![]() |
Régis Debray. |
El filósofo (París, 84 años) publicó hace dos años El último suspiro, una obra a dos voces en la que, junto con Claude Grange, jefe de unidad de cuidados paliativos, aborda la importancia del acompañamiento en los últimos momentos de la vida. En esa vivencia se ha inspirado el cineasta francogriego Constantin Costa-Gavras, de 92 años, para su último filme, que lleva el mismo título y que se estrena hoy en España.
Un "trabajo valiente" en el que se aborda "el tabú de este siglo", explica Debray en su casa de Houdan, un pueblo a 70 kilómetros de París, un templo lleno de libros clasificados por géneros, rodeado de prados verdes y amarillos. "No podemos aprender a morir, claro que no. Podemos aprender a ver morir, pero aprender a morir es absurdo, casi algo cómico", analiza.
A sus 84 años, Debray se refugia en este espacio tras una vida llena de riesgo y épica: fue amigo de Fidel Castro y luego se unió al Che Guevara para extender su revolución hasta Bolivia. Aunque no quiere profundizar mucho en este episodio: "En realidad solo estuve a punto de morir aquella vez". "Hay que hacerse a la idea de que el hombre es mortal. Por eso, en el marco de los cuidados paliativos, el problema es ver morir", ahonda.
Sin embargo, en sus visitas a estos centros, las que realizó para escribir El último suspiro, se dio cuenta de una realidad: "Los médicos que trabajan allí no están tristes. No hay nada de fúnebre en los centros paliativos, los sanitarios están de buen humor, eso me sorprendió", señala. En Francia mueren al año 600.000 personas y "solo hay 200 centros paliativos. Se habla de multiplicarlos, sí, pero hay pocos voluntarios". Las mujeres, dice "son más valientes frente a la muerte, igual porque han dado a luz y tienen más resistencia al dolor, creo que ellas tienen menos miedo a la muerte".
En El último suspiro, la vida y la muerte, o su aproximación, se reconcilian a través de una conversación: la que mantienen un doctor encargado de un hospital de cuidados paliativos y un escritor, que interpretan los actores Denis Podalydès y Kad Merad (Debray y Grange). También participan en el reparto las actrices Ángela Molina y Charlotte Rampling.
"Yo quería hacer una película más divertida", reconoce Debray, pero Costa-Gavras "ha preferido hacer una película no sobre la muerte, sino sobre la prevención, una oda a la vida. Es muy valiente en un momento en el que hacemos todo lo posible para borrar la muerte, porque él plantea el debate, no lo esquiva y hace una película sobre un tema tabú".
La muerte la rechazamos, la ocultamos, la negamos y la hemos convertido en algo"casi clandestino", asegura. "Durante el siglo XX el tabú era el sexo, en el siglo XXI esto ya no es un tabú, y en eso Freud ha contribuido mucho. Hoy es la muerte, un tabú más difícil de superar que el del sexo.
Aunque fue un firme defensor de la laicidad en Francia, la separación de la Iglesia del Estado (fue uno de los primeros miembros del comité por la laicidad de la República francesa), Debray ha analizado el papel de la religión y de la fe dentro de los grupos sociales. Considera que el declive del cristianismo ha influido mucho en este rechazo de la idea de irnos. "Antes era una etapa más, no era una marcha definitiva, pero la relativa desaparición de la fe y de la creencia en el paraíso, y sin la idea de resurrección, lo ha convertido cada vez más en tabú"...
Raquel Villaécija. París. El País, viernes 25 de abril de 2025.
No hay comentarios:
Publicar un comentario