelera ya no deja de escucharse al traspasar la puerta de ese universo mítico atrapado entre las paredes del pequeño bar del hotel Ritz de París. El lugar, algo edulcorado hoy, evoca en sus paredes y mesas, con todo tipo de parafernalia, los tiempos gloriosos y la obra de uno de sus mejores clientes, el escritor Ernest Hemingway. Pero durante un tiempo fue también el lugar donde Frank Meier, un legendario coctelero vio desfilar a los protagonistas de una de las épocas más convulsas de Francia. La llegada de los nazis a París  y la ocupación provocaron un éxodo masivo de la ciudad. Y el Ritz, propiedad de una familia suiza, con las ventajas de esa neutralidad que aporta el pequeño país, fue el único hotel de lujo que permaneció abierto. Detrás de la barra, Meier asistió a la metáfora etílica de lo que sucedía en el resto del país: oficiales de la SS borrachos de poder, colaboracionistas, resistentes, espías. La última frontera entre la dignidad humana y el mal.

 El material, una recopilación de archivos y relatos orales, sirvió al historiador Philippe Collins (Brest, Francia, 50 años) para construir El barman del Ritz (Galaxia Gutenberg), una novela inspirada en  aquel ecosistema surgido en la niebla social  del célebre hotel durante la ocupación nazi. Collin, un bretón de origen humilde, productor de la radio France Inter y autor de fabulosos podcasts de historia, conoció en 2002 a Collin Field, quien fue el sucesor de Meier. Después de muchas tardes de domingo, este comenzó a contarle la historia de quien le había precedido preparando brebajes al borde de aquella bisagra legendaria. "Me había prohibido entrar aquí cuando llegué a París, como si fuera una barrera social. Pero en 2002 tuve que venir a entrevistar a Yoko Ono. Fue una oportunidad para entrar con una legitimidad profesional. Y me dije: 'Va, estás en el Ritz, quién sabe si volverás'. Atravesé el pasillo y llegué al bar. Había poca gente entonces. No tenía mucho dinero, pero podía pagarme una cerveza...", recuerda sentado en una mesita del bar del hotel de la plaza Vendôme, sobre la primera vez que pisó el establecimiento.

Collin se convirtió en una celebridad entre los empleados del Ritz tras la publicación del libro, que ha despachado ya más de 300.000 ejemplares en Francia. "La época que vivió Frank -un judío que oculta su identidad ante sus clientes de la SS- se parece de manera lejana  a la que atravesamos todos", apunta mientras aconseja tomar un Sidecar, un cóctel que diseñó el propio Meier, sin darse cuenta de que está publicitado como el más caro del mundo: 3.000 euros. Tras convenir que alguien en la Redacción de Madrid podría estar en desacuerdo con la factura, Collin sugiere una suerte de Dry Martini. Uno de los preferidos de las SS. "Los oficiales estaban encantados con el bar de Frank. Era un lugar de recepción para quienes venían de visita, como Goebbels, o para los que se instalaban aquí, como Hermann Göring, que vivía en la suite Imperia cuando venía a robar obras de arte a judíos".

Meier, curtido en Nueva York, siempre cerca de expertos en euforias líquidas como Francis Scott Fitzgerald, preparaba los mejores brebajes del París ocupado. Pero él fue también en sí mismo una suerte de cóctel que contenía los ingredientes que constituían el abanico emocional francés. Colaboracionista moderado, pero resistente a su manera. Ambiguo y laxo. Pero también incómodo, turbado. "Se aclimató muy bien a la situación. Servía los cócteles a los nazis, pero cuando fue pasando el tiempo muchas cosas se volvieron insoportables y quiso reaccionar. Él habría deseado ser más valiente, pero no lo logró. Y es algo muy humano y común".

Meier, o el personaje que compone Collin a través de ese equilibrio de imaginación e historia, se alegra de la llegada del mariscal Pétain, símbolo del colaboracionismo. "Usé a Frank para contar la psicología de los franceses. Su camino personal y moral evoluciona como el de muchos compatriotas. Al comienzo, en junio de 1940, Francia vive en pánico la catástrofe. Luego Pétain firma el armisticio y llega el fin de la guerra y eso alivia a mucha gente. Hay que recordar que había batido a los alemanes en la I Guerra Mundial. Era un abuelo, el bigote blanco, guapo. La gente se reconocía en ese personaje. En la época había 40 millones de petainistas y solo un puñado de resistentes", analiza, subrayando la contradicción que afloró en la sociedad francesa...

Daniel Verdú. París. El País, domingo 4 de mayo de 2025.

viernes, 23 de mayo de 2025

La danza se libera en Madrid

La 40ª edición del Festival Madrid en Danza, entre el 8 de mayo y el 1 de junio apuesta por la diversidad de espacios públicos en la Comunidad de Madrid.

Magnificat-Le sacre du printemps. Compagnie Marie Chouinard. Teatros del Canal.25 de mayo

El festival recibe el día 25 un esperado estreno mundial. La coreógrafa canadiense, con el apoyo del Conseil des arts et des lettres du Québec y el Conseil des arts de Montréal, firma también los figurines y el diseño de iluminación de esta nueva obra creada para su compañía. La música de Bach sustenta a Chouinard en un juego creativo que construye con valentía a través de solos, dúos, tríos y secciones grupales.

El hecho de acompañar su obra más reciente con otra de sus coreografías más célebres enmarca la historia de la compañía a lo largo de más de tres décadas. Su Le Sacre du printemps de 1992 -que vimos en 2008- fue la primera pieza que creó sobre una partitura y se aleja de otras versiones bailadas de la obra de Stravinski. No solo la coreógrafa la despoja de cualquier base argumental, sino que carece de secciones de conjunto; será la personalidad de cada intérprete la que otorgue entidad a una obra que parece surgir espontáneamente, una y otra vez de cada gesto. La coreógrafa cuenta con Liz Vandal para el vestuario, Zaven Paré para la utilería, el maquillaje de Jacques-Lee Pelletier  y con Daniel Éthier como estilista del cabello, otro de los protagonistas de la pieza.

Crowd, Gisèle Vienne. Teatros del Canal. 1 de junio.

