domingo, 20 de diciembre de 2015

Tres mujeres en Cineuropa 2015

Charlotte Rampling, Gulia Lazzarini y Dolores Fonzi
Desde hace 30 años en Santiago de Compostela el mes de noviembre es el mes Cineuropa. Un festival que presenta una selección de películas premiadas en Cannes, Venecia, Berlín, Locarno, San Sebastián. Este festival se ha ido abriendo al cine de Latinoamérica o de Asia, del mismo modo que se ampliaron las salas de proyección, del viejo Salón Teatro inicial al Teatro Principal, al GAG , la sala de la Fundación o la sala Mozart del Auditorio. Cuenta con un público fiel, entre el que me encuentro aunque mi asistencia haya sido algo irregular con algunos períodos de ausencia. Gracias a Cineuropa he visto durante años cine francés que nunca habría llegado a las salas de la ciudad. En los noventa siempre acudía a la cita Guédeguian y los suyos, de Marius y Jeanette a Marie-Jo et ses deux amours con Marseille y L'Estaque al fondo. O François Ozon, con sus recientes Dans la maison, Jeune et Jolie, Une nouvelle amie. Del mismo modo descubrí a Assayas, otro asiduo y uno de mis preferidos, al que se le dedicó un especial sobre su filmografía en 2013.
 Este año sin embargo, aunque Guedéguian figuraba en el programa con Un histoire de Fou , no vi ninguna película francesa. A decir verdad solo fui a tres filmes casi por azar. Y una vez más el azar se portó bien. Ahora, unas semanas después, encuentro que esas tres películas guardan una relación entre ellas, ya que se podría decir que son tres estudios de mujer, en tres momentos distintos de sus vidas: Kate, Ada, Paulina, en el orden cronológico que las descubrí .
Kate, Charlotte Rampling (45 años, Andrew Haigh) es una mujer feliz en su matrimonio  que prepara con su marido Geoof (Tom Courtenay) una fiesta para celebrar sus 45 años juntos. Llega una carta que hace tambalear los cimientos de su felicidad cuando descubre el secreto que le hace sentir que su vida ha sido una mentira contada por quién más la ama. Es un drama sin drama, no hay gritos, ni reproches, ni recriminaciones. Solo su mirada, mira y nos mira como si su mundo se desmoronase sin poder evitarlo. Ese mundo con que se abre la película de paseos con el perro por los alrededores de la casa, campiña inglesa en invierno. De cuidados afectuosos a Geoof, risas y bromas sobre sus intentos inacabados de leer a Kierkegaard. Bach en el piano, comentarios sobre sus amigos, todo es complicidad entre los dos. Ese mundo que ya no es en el baile de la fiesta que deciden mantener, y que Kate nos transmite en su mirada desolada. Ada, Gulia Lazzarini (Mia Madre, Nanni Moretti) es el nombre de la madre del director en el film en el que como en otras ocasiones es también actor. El personaje principal y el propio Moretti se parecen como dos gotas de agua. Pero no es él el que interpreta el personaje sino un alter ego femenino, su hermana Margherita. Moretti se adjudica el papel más hermoso, el del hermano discreto, entregado al cuidado de la madre, que fue profesora de latín y griego, muy querida por sus alumnos. El foco de la película está puesto sobre todo en Margherita que sirve a Moretti para verse a sí mismo, para abordar la dificultad entre el deseo indivual y el colectivo. A mí me conmovió el papel de la madre, el regreso del hospital, para morir, a su piso lleno de libros, "cúantas horas de estudio y de trabajo", piensa Margherita pasando su mano sobre ellos. En sus días finales sigue sosteniendo el  frágil equilibro de sus hijos y su nieta, Livia, a la que, desde la cama, ayuda en su traducciones de latín. Es la profesora que recuerdan generaciones de alumnos, ella que además de latín y griego les había enseñado a vivir..... Paulina, Dolores Fonzi (Paulina, Santiago Mitre), una joven abogada de vida bien estructurada decide trabajar como maestra en un entorno rural desfavorecido. Un retrato de la eterna rebelde que se va dibujando desde la primera escena de enfrentamiento con su padre juez que espera de ella una brillante carrera. "Solidaridad y compromiso" argumenta Paulina. "Estupidez" responde su padre. Emocionante debate generacional sobre la militancia política y la justicia social, sobre las apariencias, el adaptarse o no a las reglas. Debate y confrontación que Paulina y su padre mantienen a lo largo de la película sobre cómo compaginar el compromiso personal y los ideales socio-políticos. Un discurso que nos deja un regusto amargo, incertidumbre e inquietud.
Tres películas sobre mujeres de edades y antes situaciones diferentes. Tres directores que se interesan por nuestra complejidad. Tres películas de finales abiertos para que que hablemos sobre ellas con nuestros amigos, que nos hacen buscar cuál sería nuestra posición, que nos hacen conocernos mejor. Gracias a los tres.

Carmen Glez. Teixeira

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