Rocío Molina y Rafael Riqueni |
Uno de los espectáculos, si se puede llamar de ese modo, que ha sido programado para celebrar la efemérides es Impulso, esa aparición en el escenario de dos seres que en un momento dan la impresión de estar ausentes de este mundo y en otros se transforman en "ángeles fieramente humanos" al redimirse por el sonido de la guitarra y la escritura gestual del baile. Son Rocío Molina y Rafael Riqueni: una perfomance abstracta, un encuentro que parece fortuito pero que está lleno de afinidades en un espacio inabarcable, un ritual de otra dimensión, una acción de correspondencias orgánicas que respira, que nos traslada a un universo donde el arte adquiere su más alta expresividad.
"Más que un encuentro" dice Riqueni, "lo veo como un diálogo". Efectivamente, dentro de una indefinición, puede tratarse de un diálogo sin principio ni fin, más allá del tiempo. "Es algo maravilloso, por los tiempos que se van sucediendo. Sé que ella admira y se siente muy identificada con lo que yo toco. Existe una vinculación tan profunda como sutil, pero siempre cálida. A veces no doy crédito a lo que Rocío hace, es un volcán de imaginación. Tengo la certeza de que se ha encerrado en su estudio y ha trabajado a fondo con mi música, pero después, durante la representación, todo es fresco, como naciendo en ese instante, concebido y realizado por primera vez"...
José María Velázquez-Gaztelu. El Cultural, 10-1-2020
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