El festival se clausura el 1 de junio en la Sala Roja de los Teatros del Canal con una pieza histórica de la coreógrafa franco-austríaca Gisèle Vienne. Estrenada en 2017, Crowd tiene por protagonista la música electrónica, en la que los 15 bailarines que la interpretan se abandonan a la violencia y el placer. No en vano, la coreógrafa bucea desde hace años en lo más oscuro de los seres humanos y su inevitable inclinación por la violencia: Crowd es una rave que llevará al espectador a cierta catarsis, pero no sin antes experimentar  la desazón de quien se enfrenta a su propia imagen. La música intensa, las emociones que trascienden  desde la escena...Un entorno casi apocalíptico en el que Vienne firma la concepción, la coreografía, la escenografía y la dramaturgia, e incorpora la iluminación de Patrick Riou y los textos de desarrollo de personajes creados por los intérpretes en colaboración con Dennis Cooper y la propia Vienne. La selección de música incluye Underground Resistence, KTL, Vapour Space, Choice, Jeff Mills, Peter Rehberg Rolando, Drexciya, The Martian, Manuel Göttsching, Sun Electric y Global Communication, con supervisión de sonido de Stephen O'Malley, y ediciones y selección de playlist de Rehberg y la coreógrafa.

El Cultural 2-5-2025.

jueves, 22 de mayo de 2025

"Mi marido" Un amor muy Cosmopolitan

Maud Ventura. (RTBF)

Maud Ventura (Lyon, 1992) lanzó en 2021 su primera novela con el apoyo de su editorial y en una famosa agencia internacional. Grandes anuncios en el Metro de París, citas en artículos de la poderosa Oprah Winfrey, en Estados Unidos, una promoción a gran escala, y Mi marido se convirtió en un éxito internacional.

En las primeras líneas la narradora-protagonista declara: "Quiero a mi marido como el primer día, con un amor adolescente y anacrónico". No sabremos el nombre de esta mujer alteradamente enamorada tras quince años de matrimonio y dos hijos. Ella vierte sus inseguridades en un diario íntimo y no es una mujer que resulte simpática; obsesiva, irritante, narcisista, apenas repara en sus criaturas  y resulta gradualmente una manipuladora perturbada. Siempre se refiere a su pareja como mi marido, tampoco sabemos su nombre: "Escalofríos de orgullo cuando en una cena dejo caer que 'mi marido se dedica a las finanzas'. Podríamos decir que el enamoramiento en esta historia es execrable, neurótico y patético, pero contrarrestado por una ironía que hace ver al público que estamos ante una farsa, una provocación, una antinovela romántica. 

Los combates, artimañas y venganzas de la vida amorosa son un eterno asunto literario... Aquí nos encontramos con algo más tópico. Pareja burguesa, casa bonita, niño y niña perfectos y vida sexual los sábados. Pese a que la protagonista, profesora de inglés y traductora, lee El amante de Marguerite Duras, su perorata carece de la intensidad durasiana. Abunda más lo que ella llama su diversificación de fuentes: "revistas femeninas, psicología, astrología (...) desarrollo personal, estilismo, historia , jardinería, antropología, geografía: me interesa todo lo que me pueda resultar útil para dirigir mi vida amorosa". Su pensamiento es un cruce entre la revista Cosmopolitan de los 80 y Sexo en Nueva York.

La espera palpitante cada día con el "ritmo cardíaco acelerado" del marido cuando vuelve del trabajo la justifica con una frase de Duras: "Nunca he hecho nada más que esperar delante de la puerta cerrada". Concluye que la vida de las mujeres, la suya desde luego, se resume en esa espera. La narradora confiesa que su amor es anacrónico. Ese aspecto pasivo es el que hace más irreal, rocambolesca y pasada de moda a la protagonista.

Tras el amor posesivo, aparecen señales de un acoso espeluznante: se dedica a espiar el correo, móvil y ordenador  de su marido; le cambia los objetos de lugar, luz de gas en toda regla; le pone castigos que anota con detalle, y que él desconoce, cuando se "ha portado mal"; la encendida esposa se acuesta con otros amantes los jueves, si tiene que ejercer una punición más fuerte, y graba en secreto todas sus conversaciones con él. El marido se convierte en la víctima de las pequeñas iniquidades de la esposa perfecta.

Progresivamente aparece la punta de un iceberg de reproches, agravios y resentimientos. Las motivaciones secretas del desafío salen a la luz. La lucha por el poder amoroso se desvelará. El giro sorprendente en el epílogo ilumina las trincheras de esta guerra sorda y cínica. Con cierta gracia e ingenio de la autora, a veces reiterativa, la novela está más cerca  de un Cosmopolitan atrevido, que de un análisis nuevo y contundente sobre el amor contemporáneo.

Lourdes Ventura. El Cultural 25-4-2025.

miércoles, 21 de mayo de 2025

Carmen Giménez. Madre museo

Carmen Giménez en una exposición de Picasso  en el Guggenheim
 Museum en Nueva York, 2012. (Foto: David Heald)

Carmen Giménez vio España por primera vez de adolescente, en los años cincuenta, cuando Franco permitió que los exiliados como su padre, republicano que había tenido a su familia en Casablanca, pudieran pisar el país.

-No me gustó. Encontré España tan pobre, pero tan pobre,. que me dolía. Mira que en Marruecos se veía pobreza, pero la pobreza española se veía... muy mal. Lo triste que iba la gente por la Gran vía. Era un país triste,

Con el tiempo, Giménez vendría a España y sería conocida como prestigiosa creadora de arte contemporáneo en el tardofranquismo. Divulgaría la importancia de las grandes artistas del siglo XX que el público español no apreciaba todavía: Juan Gris, Richard Serra, Picasso. Impulsaría la puesta en marcha de tres importantísimos museos, el Reina Sofía, el Guggenheim de Bilbao y el Picasso de Málaga. Hoy es difícil hablar de la historia cultural de este país y no mencionar su nombre.  

"Para mí, de pequeña, Marruecos era mi país". Todavía hoy Carmen Giménez (Casablanca, 82 años) tiene un poderoso francés y cierto destello travieso en la mirada. Es una perfecta tarde de campo en el Azahar, finca que su familia tiene por la Serrezuela. Está abierta a huéspedes, pero sobre todo atrae a artistas que vienen aquí a pasar temporadas y crear. Ray Loriga es un habitual. Es un buen resumen de la naturaleza de esta familia.

