jueves, 22 de mayo de 2025

"Mi marido" Un amor muy Cosmopolitan

Maud Ventura. (RTBF)

Maud Ventura (Lyon, 1992) lanzó en 2021 su primera novela con el apoyo de su editorial y en una famosa agencia internacional. Grandes anuncios en el Metro de París, citas en artículos de la poderosa Oprah Winfrey, en Estados Unidos, una promoción a gran escala, y Mi marido se convirtió en un éxito internacional.

En las primeras líneas la narradora-protagonista declara: "Quiero a mi marido como el primer día, con un amor adolescente y anacrónico". No sabremos el nombre de esta mujer alteradamente enamorada tras quince años de matrimonio y dos hijos. Ella vierte sus inseguridades en un diario íntimo y no es una mujer que resulte simpática; obsesiva, irritante, narcisista, apenas repara en sus criaturas  y resulta gradualmente una manipuladora perturbada. Siempre se refiere a su pareja como mi marido, tampoco sabemos su nombre: "Escalofríos de orgullo cuando en una cena dejo caer que 'mi marido se dedica a las finanzas'. Podríamos decir que el enamoramiento en esta historia es execrable, neurótico y patético, pero contrarrestado por una ironía que hace ver al público que estamos ante una farsa, una provocación, una antinovela romántica. 

Los combates, artimañas y venganzas de la vida amorosa son un eterno asunto literario... Aquí nos encontramos con algo más tópico. Pareja burguesa, casa bonita, niño y niña perfectos y vida sexual los sábados. Pese a que la protagonista, profesora de inglés y traductora, lee El amante de Marguerite Duras, su perorata carece de la intensidad durasiana. Abunda más lo que ella llama su diversificación de fuentes: "revistas femeninas, psicología, astrología (...) desarrollo personal, estilismo, historia , jardinería, antropología, geografía: me interesa todo lo que me pueda resultar útil para dirigir mi vida amorosa". Su pensamiento es un cruce entre la revista Cosmopolitan de los 80 y Sexo en Nueva York.

La espera palpitante cada día con el "ritmo cardíaco acelerado" del marido cuando vuelve del trabajo la justifica con una frase de Duras: "Nunca he hecho nada más que esperar delante de la puerta cerrada". Concluye que la vida de las mujeres, la suya desde luego, se resume en esa espera. La narradora confiesa que su amor es anacrónico. Ese aspecto pasivo es el que hace más irreal, rocambolesca y pasada de moda a la protagonista.

Tras el amor posesivo, aparecen señales de un acoso espeluznante: se dedica a espiar el correo, móvil y ordenador  de su marido; le cambia los objetos de lugar, luz de gas en toda regla; le pone castigos que anota con detalle, y que él desconoce, cuando se "ha portado mal"; la encendida esposa se acuesta con otros amantes los jueves, si tiene que ejercer una punición más fuerte, y graba en secreto todas sus conversaciones con él. El marido se convierte en la víctima de las pequeñas iniquidades de la esposa perfecta.

Progresivamente aparece la punta de un iceberg de reproches, agravios y resentimientos. Las motivaciones secretas del desafío salen a la luz. La lucha por el poder amoroso se desvelará. El giro sorprendente en el epílogo ilumina las trincheras de esta guerra sorda y cínica. Con cierta gracia e ingenio de la autora, a veces reiterativa, la novela está más cerca  de un Cosmopolitan atrevido, que de un análisis nuevo y contundente sobre el amor contemporáneo.

Lourdes Ventura. El Cultural 25-4-2025.

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