martes, 27 de septiembre de 2016

Van Gogh pintó a sus enemigos

La noche del 23 de diciembre de 1888, Vincent van Gogh se cortó la oreja por culpa de un brote psicótico. Vivía en la ciudad francesa de Arlés y su mundo se vino abajo al abandonarlo su colega Paul Gauguin, con el que intentó formar una comunidad de artistas en la famosa Casa Amarilla, retratada en uno de sus lienzos. La falta de sueño, pésima alimentación y abuso del alcohol contribuyeron al colapso. Aunque superó la herida y el ataque, los episodios se repitieron y llegó a la conclusión de que acabarían dominándolo. En consecuencia, tras haber evaluado el daño que causaría, y la intensidad de un sufrimiento que dificultaba su obra, el 27 de julio de 1890 se pegó un tiro en un prado de Auvers-sur-Poise. Cometió un "suicidio meditado". Mencionado con gran cuidado entre muchos "tal vez" y "probablemente", el término ha satisfecho al equipo de psiquiatras, neurólogos , expertos en ética y filosofía de la medicina, además de historiadores del arte, reunidos en un simposio extraordinario organizado por el museo del pintor en Ámsterdam. Si bien no han desentrañado el misterio de la supuesta enfermedad que le aquejaba, sí han establecido un antes y un después de la fatídica noche navideña de su automutilación. "Los doctores que le trataron en Francia diagnosticaron una epilepsia, pero esa definición ha cambiado mucho con el tiempo. Si podemos afirmar, por el contrario, que todos sus achaques anteriores al 23 de diciembre de 1888 responden a varios factores. Hay consenso en que padecía gonorrea. Tal vez tuvo sífilis neurológica, la que acabó matando a su hermano, Theo, pero no hay pruebas. El vértigo de Menière y la porfiria (enfermedad metabólica hereditaria) no parece plausibles. Lo que nadie puede negar es que tenía una psicosis", señala Arko Oderwald, filósofo de la medicina del Hospital Universitario de Utrecht. Con un matiz esencial: en los periodos de relativa calma emocional trabajaba a destajo y era sociable. Gran parte de los "enemigos" de Van Gogh está en sus cuadros. En el titulado Bodegón con un plato de cebollas (1889) lo de menos es la herbácea. Lo importante es la botella de alcohol y la pipa de tabaco, dos de los productos consumidos a destajo por el pintor. El simposio dedicado a desentrañar sus males en la capital holandesa ha abordado sus hábitos y achaques con un ojo clínico actual, pero sin paciente físico. De ahí que haya habido consenso en las dudas, y certeza en torno a un  término genérico, como la psicosis. Para un experto en Filosofía de la Medicina como Arko Oderwald, de haber analizado la situación Sherlock Holmes, el detective creado por Sir Arthur Conan Doyle, él mismo médico, " las pistas del óleo habrían allanado el camino hacia algunas pruebas concluyentes: el artista bebía y fumaba en exceso". En cuanto a sus vertiginosos cielos estrellados y árboles retorcidos, "tal vez solo otro médico, igualmente detectivesco y ficticio, el de la serie televisiva House, habría podido desentrañar el rompecabezas de sus múltiples síntomas casi sin verle". ....
Isabel Ferrer. Ámsterdam. El País, sábado 17 de septiembre de 2016

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