Sobre el ruido blanco de la lluvia contra la ventana y la leña, Giménez intenta dar con el principio de su historia. Quizá todo empezó cuando ella, la hija, en femenino, de aquella casa en la colonia española se Casablanca llena de hombres, se rebeló. "Mi padre pensaba que yo tenía que ser como mi madre, aprender de la cocina y la casa. Me pedía que ayudase a mi madre; ella, como sabía que yo no quería hacer eso, me pasaba libros y me sentaba en una silla". O quizá el comienzo fue cuando descubrió que en España aún había fascismo y también se rebeló :"Yo quería quitar a Franco de en medio, esa era un poco mi historia". O cuando se fue a París con su hermano, a estudiar Ciencias Políticas como su padre, y se rebeló contra sí misma. "Cuando vi los museos, me di cuenta de que no quería ser como mi padre. Yo quería arte". Estudió en la École du Louvre y por esa época su novio, John Peter Trafford, un carismático empresario chileno, le pidió la mano. Ella accedió. Quizá la historia empieza aquí.

Y la base de todo esto seguramente esté en aquella tarde en la Gran Vía, cuando una adolescente vio  al fin con sus propios ojos aquel lugar abstracto del que tanto había oído hablar a su padre y comprendió que España podía aspirar a más. Ese es el tipo de idea incendiaria sobre el que se cimientan las grandes trayectorias. El tipo de idea que muchos en un país así no perdonarían.

"El Madrid franquista no era fácil. Yo quería trabajar con arte, eso lo tenía muy claro". En 1968 esa decisión era distinta a ahora. El arte contemporáneo era, tras tres décadas de franquismo, algo minoritario en España. No había museos dedicados a él, solo galerías y las galerías no interesaban a los hombres con dinero. "La escena española era la escena madrileña, no había más: el régimen asociaba arte a progres, a rojos, a los perdedores de la Guerra Civil", rememora José Robles, veterano galerista de Ponce + Robles. "Si se exponía Picasso, cosa que hizo la galería Theo en 1971, la ultraderecha se lo intentaba boicotear". Las mujeres sí se interesaban por ello, de ahí que las grandes galeristas de la época, Juana Mordó, Juana de Aizpuru o Soledad Lorenzo, sean hoy figuras totémicas en la cultura.

Giménez podría haber formado parte de eses panteón . "Pero John no quería. 'Galería no'. 'El me dejaba trabajar en ediciones. Bueno, pues yo en ediciones", recuerda. Dio con uno de los mejores talleres de grabados de Madrid: el Grupo 15. "A José Ayllón, que estaba ahí, enseguida le interesé vendía los grabados del Grupo 15 en el extranjero. Según crecía su influencia, crecía su exigencia. Tenía un ojo quirúrgico para el arte y muy poca paciencia para la informalidad española.

En 1982 organizó su mayor exposición hasta la fecha. La idea de Correspondencias era confrontar a cinco escultores con cinco arquitectos Emilio Ambasz, Peter Eisenman, Frank Gehry, Léon Krier y Robert Venturi con Chillida, Merz, Serra, Joel Shapiro y Simonds. La expresión definitiva de su sensibilidad internacional. "Una exposición de una calidad insólita entre nosotros que nos transporta a los más sofisticados círculos internacionales", escribió entonces el crítico Calvo Serraller en El País.

El futuro llamó  a Giménez, literalmente, el ministro de Cultura, Javier Solana, quería hablar con ella. En 1983, Giménez empezó a trabajar en la sede del Ministerio de Cultura. A cambio de dar resultados, ella forzaba el sistema. Su principal virtud era su exigencia y su principal defecto también. Esa exigencia se daba de bruces con un problema estructural: "El mundo de los museos de los años ochenta era desastroso. La exposición de Juan Gris fue el primer chocazo de Giménez con el problema. Dos veces más, dos museos, Reina Sofía, Guggenheim. Es la historia que se repite. Mismo desenlace... El Museo Picasso de Málaga. Otro desplante. Esta vez con la familia Picasso...

Le quedan ciertos reconocimientos institucionales. Es patrona del Prado. Y una figura inseparable del Reina Sofía. El museo acaba de nombrarla patrona honorífica como reconocimiento a ser la fuerza fundadora del museo. Le debemos adquisiciones fundamentales, esculturas de Picasso importantísimas", reconoce Manuel Segade, su actual director. "Sigue siendo una figura clave, generosa en compartir contactos y conocimiento. siempre atenta a apoyar la institución".

Pero el patrón del relato aún le duele, la pasión absorbida por la burocracia. La historia de España y la modernidad, la del poder y las molestas fuerzas que logran asentar el progreso. "Creo en el trabajo", se defiende. "En lo que tu haces, en el esfuerzo que tu pongas. Todavía pienso que es importante trabajar". Una pensadora peligrosa apaga las brasas de la chimenea.

Tom C. Avendaño. El País Semanal, 23 de marzo de 2025.

martes, 20 de mayo de 2025

El 'pissarro' expoliado anuncia una exposición

David Cassirer ha recibido estas semanas una buena y una mala noticia en su particular cruzada de más de 25 años para lograr que el Gobierno español le devuelva el cuadro de Camille Pissarro Rue Saint-Honoré por la tarde. Efecto de lluvia (1897). Los nazis (en eso hay acuerdo por ambas partes) se lo expoliaron en 1939 a su bisabuela, Lilly Cassirer. En 1993, el lienzo acabó en los fondos de la Fundación Thyssen-Bornemisza de Madrid tras la compra por 350 millones de dólares (310 millones de sueros, al cambio actual) de la colección del barón Thyssen.

La buena noticia para David Cassirer es que el supremo de EE UU ha ordenado reabrir, tras tres fallos a favor del Thyssen, un caso que parecía cerrado después de que un tribunal de apelaciones confirmara que el derecho sustantivo que se debe aplicar en este caso es el español. En ese ordenamiento jurídico, la posesión pública de un bien robado durante seis años basta para considerar al museo como su legítimo dueño. Pasaron algo menos que siete desde que la fundación abrió sus puertas y el momento en que los Cassirer reclamaron el pissarro. La denuncia la puso en en 2005 en Los Ángeles Claude, padre de David, tras varios años de intentos, también diplomáticos, de lograr una devolución voluntaria.

La última resolución del Supremo daba un plazo que se cumplió el viernes para que el caso vuelva a la instancia inferior, y estudie si las cosas han cambiado con la aprobación de una nueva ley californiana. Esa norma dice que cuando un ciudadano  del Estado reclama una pieza robada, no solo por los nazis, impera el derecho sustantivo de California, según el cual, el cuadro debe ser devuelto sin importar el tiempo que haya pasado. También dice que la norma se puede aplicar de manera retroactiva (...)

