viernes, 31 de enero de 2020

Ana Tijoux: Rap, mapuches y feminismo

Ana Tijoux
Para que Ana Tijoux esté ahora a orillas de una avenida de Santiago de Chile con un vaso de café en la mano esperand, bajo la luz floja de un sol mortecino, atravesar la calle y caminar  hasta la sala del barrio  de Bellavista donde, junto a su banda, ensayará el show con el que va a despedirse de Chile antes de instalarse en Francia, muchas cosas tuvieron que suceder  en un pasado cercano -nació en 1977- en el que hay exilio, torturas, abandonos, un parto sin anestesia, agentes de inteligencia interrogándola cuando tenía seis años, una casa en Lille y un edificio en París con pasillos repletos de jeringas de adictos a la heroína, clases de danza y  de kung-fu, una plaza gélida en Chile, un pijama, un grupo de amigos, que están presos o muertos. Los nexos  entre todas estas cosas son, para ella (pómulos de Nefertiti, las finas argollas de los aros tocándole las mejillas como si fueran las patas que un pájaro moja en un estanque dorado), hechos fantasmales que se mueven detrás de una cortina de tiempo. Es cantante de rap, estuvo ocho veces nominada al Grammy, fue señalada por Thom Yorke, David Byrne, Iggy Pop. En sus letras habla de verdad, justicia, memoria, y señala el olvido como una tragedia. Sin embargo, acerca de su propio pasado, dice una y otra vez:" No sé. Tengo lagunas. No me acuerdo. Nunca se habla en mi familia de esas cosas".
A las nueve de la noche del lunes 13 de mayo de 2019, el patio de un bar de vinos de Santiago está repleto de gente que bebe y fuma bajo un frío pesado. Dentro, un sodinista prepara los equipos para el breve set  de canciones que empezará en media hora. A un lado del patio hay una habitación. Dentro, una mesa cubierta de botellas vacías. Allí, chaqueta de cuero, calzas animal print, zapatillas Nike, está Ana Tijoux con sus músicos y tres amigas en un parloteo de excitación adolescente. Se ríe echando la cabeza hacia atrás y mostrando los dientes como si, más que reírse, se arrancara la ropa. Media hora después sube a la tarima que hace las veces de escenario y canta Mi verdad...Cuando el set termina sale al patio, busca un cigarrillo, se acerca a una pareja para pedir fuego. Son belgas y la chica le pregunta si es verdad que se irá a vivir a Francia.
-Sí, a fin de junio
-¿Y por qué?
-Buena pregunta. Un poco por amor  y un poco porque ya tengo que cambiar un rato...
-Creo que está cansada- dice Jon Grandcamp desde París- Está la mitad del año de gira  y creo que ya no quiere popularidad sino armonía. Así que venir a París va a ser muy bueno para ella. Aquí puede seguir con su carrera y regresar a Chile cuando quiera.
Jon Grandcamp es un baterista francés de 38 años . Desde febrero pasado es también el marido de Ana Tijoux, el hombre con quien ella y sus dos hijos vivirán en París...
Leila Guerreiro. El País Semanal, 23 de noviembre de 2019

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