sábado, 13 de junio de 2015

Cuestión de tiempo

Para celebrar el Día del Libro, el pasado 23 de abril, la secretaria del instituto compró una generosa cantidad de libros y los expuso  en el hall del centro, invitándonos a que hiciésemos las reservas pertinentes. Llevada por un primer impulso me abalancé sobre Hombres buenos de Pérez Reverte (ya les explicaré más adelante el motivo), y como me dio permiso, reservé otro, Hombres sin mujeres de Murakami. ¿Recuerdan que leyendo su De qué hablo cuando hablo de correr sentí la llamada de ponerme a escribir para el público que lo desease?. Saboreé su nuevo libro, su fondo y su forma, como nos decían nuestros memorables profesores de literatura; me gustaría, algún día, rastrear las imágenes que, a modo de fogonazos, iluminan su prosa. Pocos días después, volvió a aparacer, muy de mañana, Maite, la secretaria con sendas bolsas de libros colgadas de su brazos (como es una excelente gestora, alguna reserva económica debía de tener), que inmediatamente pasaron a la mesa expositora todavía  instalada en la entrada. Esta vez mis ojos me llevaron a El mundo no es un juguete, un título que me encantó y más aún cuando ví el nombre del autor Philippe Meirieu del que tantas veces oí hablar. Lo pedí al instante y reservé su lectura para preparar el texto previsto sobre los padres y la escuela. El lunes empecé a leerlo, un acierto, ya que es mucho más que un tratado de pedagogía, si por pedagogía entendemos la ciencia de la educación, es un tratado de pedagogía vital que se lo recomendaría a  todos los que me leen, por su aparente sencillez, su claridad, su sentido práctico, un auténtico manual de saber vivir, entre jóvenes y entre adultos. Una de sus entradas, Cuestión de tiempo, (pg. 193), decidió el título de este texto, a la vista de lo que había vivido ayer mismo.
En el acto de despedida de la promoción de alumnos que dejan el instituto ahora, me reencontré con mis tres alumnos chicos de una entrañable  clase de francés, Xaime, Fernando y Daniel. Aunque ya hace dos años que se fueron, vienen a la cita anual, entre otros cosas, ellos lo dicen, para verme. Entonces acordamos ir a a comer juntos con otras dos compañeras de la clase que me envían de cuando en cuando un wasap. Habíamos quedado en la puerta del instituto, a la salida de clase y allí les esperé. Llegaron puntuales con un bonita sorpresa, les acompañaban Noelia y Julia, otras dos alumnas de esa clase a las que no había vuelto a ver. Media hora más tarde, sentados en el restaurante, las dos que faltaban, Aldara y Uxia, frente a mí, con Xaime a mi izquierda, Fernando a la derecha, Daniel en la esquina junto a Noelia y Julia, qué feliz me sentí. Feliz por estar con ellos, feliz por verlos tan bien, contentos con sus estudios, guapos, valientes mirando a la vida sin miedo, recordando los libros leídos en clase, las películas que les gustaron, el rollo/le navet  que les pareció Molière, el film de culto de Ariane Mnouchkine, (1978,dvd 2011), que les hice sufrir hasta el final...
Philippe Meirieu habla de la sorpresa que sentimos los profesores cuando pasado un tiempo, alguien que no recordamos nos interpela con una sonrisa:"Fui  su alumno..."  Siempre nos parece extraño que sin haber hecho nada especial por él o ella,  no solo nos recuerda sino que recita aquellos versos de Le dormeur du val que, un día, les leímos con devoción: "C'est un trou de verdure où chante une rivière .."/ Es un hueco verde donde un río canta... ( Rimbaud).
En esta ocasión el tiempo ha sido corto. He esperado muy poco para constatar lo afortunada que soy, con esta mi profesión; sentir tanta gratitud, tanta empatía me hace pensar que haber dedicado la vida,  día a día,  casi siempre con ganas, alguna vez sin ellas, a transmitir el saber, eso que empezó siendo un deber y que hoy es una pasión, ha sido una apuesta arriesgada de la no me arrepiento en nada. Lo que no quiere decir que no hubiese sinsabores, disgustos, incomprensiones. Al final eso no cuenta, si alguna vez nos es dado ver  que hemos logrado aplicar los tres saberes: le savoir,  le savoir-faire, le savoir-être/ el saber/ saber hacer/ saber ser, como ha sido en este caso.
Muchas gracias a Maite, que además de ser la proveedora de libros, es mi más fiel colaboradora en el blog. Todo lo que se refiere a imagen (fotos, ilustraciones) es obra suya, sin ella el blog sería más pobre e incompleto.
Carmen Glez.Teixeira


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