La mala noticia para David Cassirer llegó desde Madrid donde el Thyssen ha incluido el cuadro que reclama en la exposición Proust y las artes. También ha empleado su imagen para anunciar la muestra en un mural que da la bienvenida a los visitantes. A Cassirer le "indigna" y le "ofende especialmente" -"sobre todo a la luz de la reciente decisión del Supremo"-el uso de la pintura para "promocionar" la muestra. "La madre de Proust , de soltera Jeanne Weil, era judía, nacida en una prominente familia judeoalemana similar a la mía. Es una vergüenza que España desprecie de esa manera a mi familia y a mi pueblo", considera Cassirer.

La muestra se inauguró el 4 de marzo, y el fallo del Supremo llegó seis días después, así que la decisión que enoja a Cassirer se tomó antes de saber que el asunto resucitaría en Washington. "Un detalle del cuadro está reproducido en el acceso a las salas expositivas. En ningún caso se ha utilizado esta imagen para acción promocional alguna relacionada con la muestra", puntualiza por escrito un portavoz del museo, que no quiso detallar el proceso que llevó a destacar la pintura ni si lo habrían hecho de haber sabido que el Supremo daría nuevas alas a la reclamación. (...)

El abogado del Thyssen dice que, según consta en documentos consultados por él mismo en Munich, "Lilly y su abogado hicieron un informe sobre el valor justo de mercado de la pintura en ese momento , y eso fue lo que recibieron". "En ningún momento fue poco dinero", añade. Stauber se pregunta si "estaríamos hablando de este asunto después de 20 años "si en lugar de haberse apreciado el lienzo hubiera perdido valor con el tiempo.

Iker Seisdedos. Washington. El País, domingo 13 de abril de 2025.

lunes, 19 de mayo de 2025

Un cautivador poema de fantasmas y mujeres

Susanne Wuest, Hanna Heckt, Mascha Schilinski, Lena Urzendowsky y
Luise Heyer en la premiere de Sound of Falling en Cannes./ Foto: EFE

Varios tipos de fantasmas sobrevolaron la primera jornada de Festival de Cannes. Unos habitan esas casas familiares que permanecen en pie durante generaciones; donde solo una cámara de cine es capaz de encontrarlos. La película elegida para abrir el concurso del certamen se titula Sound of Falling, está dirigida por la alemana Mascha Schilinski, y es un cautivador y precioso poema sobre los espectros de varias generaciones de mujeres que viven en la misma granja familiar a lo largo del siglo XX.  

En formato cuadrado y con una poderosa textura analógica trufada de fotografías decimonónicas, la película de Schilinski viaja desde a la primera década del pasado siglo hasta un presente difuso a través de un árbol genealógico, marcado por lo íntimo y lo histórico. Sin decir ni una sola palabra sobre el asunto, tanto los horrores de la Gran Guerra como los de la II Guerra mundial palpitan en todo lo que ocurre en el circuito cerrado de esa granja donde los niños juegan con la muerte. Como un cuento gótico rural con ecos de folk horror, Sound of Falling ocurre en la mirada de unas niñas y adolescentes que nos enseñan el mundo que les rodea desde lugares inquietantes y misteriosos.

La película está llena de recovecos por los que es fácil perderse mientras se transita entre un lado y otro de sus cuerpos. Viéndola es imposible no pensar en las reflexiones sobre fotografía y muerte de Roland Barthes en su famoso ensayo, La cámara lúcida: la lectura espectral que hacemos los vivos con las imágenes de nuestros muertos, esa manera de proyectar sobre el recuerdo de nuestros ancestros nuestra propia muerte.

El otro fantasma que cruzó La Croisette fue el del padre de Robert De Niro, evocado por su hijo en una conversación pública en la que se proyectaron imágenes del documental que el artista JR prepara sobre De Niro y su padre, el pintor del mismo nombre eclipsado por la fama de su hijo. El actor recordó, a su manera parca pero emocionante, cómo nunca tocó ni los ceniceros del estudio de su padre, porque lo mantuvo todo intacto durante años, esperando que algún día pudiera revivir la vida de aquel hombre que tanto marcó la suya.

Y si los fantasmas de De Niro y los de Sound of Falling pertenecen al ámbito familiar, los que evoca la desoladora Two Prosecutors, dura ficción de Sergéi Loznitsa que completó la jornada de la sección oficial a concurso, son los del estalinismo. Su protagonista es un joven abogado con mirada angelical que tiene la valentía de intentar ayudar a un viejo miembro del partido comunista encarcelado. Loznitsa logra una película sobria, austera y muy claustrofóbica. Uno de esos puñetazos donde solo habitan las sombras y espectros de miles de hombres enterrados en vida.

Elsa Fernández Santos. El País, jueves 15 de mayo de 2025.

domingo, 18 de mayo de 2025

El poder de la dulzura

Hoy en día, parece que estamos demasiado ocupados y estresados para darle espacio a la dulzura. Vivimos en un mundo cada vez más tenso y precario, donde comportarse con bondad implica correr el riesgo de ser aplastado. Como resultado, la dulzura está disminuyendo en nuestra sociedad.

La capacidad de actuar con dulzura está integrada en nuestro cerebro principalmente en la corteza cingulada e insular y en los circuitos de las neuronas espejo. Sin embargo, es en la parte ejecutiva del cerebro donde elegimos ponerla en acción. ¿Qué pasaría si muchas  de nuestras conversaciones dejaran de ser pura palabrería y añadiéramos ternura para fomentar la amabilidad en nuestros entornos  de aprendizaje y trabajo?

Su aparente simplicidad es engañosa. "Hay que permitir que encuentre su propia voz", apunta la psicoanalista y filósofa francesa Anne Dufourmantelle, "la dulzura por sí sola, no se da". En su libro Puissance de la douceur (Payot) examina estas microexperiencias de fuerza y poder en nuestra vida cotidiana, y sostiene que "el poder de la metamorfosis de la vida se sustenta en la dulzura". Pero también se interesa en la idea aristotélica de potencialidad, el poder de cambiar o el potencial de un futuro posible. Todas estas connotaciones están implícitas cuando, paradójicamente, combina potencia con afabilidad.

Una de las observaciones más pertinentes de Dufourmantelle es que lo contrario de la dulzura no es la brutalidad, es la dulzura misma. No es de extrañar  que se utilice  como excusa  para ennoblecer los objetos de consumo; algunos regímenes gubernamentales  logran emplear dulzura para que votes a su favor, incluso en contra de tus propios intereses. "Hay formas de violencia que fingen ser caricias para llegar al corazón", afirma Dufourmantelle, y advierte que, aún así, la dulzura resiste a la perversión".

