sábado, 27 de febrero de 2016

La Biblia de cristal, 2

La catedral es un mundo, con más de 5.000 figuras trepando pórticos y vidrieras que nutren el espíritu. Pero el cuerpo reclama lo suyo, hay que reponer fuerzas. A la región de Chartres, la Beauce , se la llama "el granero de Francia". Con su pródigo cereal se fabrica  una cerveza artesana, L'Eurélienne, rubia o tostada que puede servir de aperitivo. También el bocado más típico, el paté de Chartres, usa cereal como corteza y se presenta como un panetonne. El mejor lugar para desgustarlo es Le Georges, restaurant gastronómico y La Cour, brasserie más asequible, del hotel Le grand Monarque. A un costado de la catedral, la antigua Casa de Diezmos ha sido convertida en Centre du Vitrail, que es a la vez museo, taller de restauración, centro de estudio y sala de exposiciones de artistas del vidrio. La parte alta (donde el obispo almacenaba el grano) ha sido reconstruida, mientras que la cava (donde se recogía el vino) conserva sus bóvedas románicas. Al lado (todo en Chartres está al lado), el palacio del obispo, con agradables jardines, es ahora el Museo de Bellas Artes. Entre sus colecciones figuran instrumentos musicales, tanto antiguos como recreados a partir de las figuras de la catedral y la donación que hizo la viuda del pintor fauve De Vlaminck. Vivían cerca en Rueil-la-Gadelière. Cometió el error de participar, en 1941, en un viaje organizado por la Francia ocupada para conocer arte alemán (nazi), algo que oscureció su futura carrera. También hay pinturas de Soutine, otro artista afincado en la región. La ciudad alta es también la nueva y no carece de encanto. Sobre todo si uno va buscando golosinas de la tierra. Como le sablé de Beauce (pastas), el mentchikoff (chocolate forrado de merengue), el pastel pélérin o les macarons. Conciertos no faltan, sobre todo de música antigua. También abundan los festivales: uno especial es Chartres en lumières: todas las noches, de abril a octubre, cerca de treinta puntos, se convierten en espectáculo de luz y sonido. Casi todos los hoteles se concentran  a pocos pasos de la estación de tren. Allí avanzan las obras para transformar el aérea en polo de ocio, con un gran auditorio, centros comerciales, restaurantes y cafeterías. Chartres no se duerme en el pasado.
Carlos Pascual. El viajero. El País, viernes 19 de febrero de 2016

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