domingo, 13 de diciembre de 2015

En otoño, soutos y castañas

Me despido de un trimestre cargado de cambios en mi trabajo . Nueva dirección en el instituto. Nueva ley. Nuevos compañeros, después de unas cuantas jubilaciones. Nuevos libros de texto. En general me suelen gustar las novedades pero esta vez me deje invadir por un malestar y un rechazo que acapararon mi energía y mis ganas de acercarme a los demás; consecuencia: cumplo estrictamente con alimentar el diario de Francia que es la base de leer y tejer  y ya volveré a escribir cuando esté más inspirada. Pero llega la terrible sorpresa, el golpe de los atentados del 13 de noviembre. Uno de esos golpes que nos hace salir del cascaron de nuestro egoísmo, en el que nos encerramos por tan pequeñas cosas. No podía seguir en silencio este blog que nació de la gratitud a un país, a su gente, a su cultura.  Desde aquí , cada día, las noticias que transcribo, de diarios españoles, testimonian su presencia en lo nuestro, su cercanía. Por lo tanto, lo intento de nuevo, los domingos nos vemos.
En ese paisaje gris, de nubarrones, aunque el tiempo real fue bueno, en el que me moví estos meses, estuvieron mis buenos amigos y los tengo muy buenos. Gracias a Elvira, mi querida antigua colaboradora de la Asociación, sobreviví a la programación y a su jerga administrativa, sin ella no hubiera sido capaz de escribir una línea.
En Paradela de Sil.  Criba de las castañas
Hace dos semanas, mis amigos de Orense me regalaron un día de ocres, rojos y dorados en la Ribeira Sacra. La Fiesta de la Castaña en Parada de Sil. Un día de vuelta a mis raíces. Las de mi infancia. Las de mis primeros años de profesora que acuden a galope ante el instituto, entonces del Puente, hoy Blanco Amor, donde nos citamos los 20 viajeros, algunos, profesores jubilados o casi, como yo. La Fiesta es la Fiesta de la Pisa de la Castaña en Purdeus. Una pequeña aldea al fondo de una ladera cubierta por una alfombra rojiza. Los troncos de  los castaños alzan sus brazos desnudos. Es un souto / un castañar de postal. Más abajo, siempre en pendiente, casi al borde de donde confluyen el Sil y el Mao , en la pequeño circulo que forman unas cuantas casas, está el pisón, un enorme tronco de madera que  hace las veces de mesa. Dos personas desde el sequeiro echan las castañas en sacos, tirándolas por un ventanuco. Tres hombres con sus sacos se acercan al pisón y contra él los golpean con fuerza.  El último paso es quizá el más difícil, limpiar las castañas pisadas, separando la carne de las pieles. Para ello utilizan una especie de cribas semicirculares que sostienen a la altura de la cintura, moviéndolas en un baile de cintura, brazos y cadera. Todo el proceso que comienza quince días antes con el secado de las castañas en el sequeiro lo llevan a cabo los vecinos, voluntariamente. Sorprende la edad de los realizan el cribado , son los mayores del lugar, de unos ochenta años. Hace cuatro años que se celebra esta fiesta, un modo de mantener una tradición, de pasar a los jóvenes el testigo.
Buscando siempre más lo que nos une que lo que nos separa y conociendo la importancia de la castaña en la gastronomía francesa comprobé como en los dos países se dieron las mismas tradiciones agrícolas. Las fiestas de  la Châtaigne o des Marrons, de octubre a noviembre, se reparten por el mapa de Francia. Del  Périgord-Limousin  al Haut-Languedoc. De Córcega a los Alpes de Haute-Provence. Dournazac es la capital limousine de la castaña.  Allí se celebró, este año, la 40 edición de la fiesta. Son fiestas sin referencias a las tradiciones, de exposición y venta de castañas y de los productos locales, de concursos, de comidas populares, del vin nouveau, vino de la nueva cosecha. Pardeus también ha incorporado esta parte de la fiesta, lo mismo que la degustación de los vinos  de la Ribeira Sacra. Y cuando cualquier referencia al pasado parecía perdida, desanimada, dispuesta a abandonar mis pesquisas, surgieron en el paisaje los Clédiers , nuestros Secadeiros / Secadores de castañas. Pequeñas construcciones circulares, cuadradas o rectangulares, todavía numerosos en Périgord y Limousin donde, hace mucho tiempo, se secaban las castañas que luego se sacaban por un ventanuco exactamente como aquí, sin ninguna alusión más ni a la pisa ni al cribado posterior. Mientras me informaba descubrí que la crème des marrons que, desde hace unos años preparo, no es una receta  muy francesa como creía, ya se la daré otro día, tiene un secreto que es la clave de que siempre, hasta ahora, guste al que la prueba.
Carmen Glez Teixeira.

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