miércoles, 1 de febrero de 2023

Una cineasta contra el régimen iraní

Mitra Farahni

Lo habitual cuando un creador de cualquier tipo da una entrevista es que quiera hablar de "su libro". Empujado por las lógicas del mercado periodístico y buscando un poco de rango amplio para su público, el entrevistador buscará que hable del cambio climático, de la autoexplotación, del consentimiento sexual o del Gran Tema que toque, y el autor, según su temperamento, o bien bandea todo eso con educación o bien recuerda al periodista: oye, que yo lo que he hecho es una película o un ensayo o un cómic, o lo que sea. 

Con Mitra Farahani (Teherán, 47 años) sucede exactamente al revés. La realizadora iraní, que ahora vive en Roma, pero ha estado durante muchos años ligada a Francia y al cine francés, estuvo en noviembre en Gijón para presentar allí en el Festival Internacional de Cine, su documental Á vendredi, Robinson, un experimento fílmico en el que logró por fin que se encontrasen dos de los patriarcas del cine que venían siguiéndose y admirándose desde los sesenta, el iraní Ebrahim Golestan, representante de la nueva ola del cine de su país a finales de los sesenta, y Jean-Luc Godard, con quien Farahani trabajó estrechamente en los últimos años de su vida. La cineasta les convenció para que aceptaran un juego: enviarse un correo electrónico cada viernes. Ella estaría en los dos sitios a la vez, en la gigantesca casa de Sussex, Inglaterra, en la que Golestan, que ha cumplido los 100años, todavía vive, y en Rolle, el pueblo suizo en el que se recluyó Godard y en el que falleció, por suicidio asistido, el pasado septiembre.. Al igual que su primer largo, Fifi Howls Happiness (2013), en el que se acercó a la figura enigmática del pintor Bahman Mohasses, considerado el Picasso persa en el Irán prerrevolucionario, la película aborda la experiencia, las contradicciones del creador y los exilios, reales y metafóricos. Son películas densas de las que brota mucho discurso. Pero la directora no tiene en este momento demasiadas ganas de hablar de ellas. 

Mientras ella está haciendo el circuito de festivales, presentando su película a los medios, en su país se suceden las protestas desde que, a mediados de septiembre,  la llamada "policía de la moral" mató a Mahsa Amini, de 22 años, por llevar mal puesto el hiyab. Se cuentan en centenares los muertos y en miles los represaliados. El anuncio a principios de diciembre de que el régimen piensa acabar con este cuerpo policial fue recibido con escepticismo. "Es muy duro para los iraníes que estamos fuera del país", dice la directora. "Nuestro cerebro está allí al 85%, pero después tenemos que llevar otra vida fuera de campo. Faharani ha vivido entre Irán y Europa, cuando fue a París a estudiar cine, pero hace ya años que no puede visitar a su familia en su país de origen ni entrar en él con tranquilidad. En 2009, tras las elecciones fraudulentas en las que Mahmud Ahmadinejad buscó revalidar su poder, la realizadora fue arrestada apenas poner un pue en Teherán y estuvo encarcelada durante dos semanas. 2Aún así seguí yendo a ver a mi familia hasta 2019. Llevamos 43 años con un régimen que no hemos elegido. Hora mismo, todo el país está en duelo y encolerizado, y la única manera de salir de este duelo es a través de la revolución"...

Begoña Gómez Urzaiz. El País Semanal, 20 de diciembre de 2022. 

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