jueves, 22 de septiembre de 2016

Michel Butor, una novelista al otro lado de la frontera

Tengo muy presente el rostro de Michel Butor, aquella vez que apareció de visita, en una residencia de escritores en Niza. Corría el año 2002. Un hombre alto, muy fuerte, de barba larga y clara, con la mirada chispeante, en la que había algo de río agitado o de amor herido. Entre todos los representantes de la vanguardia literaria nouveau roman (novela nueva, en francés), fenómeno que aparece en los años cincuenta como una crisis de la novela en la posguerra. Michel Butor fue la pieza que no encajaba. Tal vez demasiado escéptico para entender el materialismo de la novela-objeto, más próxima a un Alain Robbe-Grillet, otro de sus pilares. Michel Butor murió el 24 de agosto en un hospital de Contamine-sur-Arve, en el este de Francia, cerca de la frontera suiza, a los 89 años. Butor nació en 1926 cerca de la ciudad norteña de Lille. Estudió Filosofía y Literatura y dio clases en Egipto, Inglaterra y Grecia. En 1958 regresó a París y construyó una obra inclasificable de libros, ensayos y poemas, muchas veces inspirados en sus viajes. Nunca dejó de interrogarse sobre el sentido fundamental de la escritura y por eso siempre pareció un diletante no admitido en los círculos literarios convencionales. Uno de sus últimos libros acerca de Victor Hugo, buscaba valorizar la figura del escritor polivalente, inquieto con su época, que trata desesperadamente de establecer un vínculo con los lectores, ser leído y no considerado como un escritor para escritores, como se le encasilló con cierto desdén desde que su novela La modification fuese premiada en 1957 con el Premio Renaudot. Este libro marcado por el uso gramatical de la segunda persona del plural, es un monólogo inclemente que se mantiene todo el trayecto de tren de París a Roma... Butor exploraba también el teatro, de ahí que nunca abandonase esa obsesión por el tiempo y el espacio....Como poeta lo que le importaba era el poder trascendental de la mirada y de las palabras. Con el tiempo Butor se convirtió en una figura discreta, alejada del tumulto parisiense. El gran viajero se refugió en su casa de la Alta Saboya donde salía a dar grandes caminatas. "Ningún viaje me ha decepcionado", relató a El País en 2014. "Aunque sean por trabajo, como profesor, siempre te permiten ver desde el otro lado de la frontera".
Patricia de Souza. El País, sábado 27 de agosto de 2016

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