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Escena de La mosca. © Fabrice Robin |
Y es que la propuesta del Théâtre des Bouffes du Nord nos abre las puertas a una época, los años sesenta, y a un lugar, un pueblo retirado, un páramo, en el que todo es posible aún tecnológicamente. "Amamos la estética de esa época", matiza Lesort. En ese ambiente vive Robert con su madre, Odette. Tiene unos 50 años, es calvo, barrigón y malhumorado. En definitiva, un solterón que pasa su tiempo en un garaje donde intenta montar una máquina de teletransporte. Odette observa las supuestas investigaciones de su hijo. Preocupada por el aislamiento en el que vive, decide invitar a tomar una copa a la cohibida Marie-Pierre...
Para el director que ha montado también junto a Lesort Los viajes de Gulliver, de Jonathan Swift, y El burgués gentilhombre de Molière (interpretando a un antológico Monsieur Jourdan), el humor y el terror van siempre de la mano...
En La mosca no solo nos meteremos en el laboratorio de un friki, medio idiota, medio premio Nobel. Seremos testigos de cómo se puede agitar y mezclar en escena una química sorprendente que gira, entre lo grotesco y lo visual, hacia un campo de juego donde se disparan la diversión y la extravagancia, la comedia tierna y el constante lenguaje corporal...
J. López Rejas. El Cultural, 3-2-2023.
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