La dulzura aparece en el umbral de los pasajes marcados por el nacimiento y la muerte. Todo comienzo está necesariamente arraigado en la ternura: el nacimiento, el comienzo de una historia de amor, provocan conmociones bastante violentas que la necesitan. Es lo que permite que persista un principio vital. Es la envoltura mínima que protege la vida, como la crisálida protege a la mariposa por nacer. Sin dulzura, ¿sobrevive un recién nacido? ¿No es necesario protegerlos, hablarles, tenerlos en brazos, pensar en ellos o imaginarlos para que realmente puedan entrar al mundo? Asimismo, también hay dulzura en la despedida de la vida, en la ilusión de la desconexión total, en la renuncia, en el duelo.

 Interactuar con gentileza requiere esfuerzo y puede representar una batalla constante entre nuestro yo afable  y nuestro lado reticente. De igual manera no es tan fácil de recibir, la pedimos a los demás, pero, cuando nos la prodigan, muchas veces ni siquiera la registramos. Para conectarte con los demás, lo primero es conectar contigo mismo -no solo es una cuestión biológica de salud, bienestar y longevidad, sino también una estrategia evolutiva para nuestra sobrevivencia-.

Dufourmantelle murió en un acto de entrega absoluta el 21 de julio de 2017 en una playa, cerca de Saint-Tropez, mientras intentaba rescatar a dos niños de las turbulentas corrientes del Mediterráneo. Ellos sobrevivieron, pero ella no pudo ser reanimada, tenía 53 años. Su libro, publicado en 2013, concluye con la escena, enigmáticamente oracular, de  La dolce vita de Fellini en la que Anita Ekberg, completamente vestida, entra en la Fontana de Trevi ante la mirada atónita de Marcello Mastroniani. Una escena alucinante que ha quedado grabada en la memoria como ejemplo de una vida que nos invita a la dulzura, pero también a la locura, a la danza de la libertad y la sensualidad. "No siempre es dulce vivir, pero la sensación de estar vivo pide dulzura", escribió Dufourmantelle.

David Dorenbaum, psiquiatra y psicoanalista. El País Semanal, 23 de abril de 2025.

sábado, 17 de mayo de 2025

París protagoniza la 'ciclorrevolución' francesa

                                                                                              (Franck Fife/AFP)

La distancia entre Madrid y Valencia, unos 350 kilómetros. se puede recorrer dentro de París en bicicleta, en vías seguras y exclusivas, sin coches, Además el tramo que equivale a la distancia entre Barcelona y París, poco más de 1.000 kilómetros, se puede hacer también a pedales, aunque en este caso compartiendo carriles de cuatro ruedas en algunas zonas. Son solo dos datos que ilustran la transformación en la movilidad urbana de la capital francesa y su apuesta por este transporte.

Más ejemplos del cambio. El jueves circularon por la calle de Rivoli, frente al Ayuntamiento, 17.818 bicicletas, frente a 3.507 coches. Se sabe gracias a un contador de bicis que hay junto al consistorio, además de otro centenar de puntos de la capital y que sirven para medir el cambio.

Hace 10 años, cuando se aprobó el primer Plan bici municipal, ir pedaleando a trabajar era casi un ejercicio temerario. Hoy, con el segundo Plan bici a punto de concluir, son los coches los que tienen dificultades para transitar en vías donde los ciclistas han tomado el poder. En estos dos planes quinquenales para priorizar las dos ruedas se han invertido más de 400 millones de euros. Ya hay más de 1.000 kilómetros de zonas ciclistas (señalizadas, pero no exclusivas) y 350 de ciclopistas, seguras.

La calle Rivoli es una de las más representativas de este cambio, por lo céntrica y porque han quitado carriles para coches para cedérselos a las bicis. Pero ya la mayoría de las vías en la capital son transitables para ambos. En 2007,se creó Vlib, la red pública de bicicletas de alquiler, aunque el impulso de la bici llegó en 2015, con la socialista Anne Hidalgo en la Alcaldía, con el primer plan, que preveía una inversión de 150 millones de euros hasta 2020. El objetivo era crear pistas seguras para ciclistas, integrarlas en las grandes avenidas y crear zonas para aparcarlas.

El segundo plan bici (2021-2026) aspira al objetivo ambicioso de que París "sea 100% ciclista". Casi se dobló la inversión con respecto al anterior, 250 millones de euros. Si en 2021 había 300 kilómetros de carriles bici, en  se habrán sumado 130 kilómetros más, además de las 52 pistas provisionales que se crearon en la pandemia, las "coronapistas". En total, casi 500 kilómetros de ciclovías.

También se ha desarrollado la Reve (red exprés de bicicleta, en sus siglas en francés) que une grandes avenidas, con carriles en ambos sentidos, como la que conecta las plazas emblemáticas de la Concordia y la de Bastilla , las de la República y Nación o todos los Campos Elíseos. Otro dato que ilustra esta explosión es que en el último año se vendieron 2,2 millones de bicis, frente a los1,7 millones de coches nuevos. Esa cohabitación , a veces difícil, es la cara B de la ciclorrevolución parisina. Beillard reconoce que la transición en la movilidad "crea tensiones que no existían antes. Aunque hoy el uso del espacio público en París es más complejo, no es más peligroso".

Raquel Villaécija. París. El País, domingo 13 de abril de 2025.

viernes, 16 de mayo de 2025

'Carmen' se atrinchera en Kiev bajo batuta española

Félix Ardanaz saludando al final de la función de "Carmen" en Kiev.
(Foto: Luís de Vega Hernández)

Pocas horas después de dar por terminados los ensayos para representar la ópera Carmen, de Georges Bizet, el director Félix Ardanaz (San Sebatián, 1988) se apresuró, en medio de las alarmas, a descender al refugio ubicado en los sótanos de su hotel en Kiev. Allí pasó la noche del miércoles al jueves mientras docenas de drones y misiles lanzados por fuerzas rusas golpeaban varias regiones de Ucrania, especialmente la capital. El peor ataque que sufría la ciudad desde el verano de 2024, con 12 muertos y casi un centenar de heridos, obligó a retrasar una horas la entrevista acordada con El País. "Para mí ha sido duro emocionalmente", resume. Pero, de inmediato, recupera el tono para destacar el simbolismo  que supone representar, en el 150 aniversario de su estreno "la gran ópera de temática española" en pleno conflicto. El director, batuta en mano, se une en comunión musical a los espectadores como parte activa de la resistencia cultural que el pueblo ucranio mantiene en la presente guerra. 

