miércoles, 22 de enero de 2020

La huelga atrabiliaria

Llevaba un tiempo buscando como definir un país europeo donde baja el paro, progresa su renta per cápita y se baten récords de huelga. Francia, en efecto, cuya huelga de transporte público cumple hoy 42 días. Adelgaza el número de huelguistas, hay negociaciones entre sindicatos, gobierno y patronal pero se convocan tres días de acción y otra jornada de manifestación el jueves. 
Sí, ya sé  que el motivo de la protesta es el rechazo de la reforma de las pensiones que quiere unificar en uno el peculiar sistema francés con sus 42 regímenes especiales de jubilación. Yo mismo he escrito más de 30 piezas sobre el conflicto. Pero hay algo más sutil que se me escapaba. Porque una cosa  es el pretexto  (el detonante, si prefieren) y otra, las raíces profundas. Parece que igual que el fútbol tiene su liga, la Alta Costura sus semanas, el invierno francés tuviera su temporada de huelgas, manifas y protestas.
El año pasado se llevó el amarillo. Éste, el naranja. Por el color de los chalecos. La prenda de emergencia de los automovilistas sirvió para identificar a la Francia de las rotondas, que no percibe los beneficios de la globalización y que protestaba contra la arrogancia del poder subiendo a París a romper escaparates de lujo en los Campos Elíseos. Los chalecos naranjas colorean las manifestaciones de este año, nutridos batallones sindicales de otra época. Con sus horarios, sus musculosos servicios de orden, sus camionetas con megafonía de carnaval y esos entrañables militantes  que venden El bolchevique.
A cada año, su color. Pero el mismo paño: "El carácter atrabiliario de los franceses no deja de acentuarse  de acuerdo con la expresión de Sylvain Tesson para designar a Francia:"un paraíso poblado por gente que se cree en el infierno". Flota en el ambiente un mal genio generalizado, una agresividad, un odio a la mirada del otro que es un insulto al don de Dios que sigue siendo Francia".
La cita es de Jacques Juillard, historiador, que fue durante muchos años editorialista de Le Nouvel Observateur, sindicalista y socialista moderado. Ahora, columnista de Le Figaro. En este diario publicó hace unos días una columna titulada "Lo que la huelga dice de Francia".
Esa es la explicación que me faltaba cuando mi cuadrilla me preguntaba por las paradojas de un país rico, culto y conservador que sale a la calle como si el mañana fuera una amenaza. Francia, el país de las huelga atrabiliarias. Esto es "de genio destemplado y violento", dicho sea con la precisión de la RAE. Y con cariño.
Iñaki Gil. El Mundo, miércoles 15 de enero de 2020

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