martes, 21 de febrero de 2023

Francisco Bores, el aroma de la vida

Francisco Bores. Autorretrato

Una nueva celebración de un aniversario nos trae la presencia de otro artista: Francisco Bores. Con motivo del 50 aniversario de su fallecimiento, el 10 de mayo de 1972, la Residencia de Estudiantes presenta una sugestiva muestra que recorre toda su trayectoria. 

Nacido en Madrid en 1898, a partir de 1916 Bores comienza a estudiar pintura, realizando copias de los clásicos en el Museo del Prado, e inicia así su trayectoria como pintor e ilustrador. En 1922 participa en la exposición Nacional de Bellas Artes y al año siguiente se relaciona con el movimiento ultraísta, participando en tertulias, frecuentando los círculos literarios y la Residencia de Estudiantes.

Que la exposición tenga lugar en ese espacio, en el que se reunieron los escritores y artistas más relevantes en la España de la segunda década del siglo XX, central para "la Generación del 27", es un viaje en el tiempo que nos permite recobrar la figura de Bores con los mejores ecos y resonancias. La muestra se articula en dos grandes secciones: "Madrid (1898-1925) y París (1925-1972)". Se han reunido más de cien obras de Bores -óleos, dibujos y grabados-, a los que acompañan cien piezas de otros artistas que coincidieron con él en ese ambiente vanguardista. Y también un conjunto de documentos, revistas y materiales impresos y fotografías.

En el Madrid de los años veinte, Bores establece lazos de contacto y amistad con algunas de las figuras intelectuales y artísticas más relevantes como Ramón Gómez de la Serna, Federico García Lorca, Salvador Dalí, Luis Buñuel, Gerardo Diego, Emilio Prados, José Moreno Villa o José Bergamín, a algunos de los cuales vemos aquí retratados.

Sin embargo, parece que desencantado por el escaso eco que los nuevos planteamientos artísticos iban teniendo en España y, según sus palabras, porque sentía "una acuciante necesidad de renovación", se estableció en París en 1925, donde conoció a Picasso y a Juan Gris, y fue integrándose en la plural e intensa floración de las vanguardias, aunque manteniendo siempre su independencia. Allí residiría hasta el final de su vida.

Tanto en España como en Francia, además de en la pintura, Bores centra su atención en la ilustración, y ahí destacan sus diseños de cubiertas en los primeros años de la Revista de Occidente, así como diseños e ilustraciones para libros, siempre con una gran fuerza expresiva como se ve en la muestra.

En Francia amplió sus relaciones con importantes artistas. Su llegada a París coincide, como él mismo escribe en 1957, con el considerado "el último año del Cubismo", pero señala que no tuvo "ninguna relación con los últimos cubistas", y que, en cambio, los pintores  con los que "sentía afinidad eran los que estaban más cerca del Surrealismo".

A partir de ahí se consolida su trayectoria, con juegos de líneas y dibujos, en los que se percibe esos cubistas abiertos, así como su voluntad de plasmar la vida con profundidad, en sintonía con el horizonte surrealista. Todo ello se refleja en sus temáticas: retratos, bodegones, desnudos y escenas activas, en las que el dinamismo y la fuerza expresiva se superponen a una figuración no mimética. Ahí se sitúa Bores: pintar desde dentro, en profundidad, el aroma de la vida.

José Jiménez. El Cultural,  27-1-2023.

No hay comentarios:

Publicar un comentario