Pasado el susto, Ardanaz se lanzó ayer a dirigir la función con un espíritu más comprometido todavía.  "Yo en realidad he venido aquí casi a nivel humanitario. Acudo a aportar un granito de arena, a defender y apoyar Ucrania en lo que yo sé hacer, que es la música". El público, que desde las primeras semanas de la contienda empezó a refugiarse en la cultura como revulsivo, llena el teatro.

Ardanaz tuvo ayer a sus órdenes a un centenar largo de músicos y cantantes a los que califica de "auténticos héroes" porque "mantienen su profesión en este contexto tan terrible. Por eso "este concierto tiene un gran componente reivindicativo", agrega. Reconoce que esta función es algo parecido a un "salto a los leones "porque, aunque es normal que cualquier teatro tenga Carmen entre su repertorio, lo que en condiciones normales son un par de semanas de ensayo, ha acabado reducido a un par de días por imperativo bélico en Kiev. Remarca, en todo caso, que tiene delante a "gente muy profesional" pues "los cantantes, los artistas y los solistas son grandes artistas".

"Me habían dicho que el centro de Kiev es bastante seguro porque la defensa antiaérea es muy potente. Pero es verdad que he tenido la mala suerte de que ha habido un ataque  muy turbulento, por decirlo de alguna manera, y ha habido drones y misiles por centenares y, por desgracia, ha habido muchos muertos y heridos", relata, En la planta-2 del hotel hay un refugio y no hemos tenido que ir al metro a pasar la noche", añade mientras realiza de corrido un relato de la madrugada del ataque...

En paralelo a la contienda armada, la gran invasión rusa se ha encargado también de atacar y expoliar la cultura del país ocupado. Eso ha empujado a Ucrania a emprender algo parecido a una batalla para defender su identidad que salpica a veces con prohibiciones y vetos a autores rusos, calles, monumentos, publicaciones en esa lengua... Todo en un Estado en el que en torno a un 30% de la población tenía antes de la guerra el ruso como principal idioma... Los tentáculos de ese conflicto cultural se han ido extendiendo y, al frente de la orquesta Lituania en Vilna, el director donostiarra tuvo que aceptar no interpretar a Stravinski, Tchaikovski ni Rajmáninov...

Luis de Vega. Kiev. El País, lunes 28 de abril de 2025.

jueves, 15 de mayo de 2025

"La gata", el insólito triángulo de Colette

Muchos escritores han tenido predilección por los gatos, han escrito hermosas páginas sobre ellos y los han hecho protagonistas de sus narraciones, algunos llevándolos a terrenos inquietantes y misteriosos. No vamos aquí a hacer un recuento que vaya del sonriente gato de Cheshire en Las aventuras de Alicia en el País de las maravillas, Lewis Carroll, a las perturbaciones del minino Plutón en El gato negro, de Edgar Allan Poe. No es mi tema, pero parece haber un consenso que señala a Soy un gato (1906) de Natsume Söseki, con su perspicaz gato sin nombre, narrador y protagonista, como la mejor novela jamás escrita sobre un felino. Con permiso -concedido- de La gata (1933), de Colette (1873-1954), novela corta recuperada ahora por Acantilado, con traducción de Nuria Petit. La escritora francesa tuvo varios perros a lo largo de su vida y, sobre todo, varios gatos, mostrando preferencia por los orientales cartujos (chartreux), gatos de pelaje grisazulado y ojos entre amarillos y naranjas. A esta raza pertenecía Saha, la desequilibrante gata de su novela. Como Doris Lessing y otros, Colette publicó Chats (1949), un libro dedicado a los gatos, proliferantes en diversas narraciones suyas.

Colette escribió memorables páginas sobre las relaciones entre hombres y mujeres, generalmente burgueses, tocando diversos aspectos -desde la diferencia de edad de los amantes a los triángulos amorosos, pasando por la infidelidad-, siempre desde el espíritu liberal e, incluso, libertino que la caracterizó para escándalo y regocijo de la sociedad francesa de su tiempo, siendo bastante explícita -pese a elegantes eufemismos y elipsis- en la exposición del erotismo y de los lances sexuales. Así sucede también en La gata, que narra los primeros meses del matrimonio entre dos bellos jóvenes de óptima familia, el rubio Alain y la morena Camille, abocados a la crisis por un factor inesperado: la gata Saha. Alain está cautivado por su gata (y viceversa), a la que dedica toda clase de caricias y  zalamerías y no concibe las delicias de los primeros compases de su vida matrimonial sin ella. No es de su misma opinión Camille, que pronto identifica a Saha nada menos como su rival -desatándose sus celos y su inquina hacia ella-, que en vano intenta disimular al principio y que son el detonante de un radical acontecimiento previo al abismo entre la pareja. En el aspecto erótico, con pasajes muy considerables, llama la atención como Colette muestra a Alain: aunque admira la belleza de Camille y se siente atraído por ella, deriva hacia una indolencia de lo sexual, gata mediante, llegando al punto de considerar excesivos y rechazables el deseo y el apetito carnal que muestra hacia él su desinhibida esposa. Si un accidentado y desigual trío emocional formado por hombre, mujer y gata no es asunto frecuentado en las novelas, no deja de ser también menos explorada la preponderancia del deseo y del activismo sexual de la mujer respecto al hombre en el tálamo -y en donde sea- matrimonial.

Confieso que, ocasionalmente, las dulzonerías que Alain dedica a su gata me han provocado cierto distanciamiento en la lectura. Pero hay que entender también que Saha desempeña una función como símbolo de cualquier barrera real que, de pronto, puede interponerse -en una época y en una clase determinadas en particular- entre dos jóvenes mimados y consentidos, egoístas e inmaduros -Alain, sobre todo muy enmadrado, no sabe muy bien de dónde viene o ha de venir el aire de su vida-, enfrentados a una convivencia lejana a sus expectativas y a la vida muelle que han disfrutado en sus jardines ideales. Las magníficas descripciones, la aguda analítica social, la sobresaliente perspicacia psicológica y los ásperos comentarios con guante de seda habituales de Colette brillan tanto como los ojos de Saha.

Manuel Hidalgo. El Cultural, 28-3-2025.

miércoles, 14 de mayo de 2025

Laura Baena, la gallega que diseña con telas de Louis Vuitton desde Carral

Laura Baena.  (Marcos Míguez)

Su relación con la moda es un sube y baja. Ahora mismo está en lo más alto, y parece haber encontrado la clave para mantenerse: trabajar a medida y sin stock. En 2021 montó en Carral (A Coruña) su propio negocio, un atelier a medida, pero no de vestidos de novia, sino de una colección que ella misma diseña. En realidad, Laura se encarga de todo el proceso: diseño, selección de tejidos, patronaje, corte... menos la confección que deja en manos de un taller con modistas de toda la vida. "Yo preparo todo lo que haya que preparar, marcar un bolsillo, reforzar con tela una cosa, cortar el forro... les doy todo listo para la confección", dice la diseñadora, que suele lanzar mínimo dos colecciones al año.

