domingo, 25 de septiembre de 2016

La guerra de los deberes

Amanecí ayer con la noticia en la prensa de una convocatoria a una huelga de deberes durante el mes de noviembre, hecha por el presidente de la Ceapa (Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres del Alumnado) que considera que el tiempo dedicado a los deberes es mayor del esperado. Así me entero de que se ha puesto en marcha la campaña: "En la escuela falta una asignatura: mi tiempo libre". Y como ya llueve sobre mojado mi primera reacción fue de indignación una vez más. No por el asunto de los deberes en sí sino por la injerencia de los padres  en la vida escolar como si fuera su casa. Algunos entrecomillados destacados en los periódicos fueron aumentando mi rechazo y mi mal humor, o por su demagogia, o por la debilidad de sus manifestantes: "Los deberes son segregadores porque hay padres que pueden pagar una pasantia y otros no" (Presidenta de la Confederación Galega de Centros Públicos, La voz de Galicia,, 23-9-16). A continuación, en el mismo periódico:"La Consellería de Educación deja en manos de cada centro la decisión de poner trabajos a sus alumnos"."La Confederacíon de familias de la escuela pública llama a boicotear los deberes"(El País, viernes de septiembre de 2016). Para colmar mi irritación oí en la radio por la tarde al presidente de la Ceapa defendiendo su causa con el argumento de que los fines de semana son para la vida familiar, coincidiendo con las declaraciones de la madre que inició en 2015 una campaña de recogida de firmas: "los fines de semana son lo mínimo que se debería respetar", recogidas también en El País de ayer. 

Los titulares y comentarios de prensa piden con frecuencia matizaciones ya que tomados en términos absolutos pueden producir el efecto contrario de lo que pretenden, una información ajustada a la realidad. Algunos comentarios sobre la noticia con mis compañeros, la lectura de los artículos citados con cuidado suavizan en cierto modo la "agresiva convocatoria a la huelga de deberes" al mismo tiempo que ponen en evidencia las contradicciones y debilidades de nuestro sistema educativo. La Ceapa (confederación española de asociaciones de padres y madres del alumnado) en la que esta intregada  la Confapa ( confederación galega de pais e nais de centros públicos) comprende dos niveles educativos, Primaria y Secundaria. Parece que el problema de los deberes está más focalizado en Primaria. Por ahora, aunque cada vez son más frecuentes las recomendaciones que recibimos los profesores de secundaria al respecto según el grado de injerencia y de beligerancia que muestren no los padres en términos generales sino los directivos de las asociaciones con representación en el Consejo Escolar de los Centros. Porque, hablando claro, olvidando lo politicamente correcto, de eso se trata en la mayoría de los casos. Los excesos de la democracia participativa que tanto les gusta a algunos, han convertido a algunas de estos miembros de los Consejos Escolares y representantes de las Asociaciones y Confederaciones (sin arte ni parte de sus representados) en unos nuevos controladores de los profesores, atribuyéndose el papel de los inspectores administrativos, poniendo en duda su trabajo y su capacidad profesional. Por supuesto con nuestra complicidad, nuestra pasividad, lejos de aquellos años en que se hacía oír la voz de los profesores. Y no hablemos de la Administración  que como casi siempre se lava las manos y deja la decisión al criterio de los Consejos Escolares. Estoy esperando unas palabras del Ministro  sobre el conflicto. 


Cuando mis hijos estaban en EGB, la etapa escolar que se corresponde hoy con Primaria y los primeros cursos de Secundaria, vivimos una guerra similar que aún colea hoy en algunos centros, sobre la organización  del horario escolar , la jornada partida y la jornada única . Por supuesto ganó la segunda. Los que defendíamos la primera, una jornada de dos períodos  con un descanso para comer en el propio colegio, de modo que a las 4 de la tarde se diese por terminada la jornada, salimos muy mal parados de la batalla. No solo la perdimos sino que se nos tildó de padres , mejor de madres, que eramos en mayoría las que nos ocupábamos de estos quehaceres, desaprensivas, sin amor a nuestros hijos que lo que necesitaban era más tiempo con su familia. Se desmantelaron los comedores escolares, que algunos existían a cargo entonces  de la Administración y se impuso un horario escolar de seis horas, cinco en primaria, de un tirón. Lo má antipedagógico e inadecuado para la salud de los chicos que van apaciguando su hambre con lo que pueden en los dos recreos de la mañana. Todo con la complacencia de la Administración que dejo la decisión en manos de los padres y de los profesores. Estos últimos, todo hay que decirlo, encantados la mayoría de una jornada que favorecía sus intereses. Pocos años después, por el imperativo de los tiempos, han vuelto aparecer los comedores escolares, ahora ya gestionados por las asociaciones de padres que tanto reivindicaron antes el derecho a comer con sus hijos.  Desconfío de los argumentos en cuanto a la educación que se basan en el bienestar de los alumnos porque casi siempre escoden el bienestar de los padres. 

Volvamos sobre la prensa ayer, sábado. En La Voz de Galicia y El Correo Gallego los profesores defienden unos deberes razonables pidiendo que se confíe en su criterio. En el mismo sentido se posiciona la Concapa, la otra gran confederación de centros concertados y privados. Rafael Moyano en su columna de El Mundo, El deber y los deberes, señala donde esta el problema: " El escollo no son los deberes, es la irracionalidad de los horarios en España que impide la conciliación de la vida familiar y laboral". El País no hace ninguna mención a este asunto.

Hablando de deberes, el deber de los padres es educar a sus hijos en el respeto y la confianza al profesor. El deber del profesor es proponer unas tareas adecuadas a la edad y que ayuden al trabajo en el aula. El deber de la Administración es asumir sus responsabilidades y no permitir que la comunidad educativa acabe siendo dirigida por los intereses y caprichos  de quienes no fueron formados para ello. 

Carmen Glez Teixeira

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