viernes, 9 de mayo de 2025

El Circo del Sol, un homiguero luminoso que se instala en A Coruña

A menudo se piensa en el Circo del Sol como un inmenso gigante. Un mamotreto deslumbrador nacido para desorbitar los ojos y abrumar con contorsiones imposibles y malabares de fantasía. Luces y música, y risas prendidas por la pirotecnia y los brillos fulgurantes.

Pero, detrás de las bambalinas, en los intestinos profundos de la bestia, las cosas se contemplan muy distintas. La visión desde el otro lado evoca más bien la imagen de un sofisticado hormiguero. Una colonia populosa donde cada individuo cumple su función con meticulosidad y mimo, volviéndose así un engranaje fundamental de la enorme máquina.

Ayer pusieron todas estas hormigas, con sus atuendos llamativos y sus talentos únicos, pies en A Coruña. Hasta el 4 de mayo habrá pases en el Coliseum de la rutina Corteo. Dos semanas teñidas de los mil colores del asombroso mundo del circo.

Como en una torre de Babel en miniatura, los 120 empleados de este espectáculo itinerante, provenientes de las cuatro esquinas del globo, son un popurrí de idiomas y nacionalidades. Todos se hacen entender, casi siempre en inglés, pero no exclusivamente. Rusia, Japón, Ucrania, Francia, Canadá... Incluso España tiene su representación en este mosaico formado por 29 banderas.

Pero la existencia del girador tiene también sus reveses. "La vida en tour necesita mucho trabjo de adaptabilidad. Normalmente cambiamos de ciudad cada semana. Tienes que vivir con la maleta hecha y minimizar al máximo tus pertenencias, estar lejos de tu familia y tus amigos. Debes ponerte al día con ellos cada vez que vuelves a casa", explica el canadiense Francis Croft, que asombra a la concurrencia con sus piruetas sobre una cama elástica.

Lo bueno, no obstante, supera con creces a lo menos bueno. "Llevo ya siete años con este circo. Para mí, como joven gimnasta, fue un sueño hecho realidad poder unirme a esta familia. Es muy emotivo, se nos permite ser nosotros mismos sobre el escenario. Contamos una historia preciosa que celebra la vida", añade.

Dos mil piezas de vestuario. Cada actuante se cambia de atuendo entre dos y siete veces por pase. Técnicos, cocineros, clowns, bailarines..., un monolito humano que rema al unísono para delinear una de las puestas en escena móviles  más reconocibles del planeta. Dentro de poco, después de haber degustado, se asume, el pulpo y la empanada, embarcarán rumbo a Nueva Zelanda.

Carlos Portolés. A Coruña. Viernes, 25 de abril de 2025.

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