Trabaja principalmente con tejidos de las casas que tiene el grupo LVMH,-Christian Dior, Céline, Givenchy, Louis Vuitton o Marc Jacobs- gracias a una iniciativa que pusieron en marcha varias empresas, entre ellas esta casa de lujo, a raíz de la pandemia para vender excedentes por un tema de sostenibilidad, y también para ayudar a los más jóvenes diseñadores a acceder a estas telas de calidad. "A través de la web puedes solicitar muestras, las pagas a parte, claro, -partes de la base de que son tejidos que usaron diseñadores de esas casas, no son malos, te la puedes jugar con los básicos-, y haces pedidos. Ellos te venden por rollos, es decir, no te cortan los metros que quieras, sino que te ofrecen, por ejemplo, una pieza de seis metros, otra de 30, y otra de uno. Te tiene que encajar el tejido, el precio , y sobre todo, la cantidad", explica Laura que si ve alguna tela que merezca la pena, aunque le dé solamente para una pieza, dos, o cuatro, la coge y o bien hace una colección cápsula, o se lo comenta a una clienta que le pueda encajar. "Al no trabajar con tanta antelación  ni con stock voy un poco improvisando. En mi web ves una colección, pero yo voy gestionando el número de unidades que puedo ir haciendo en función del tejido que tenga- Si se agota igual lo repongo con otro", indica Laura, que define su estilo como "muy gallego". "Aquí vestimos muchísimo a capas, a mí me gusta mucho la prenda exterior, y en Galicia es imposible no tener una chaqueta a mano. Mis colecciones tienen reminiscencias masculinas, me inspiro mucho en la manera de construir las prendas de los diseños antiguos de alta costura, en la geometría, en los detalles que utilizan, pero mi estilo es versátil, atemporal, del día a día, son prendas que nutren tu armario, que te resuelven un look, no tienes que pensar '¿Esto con que me lo pongo?' Una prenda mía te la pones con cualquier cosa...

María Vidal. La Voz De Galicia, 1 de marzo de 2025.

martes, 13 de mayo de 2025

La instalación "El Almendral" de Philippe Parreno

Philippe Parreno. (Foto: Andrea Rossetti)

Es un paisaje de spaguetti western convertido en un laboratorio artístico. En un remoto valle de Almería, entre las áridas vistas del desierto de Tabernas, Philippe Parreno ha encontrado el escenario ideal para su nuevo proyecto artístico. El reconocido creador francés, famoso por haber dirigido un documental poético sobre Zinedine Zidane y haber recreado la Quinta del Sordo de Goya a petición del Museo del Prado, adquirió cuatro hectáreas de terreno en la pedanía de El  Almendral, a unos cuarenta kilómetros  de Almería. "Lo encontré en Idealista (plataforma digital de búsqueda de inmuebles y terrenos)", sonríe desde su estudio de París. "No leí los anuncios, quise escoger las imágenes. Luego llamé a los propietarios para escuchar sus historias. Recorrí varios lugares y escogí este sitio".

Este vasto campo de almendros, en desuso desde hace años, es el escenario donde Parreno ha instalado una especie de laboratorio en el que la naturaleza, tecnología y arte  se funden en una única obra. Un ecosistema híbrido que ha desvelado en la exposición Voices, en el Haus der Kunst de Múnich. En la sala principal, una pantalla gigante proyecta imágenes en directo desde El Almendral. Es un flujo continuo de vídeo que se completa con datos ambientales en tiempo real captados por una veintena de sensores -barómetros, espectrómetros y anemómetros- que Parreno instaló en su perímetro. Después, cámaras inteligentes realizan el montaje en tiempo real, sin intervención humana, llevando ese campo desértico a los visitantes de la exposición  en una ciudad situada  a más de 2.000 kilómetros.

Las imágenes desprenden una épica sencilla. El viento sacude las ramas de un árbol, el polvo brilla contra el sol, la cresta  del monte dibuja una línea nítida sobre el cielo. Las piedras parecen contar historias y los animales cruzan en silencio, ajenos a la mirada humana. El verde se acerca al amarillo a medida que se instala el calor. Es un paisaje propio del Antropoceno, la era geológica definida por el profundo impacto de las actividades humanas  sobre la Tierra. El valle está intervenido por el hombre y azotado por la sequía, alimentada por el calentamiento global. Aún así, la naturaleza resiste, y en algunos rincones, incluso parece exuberante, como si encarnara  la resiliencia del planeta frente a los daños que le causa el ser humano. "Es un terreno que nos observa y nos habla a través de la pantalla. ¿Qué nos dice  este paisaje sobre el mundo en que vivimos y sobre nuestros actos?, se pregunta Parreno. El resultado le resulta "hermoso y aterrador".

La instalación de El Almendral es la pieza central de una exposición espectacular y llena de híbridos entre la naturaleza y la tecnología, en la que no se sabe dónde termina una y comienza la otra. Hasta los bailarines dirigidos por el artista Tito Sehgal, estrella de la performance y colaborador habitual de Parreno, parecen robots con rostro humano. La visión del artista francés es transformar este terreno en una metonimia del planeta, un microcosmos donde observar los profundos cambios que sufre el ecosistema...

Álex Vicente. Múnich. El País, lunes 21 de abril de 2025. 

lunes, 12 de mayo de 2025

Carla Simón y Oliver Laxe, a por la Palma de Oro

Existe la idea de que el Festival de Cannes no ha hecho nunca demasiado caso al cine español, pero durante el siglo XX aparecieron en su sección oficial desde José Antonio Nieves Conde a Julio Medem, pasando por Juan Antonio Bardem, Luis Buñuel -el único director español que ha ganado la Palma de Oro, en 1966 por Viridiana-, Carlos Saura, Luís García Berlanga, Mario Camus o Vicente Aranda, por nombrar solo a nuestros cineastas más canónicos. Sin embargo, a partir del año 2.000 nuestra presencia en el certamen sí empezó a decaer, con la excepción de Pedro Almodóvar. Al manchego tan solo se le sumaron en los primeros 20 años del nuevo milenio Isabel Coixet en 2006, con Mapa de los sonidos de Tokio, y Fernando Trueba en 2020, con la colombiana El olvido que seremos, pero en la edición cancelada por la Covid. Eran tres directores veteranos, nacidos antes de la década de los 60 y que habían empezado a trabajar antes de los 90. El nuevo cine español no lograba enganchar en La Croisette.

