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| La baronesa de Rothschild. (Jaime Villanueva) |
La casa Rothschild se extendió por Europa en el siglo XIX. El patriarca mandó a cuatro de sus cinco hijos a las principales capitales del momento para expandir el modelo bancario Las ramas británica y francesa fueron las más exitosas en los negocios. Es en esta última donde tiene sus orígenes, aunque hoy está en Ginebra (Suiza), Edmond de Rothschil Group, la firma financiera que fundó el padre de Benjamín en la década de los cincuenta del siglo pasado. En 1997, al fallecer su progenitor, Benjamín tomó las riendas del grupo. Dos años después se casó con Ariane. Más interesado por los barcos de competición (fundó su propio equipo, el Gitana) y los coches de carreras, fue dando cada vez más protagonismo en el negocio familiar a su esposa, quien en 2008 ingresó en el comité ejecutivo de la compañía.
La muerte prematura de Benjamin a los 57 años le dio todo el poder a su mujer. Y con él una tarea hercúlea. De cara al exterior debe defender un negocio con activos valorados en casi 200.000 millones de euros en un sector tan competitivo como la banca privada y la gestión de patrimonios. Dentro de casa la misión no es menos peliaguda: salvaguardar una fortuna, con diferentes pretendientes, valorada por la revista Challange en 5.300 millones. Tanto el fuego amigo como el enemigo atacan por el mismo flanco, sus orígenes.
P.- De El Salvador a liderar una de las familias financieras más influyentes. ¿Cómo definiría su carrera profesional?
R.- Yo nunca había planeado este camino, quería hacer otras cosas. En cualquier caso, mi carrera se puede resumir en una idea: tener convicciones fuertes. Los valores te ayudan a superar todo.
P.- Es la primera mujer, la primera persona ajena a la familia , que dirige un banco con el apellido Rothschild. Fácil no lo debió tener, ¿no?
R,- Efectivamente, fue muy duro. Llegué a un entorno muy conservador, muy de hombres, que hacía las cosas de una determinada manera desde hace mucho tiempo. La gente del banco se preguntaba que para qué cambiar. Tener a la esposa del dueño en el consejo era algo que no podía entender. Habían olvidado que yo era parte de la familia, con independencia de si era hombre o mujer.
P.- ¿Cómo logró hacerse respetar en ese universo tan masculino?
R.- Trabajando el doble que ellos tenía tanto que hacer que no sabía por donde empezar, así que pedí que me dejaran abierto el banco los domingos. Todos se rieron. A partir del sexto domingo, las risas se apagaron. Vieron que iba en serio.
P.- Quienes la conocen reconocen que entre las virtudes que la adornan no está la diplomacia. Tiene fama de ser muy directa. ¿Es verdad?
R.- Sí, es verdad. No tengo tiempo para andarme con rodeos. No me lo puedo permitir. Sin ser maleducada, prefiero decir las cosas claras desde el principio. El mundo de las finanzas tiene otras formas, pero yo no soy así.
P.- ¿Qué otros rasgos definen su liderazgo?
R.- Mi espíritu emprendedor y el dar libertad a los equipos. Una vez marcadas las líneas estratégicas, dejo margen para crear, no estoy en el micromanagement del día a día...
David Fernández. Negocios. El País, domingo 2 de noviembre de 2025.

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