Kundera publicó este ensayo en 1983, un año antes de su emblemática novela La insoportable levedad del ser; en una época en la que el escritor, que llevaba seis años en Francia tras haberse exiliado de su Checoslovaquia natal, ya estaba en el centro de atención de los intelectuales y lectores occidentales. La editorial Tusquets lo publica ahora junto a otro de los ensayos que mejor definen el pensamiento de Kundera, La literatura y las pequeñas naciones. En 1993, Kundera empezaría a escribir en francés. Y, tras la caída del comunismo, el Kundera ensayista se alejó de los temas políticos para dedicarse plenamente a los temas culturales y centrarse en la novela como género literario europeo por excelencia.
Según él, uno de los distintivos de la Europa central en la segunda mitad del siglo XX fueron las revueltas que estos países organizaron contra los soviéticos: la revuelta Húngara de 1956, la Primavera de Praga de 1968 y las sublevaciones polacas que se sucedían una o más veces en cada década. Estas revueltas estaban alentadas por una amplia mayoría de los ciudadanos y trataban sobre todo de preservar la identidad cultural de cada país. Y es que el imperio ruso, según Kundera, hacía lo posible para que la Europa central perdiera su identidad como territorio marcado por la tradición multicultural del Imperio Austrohúngaro.
El imperio fue una gran oportunidad para crear un estado fuerte en el centro de Europa; sin embargo, asegura Kundera, los austríacos estaban divididos entre seguir "el arrogante nacionalismo de la gran Alemania" y en su propia misión centroeuropea; por eso no lograron construir un Estado federal de naciones iguales. "Su fracaso fue para Europa entera", porque, insatisfechas, las muchas naciones de la región hicieron estallar el imperio en 1918. Así el imperio se dividió en muchos países pequeños cuya fragilidad permitió que primero Hitler y luego Stalin los subyugasen.
De la fragilidad de los países pequeños se ocupa minuciosamente el segundo ensayo del libro, La literatura y las pequeñas naciones, una ponencia que Kundera presentó en el Congreso de Escritores de 1968, en Praga. (...) Pero volvamos al "Occidente secuestrado", uno de los ensayos más leídos e influyentes que Kundera haya escrito y que hoy, en plena guerra rusa contra Ucrania, adquiere un significado particular, además de cobrar una nueva actualidad. Según él, Centroeuropa disfrutaba de la máxima diversidad en el mínimo espacio. Ese concepto horrorizaba a Rusia, que se basa en la regla contraria, la de buscar la mínima diversidad en el máximo espacio. Nada podía ser más ajeno a Europa central y su pasión por la heterogeneidad que la uniformadora y centralizadora Rusia, que transformaba con temible determinación a todas las naciones de su imperio (ucranios, bielorrusos, armenios, lituanos. letones) en un solo y gran pueblo ruso. Con sus tendencias centralizadoras y sus sueños imperiales, el comunismo era la culminación de la historia rusa. Y hoy, 40 años después de publicarse este ensayo por primera vez, esas tendencias siguen intactas...
Monika Zgustova. Babelia. EL País, sábado 4 de febrero de 2023.
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