Algo parece que ha cambiado. En 2022, Albert Serra, nacido en 1975, logró entrar en la pugna por la Palma de Oro con Pacifiction y, este año, Carla Simón y Oliver Laxe, ambos nacidos en los 80, se batirán por el gran premio con cineastas de la talla de los hermanos Dardenne, Richard Linklater, Wes Anderson, Jafar Panahi o Julia Ducornau, en una edición que debe significar un punto de inflexión para nuestro cine.

"Me siento muy afortunada de poder vivir este momento", asegura Carla Simón (Barcelona, 1986) a El Cultural. "Ha surgido en España una nueva generación de cineastas con intenciones muy diversas en términos creativos lo que hace que nuestra cinematografía sea de de repente muy rica. Oliver y yo no somos casos aislados, en todas las secciones oficiales de los grandes festivales estamos teniendo presencia desde hace algún tiempo. Es, como te decía una cuestión generacional".

"Yo creo que hemos alcanzado un punto importante  de madurez", nos lanza Oliver Laxe (París, 1982). "Cuando empecé, el ICAA era una institución completamente desnortada, la televisión pública estaba muy politizada, era muy difícil financiar una película...

En estos años se han abierto caminos y nos hemos trabajado al público, aunque quede mucho por recorrer en materia pedagógica. A mí, por ejemplo, me apoya ahora Movistar Plus+ de manera masiva , y me da una libertad extrema, exquisita. Es una institución privada, pero actúa con una perspectiva pública, de servicio al país".

"Es muy importante que las empresas e instituciones crean que merece la pena invertir y confiar en nuestro cine", explica Simón. "A veces subestimamos el poder transformador de este arte".

La memoria del mar frente a la aventura del desierto. Así se distancian las propuestas de ambos directores. Carla Simón pretende en Romería cerrar un ciclo de películas en las que ha abordado distintos capítulos de la historia de su familia, mientras que Laxe apuesta en Sirat por un cine tan radical como lúdico que rete al público...

Javier Yuste. El Cultural, 9-5-2025.

domingo, 11 de mayo de 2025

Régis Debray, Filósofo y escritor

Régis Debray.

"En el siglo pasado el tabú era el sexo, en la actualidad es la muerte". Él miró a la muerte de frente una vez. Fue en 1967, cuando, tras combatir con el Che Guevara, fue capturado y torturado. Pasó cuatro años en una cárcel de Bolivia y fue condenado a la máxima pena. Relata esos instantes cuando pensaba que eran los últimos: "Es curioso porque primero empiezas a entrar en pánico y, al final, cuando crees que llega el momento, te conviertes casi en un espectador. Estaba ante el pelotón y en realidad era una simulación, pero yo no lo sabía. Hay un momento donde todo se vuelve ligero. Te resignas", explica Régis Debray.

El filósofo (París, 84 años) publicó hace dos años El último suspiro, una obra a dos voces en la que, junto con Claude Grange, jefe de unidad de cuidados paliativos, aborda la importancia del acompañamiento en los últimos momentos de la vida. En esa vivencia  se ha inspirado  el cineasta francogriego Constantin Costa-Gavras, de 92 años, para su último filme, que lleva el mismo título y que se estrena hoy en España.

Un "trabajo valiente" en el que se aborda "el tabú de este siglo", explica Debray en su casa de Houdan, un pueblo a 70 kilómetros de París, un templo lleno de libros clasificados por géneros, rodeado de prados verdes y amarillos. "No podemos aprender a morir, claro que no. Podemos aprender a ver morir, pero aprender a morir es absurdo, casi algo cómico", analiza.

A sus 84 años, Debray se refugia en este espacio tras una vida llena de riesgo y épica: fue amigo de Fidel Castro y luego se unió al Che Guevara para extender  su revolución hasta Bolivia. Aunque no quiere profundizar mucho en este episodio: "En realidad solo estuve a punto de morir aquella vez". "Hay que hacerse a la idea de que el hombre es mortal. Por eso, en el marco de los cuidados paliativos, el problema es ver morir", ahonda.

Sin embargo, en sus visitas a estos centros, las que realizó para escribir El último suspiro, se dio cuenta de una realidad: "Los médicos que trabajan allí no están tristes. No hay nada de fúnebre en los centros paliativos, los sanitarios están de buen humor, eso me sorprendió", señala. En Francia mueren al año 600.000 personas y "solo hay 200 centros paliativos. Se habla de multiplicarlos, sí, pero hay pocos voluntarios". Las mujeres, dice "son más valientes frente a la muerte, igual porque han dado a luz y tienen más resistencia al dolor, creo que ellas tienen menos miedo a la muerte". 

En El último suspiro, la vida y la muerte, o su aproximación, se reconcilian a través de una conversación: la que mantienen un doctor encargado de un hospital de cuidados paliativos y un escritor, que interpretan los actores Denis Podalydès y Kad Merad (Debray y Grange). También participan en el reparto las actrices Ángela Molina y Charlotte Rampling.

"Yo quería hacer una película más divertida", reconoce Debray, pero Costa-Gavras "ha preferido hacer una película no sobre la muerte, sino sobre la prevención, una oda a la vida. Es muy valiente en un momento en el que hacemos todo lo posible para borrar la muerte, porque él plantea el debate, no lo esquiva y hace una película sobre un tema tabú".

La muerte la rechazamos, la ocultamos, la negamos y la hemos convertido en algo"casi clandestino", asegura. "Durante el siglo XX el tabú era el sexo, en el siglo XXI esto ya no es un tabú, y en eso Freud ha contribuido mucho. Hoy es la muerte, un tabú más difícil de superar que el del sexo.

Aunque fue un firme defensor de la laicidad en Francia, la separación de la Iglesia del Estado (fue uno de los primeros miembros del comité por la laicidad de la República francesa), Debray ha analizado el papel de la religión y de la fe dentro de los grupos sociales. Considera que el declive del cristianismo ha influido mucho en este rechazo de la idea de irnos. "Antes era una etapa más, no era una marcha definitiva, pero la relativa desaparición de la fe y de la creencia en el paraíso, y sin la idea de resurrección, lo ha convertido cada vez más en tabú"...

Raquel Villaécija. París. El País, viernes 25 de abril de 2025.