domingo, 28 de febrero de 2016

El tirón de lo francés

Me atrevo a tomar prestado el título del  artículo de Santiago Alvárez El tirón de lo francés (El Mundo, lunes 25 de enero de 2016), porque tanto el título como el contenido de su texto me animan a escribir estas líneas sobre algo que ya ha sido analizado por periodistas, escritores historiadores desde diferentes posiciones políticas ( entre otros: Jorge Bustos, David Jiménez, Antonio Elorza, Fernando Savater, Javier Marías). Se trata de la poca solidez intelectual  de muchos  de los actores de la nueva política. La afición de los lideres de Podemos  a referirse a la Revolución francesa, más en concreto a la guillotina, pone en evidencia su visión trasnochada, su admiración por lo que hoy representa más su fracaso que su éxito para una importante corriente de opinión de la intelectualidad francesa. Ya en Soñadores y Tigres de papel expresé cuán viejos me parecen estos arrogantes profetas de lo nuevo. Ô Combien! Y aunque persigo mantener este espacio del blog neutral, fuera de la lucha partidista, son varias las razones las que me disponen a dar este punto de vista. Una, invitaros a leer al gran historiador François Furet y a dos reconocidos escritores, Françoise Chandernagor y  Pierre Michon que con sus relatos consiguen hacer vivir dos testimonios que se complementan. Dos testimonios tan bellos como escalofriantes sobre los días de la Revolución y sus consecuencias. Cesar Antonio Molina en El principio esperanza (El País, viernes 19 de febrero de 2016) afirma: "No callar es una forma de esperanza". Como él, tengo esperanza en la democracia y en la Constitución y por ello me  decido  a participar, a mi manera, en el asunto en el que estamos inmersos desde el 20 de diciembre.

Pensar la Revolución Francesa (1978, Petrel),  Diccionario crítico de la Revolución Francesa (1989, Alianza), La Revolución a debate (2002, Encuentro), son las publicaciones que he encontrado disponibles en español de François Furet, el Diccionario crítico  en colaboración con Mona Ozouf, sobre el tema que nos ocupa. Está traducida otra de sus obras El pasado de una ilusión (1995, Fondo de cultura económica). La trayectoria historiográfica e intelectual de François Furet (1927-1999) esta marcada por su dedicación principal a la Revolución de 1789. Su posición intelectual y política a partir de su primera publicación La Révolution Française (1965)  la dio a entender a través de sus libros que fueron proponiendo una lectura nueva de los acontecimientos revolucionarios. Mona Ozouf su colaboradora y amiga publicó en 1999, François Furet. Un itinéraire intellectuel (Calman Lévy) una recopilación de los artículos  que a lo largo de 40 años Furet publicó en el Nouvel Observateur sobre la política francesa de la V República. En Pensar la Revolución Francesa propone una nueva interpretación : abandona el término de revolución burguesa ya que sus actores no son agentes de un capitalismo que está naciendo, son esencialmente hombres de leyes y de letras y son ellos los verdaderamente importantes en el desarrollo de los hechos. El fracaso del nuevo orden político  basado en el contrato social entre voluntades individuales sin ninguna referencia al orden estamental anterior se manifestó en una sucesión de regímenes políticos entre 1789 y 1804. En cuanto al Terror, Furet demuestra, apoyándose en la cronología, que no puede explicarse solamente por las circunstancias (la guerra exterior y el complot aristocrático), sino que el Terror es inseparable de una revolución que nunca fue moderada, incluso en su principio. Se construyó sobre el voluntarismo político, es decir sobre la convicción de que la política puede cambiar la sociedad, recurriendo si es necesario a la violencia. Hoy Furet sería calificado de "renegado" por los nuevos políticos a los que tanto gustan los términos  marxistas-leninistas.


Decir lo imposible a través del artificio de la literatura (Jorge Semprún, La escritura o la vida/1995, Tusquets) . Françoise Chardenangor en La chambre/ La Habitación/ Edhasa, 2004) ejemplifica las palabras de Semprún de un modo conmovedor: "En una habitación cerrada , un niño solo. En una habitación cerrada con llave, un niño silencioso, sin juguetes sin libros. La habitación es amplia: puede andar... Pero por la ventana no se ve nada. Nada más que tablones y barrotes...." Es la historia de Louis XVII, el Delfín de Francia, abandonado, olvidado por todos. La escritora la aborda desde su doble faceta de historiadora y de madre. Los dos planos se entrecruzan: la vida cotidiana de París en la Revolución y la degradación física y moral del pequeño Charles Louis Capet. La autora ha leído todos los archivos, todas las denuncias, todos los testimonios. Y con una extraordinaria sensibilidad nos empuja, nos lleva a la habitación para hacernos compartir la muda, la cruel soledad del niño....Pierre Michon publica en 2009, Les Onze/Los Once/ Anagrama, 2010, un texto que había empezado 17 años antes y que fue anunciado como "novela sobre el Terror". El escritor imagina que un contemporáneo de David, habria podido o habría debido pintar una representación del Gran Comité de Salut Publique cuyo destino final sería el Louvre, más concretamente el pabellón de Flore, de l'Égalité donde estaba instalado el Comité. Nada de pintura alegórica o simbólica, un retrato" hecho de hombres, en esta época en la que los cuadros se hacían de virtudes". Michon busca esclarecer esta"época que es como el colmo de la Historia y que en consecuencia se la llama El Terror"....
Mensajes de dirigentes de Podemos como:"Felipe no serás rey que vienen nuestros recortes y serán con guilotina", o como dijo Kavier Krahe "la guillotina, por supuesto /tiene el chic francés", ambos recogidos por Santiago Alvárez en su artículo, sorprenden a más de un francés. César Antonio Molina habla de un amigo que, hace poco, en Paris, le dijo que nunca había visto suicidarse un país con tanta alegría.

Hoy es sábado, 27 de febrero, estoy en el Plaza de Antón Martín, en Madrid, vengo de acompañar a J. a su trabajo y me dirijo al Prado. Me he parado ante El abrazo , el monumento que partiendo del cuadro del mismo nombre de Juan Genovés, se levantó en memoria de los abogados laboralistas asesinados en 1977. En la placa al pie del conjunto escultórico leo el verso de Paul Éluard: "Si el eco de su voz se debilita, pereceremos"...

Carmen Glez Teixeira


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