La política y la pintura, ¿ tienen algo que ver? Desde luego que sí. Y no hablamos de una pintura que refleje la realidad con intención crítica, sino de una pintura que, ya en sus formas, es espejo del rumbo político de la sociedad. La abstracción, por ejemplo, llegó cuando el mundo empezaba a ser irreconocible a la luz de las viejas verdades religiosas y políticas, cuando la realidad se había vuelto ilegible, desordenada en apariencia, y estaba a la espera de una nueva configuración, que no acaba de llegar.
Este domingo termina en el Thyssen una exposición espléndida, una de las mejores de los últimos meses. Los impresionistas y la fotografía, luminosa, balsámica, muy reconfortante en un momento tan turbio y turbulento como éste, con grandes obras de Monet, Manet, Morissot. Pissarro y muchos otros. Y de los fotógrafos (Nadar, Atget...), que les acompañaron en el camino con recíprocas influencias. Una gozada salutífera, ayuda a respirar...
Los textos informativos que la acompañan insisten en dos conceptos: la instantaneidad y la fragmentación. Claro. La naciente fotografía buscaba -como sigue buscando- captar el instante y abordaba, mediante el obligado encuadre, un fragmento de lo real. Los pintores impresionistas se contagiaron de este planteamiento.
El caso es que, retorciendo el significado artístico de estos conceptos, me ha dado por pensar que la política, y también el periodismo, y también la sociedad, viven en España un momento impresionista, eso sí corregido por los trazos gruesos del expresionismo.
Las cerca de veinte opciones políticas representadas en el Congreso hablan a las claras de una sociedad fragmentada. Y la política, a su vez, sólo parece atender a los fragmentos, no a los intereses promediados del conjunto de la sociedad...
Manuel Hidalgo. El Mundo, viernes 24 d enero de 2020.
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