Maximilien Robespierre, el Incorruptible, ha vuelto de entre los muerto para, quién sabe, quizá, asesinar a sus seguidores. O eso parece. En tan solo tres semanas han muerto cuatro miembros de la Asociación de Estudios de los Escritos de Maxilimien Robespierre, y, aunque aparentemente lo que han hecho es suicidarse, el que aparezca una huella en forma de guillotina desdoblada, en las escenas del (no) suicidio, todo apunta a que hay alguien detrás, una suerte de asesino en serie de los seguidores de Robespierre. Seguidores que pertenecen, en realidad, a una asociación dedicada a la reconstrucción histórica, con cientos de miembros y pelucas, barbas y sesiones extraordinarias, en las que se reviven sesiones de la Asamblea Nacional durante la Revolución, y en la que, como una representación teatral clandestina y en cierto sentido macabra, cada uno tiene un papel, e interpreta el discurso de su personaje, ante un público entusiasta y anónimo, pues la asociación garantiza el anonimato de todos sus miembros, y he aquí el problema al que deberán hacer frente los lápices del comisario Adamsberg, quien va a tener que imaginar a las víctimas, disfrazadas, y va a hacerlo, evidentemente, dibujando..... Tan retorcida, visceral y reflexiva como siempre, Fred Vargas, la dama del crimen proustiana propulsa en esta ocasión la mente del eficaz comisario al epicentro de la Revolución Francesa... La mente del comisario es, una vez más, el escenario, por el que transitan personajes, ... La mente del comisario es una atalaya desde la que observar el mundo.... He aquí lo que tienen de especial y de fascinante las novelas de Fred Vargas, y Tiempos de hielo es un majestuoso ejemplo en ese sentido, se adentran en el misterio, buscando el centro mismo de éste.... La ejecución de la pieza es impecable. Impecable en la ironía, que crece en el arte del diálogo, en la conversación y en el interrogatorio (tan sutil como delicioso); impecable en la construcción de personajes, sí, pero sobre todo impecable en el desarrollo de la trama, hipnótica, hechizante, magistral.
Laura Fernández. El Cultural, 4-12-201
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