jueves, 23 de febrero de 2023

"Un negro que sufre acoso lo puede compartir con su madre, un gai no"

Edouard Louis

Edouard Louis sacudió la literatura francesa al relatar el acoso y aislamiento que sufrió como niño gay en un pueblo de la Francia profunda. La novela autobiográfica Para acabar con Eddy Bellegueule lo convirtió con solo 22 años en un autor  con una proyección internacional  que hoy sigue creciendo. El escritor nacido en Somme hace 30 años se interpreta estos días a sí mismo en la adaptación de su obra Quién mató a mi padre, que Thomas Ostermeier ha traído estos días al centro Conde Duque  de Madrid. Está pletórico, luminoso y convencido de su misión.

P.- El escritor salta ahora a escena. ¿Por qué?

R.- Todo lo experimental me interesa. Hubo una época en la que los escritores daban información sobre cosas que la gente no conocía, como el trabajo en una mina o una fábrica. Hoy la misión ha cambiado. La gente conoce la desigualdad, sabe que hay niños trabajando para hacer teléfonos en Asia y mujeres que mueren a manos de sus maridos. Nuestro trabajo ya no es enseñar, sino confrontar a la gente con lo que no quiere ver.

P.- ¿Por qué no lo quieren ver?

R.- Porque eso les fuerza a ver lo que hacen y sobre todo lo que no hacen. Es un mecanismo de protección.

P.- ¿Personalmente qué le aporta la escena?

R,- (Lo piensa un rato y al fin sentencia sonriente) Me da un sentimiento de venganza al darme cuenta de que nadie habría escuchado la historia de mi padre, su clase social y su pobreza en un mundo en que eso nunca iba a ser contado. Cuando hago teatro tengo la impresión de estar robando un banco, de tomar de los demás algo que nunca me iba a pertenecer.

P.- ¿Qué ha fracasado en Francia para que haya esa exclusión?

R.- Las palabras "libertad, igualdad y fraternidad" han permitido esconder la verdad de lo que pasa en Francia. Siempre ha habido desigualdades, pero ese discurso ha permitido reproducir la violencia al esconder la realidad. Recuerdo cuando Sarkozy anunció el fin de la financiación de ciertas medicinas. Mi padre tenía un problema de estómago y eso supuso enfermedad. Por eso para mí la política es íntima. Por eso ha explotado la extrema derecha, porque la gente que se sentía protegida por la izquierda fue abandonada.

P.- Usted huyó por el rechazo que vivió al ser gay. ¿Ahora tiene buena relación con su padre?

R.- Nunca podremos tener una relación excelente porque nos separan demasiadas cosa, pero ha cambiado mucho. En mi familia odiaban a los gais y me llamaban marica todos los días en el colegio y en casa. Me convertí en un tránsfuga de clase porque era un pequeño marica que todos odiaban. Cuando era niño mi sueño era ser masculino, que no me llamaran marica, que mi padre no se avergonzara de mí. Él que decía que había que meter a los gais en campos de concentración y que había que desembarazarse de tantos árabes , ahora me pregunta si estoy enamorado.

P.- ¿La clase social le ha condicionado más que ser gay?

R.- No. La condición sexual ha sido más fuerte, es la que me ha arrancado de mi clase social. Mi clase social no consiguió cambiar mi orientación sexual.

P.- ¿Cree que sigue siendo así para los niños de hoy?

R.- Hay espacios que antes no existían, como internet. Cuando yo era niño vivía geográficamente encerrado en mi pueblo, creía que era el único gay del mundo y que estaba enfermo. Pero cuando hablo de mi libro en los institutos me encuentro con chicos que viven lo mismo que yo viví. La dificultad de la homofobia es que quienes la sufren a menudo no pueden contarlo en casa. Un negro que sufre racismo en el colegio puede compartirlo con su madre que también es negra. Si eres marica, no puedes decírselo a tu madre que no lo es. No quiero decir, por supuesto, que el racismo sea fácil, pero la homofobia es una experiencia diferente, un aislamiento total, un miedo a ser descubierto en cada instante.

Berna González Harbour. Madrid. El País, sábado 21 de enero de 2023.

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