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Pocos días después de mi artículo de febrero donde celebraba el jazz, Diana Krall que se encontraba en París promocionando su último álbum Walflower, en una entrevista hablaba del poder sanador de la música que alimenta el recuerdo: "La música te hace comprender que es lo que sigue dentro de tí y lo que has perdido".. .."Siempre he creído que la música puede hacerte sentir que estás en tu hogar, aún estando muy lejos de él". Billie Holiday, el 7 de abril se celebró el centenario de su nacimiento, está considerada como la cantante más definitiva de la historia del jazz, la Lady sings the blues. Una mujer golpeada por la desgracia, una mujer salvada por la música, por el blues, por el jazz, por su voz eterna y herida. Pero el jazz, además de la nostalgia, del dolor, canta también el amor, el regreso, la vida. Dianne Reeves, su última gran diva estuvo en Galicia el 15 de mayo en el teatro Rosalía de Castro en Coruña. Beautiful life, es el título de su nuevo disco, su versión de creaciones de otros músicos; ella nos dice que el jazz siempre se ha acercado a otros estilos adaptándolos a su propia sensiblidad "Lo que me enamoró del jazz es su curiosidad, que se mezcla con todo" .
De las voces de estas tres damas sonó en mi coche estos meses la de Diana Krall, The Look of Love, un regalo de hace tiempo de un colega, hoy jubilado. Ya les conté en "Mi caja de música" que mi lugar preferido para la música es mi pequeño coche, el mismo de entonces. Sonaron también otras voces, otros acordes: las de dos irlandanses, Glen Hansard y James McMorrow, tan distintos como llenos de encanto los dos. Y por supuesto, Pau Casals para perpetuar la grata visita de abril, su violonchelo interpretando a Mozart, Couperin, Bach, en el que no podía faltar su Canto de los pájaros. Esas músicas, que son mi consuelo, donde, cada mañana, se apagan mis inquietudes, actúan como pequeñas píldoras que además de servirme de puentes hasta los otros, me renuevan el ánimo, en el corto trayecto de mi casa al trabajo. Así les sugiero que si pasan por la ciudad, les espero, les invito a subir a mi coche, les ofrezco un pequeño concierto.
Carmen Glez. Teixeira
De las voces de estas tres damas sonó en mi coche estos meses la de Diana Krall, The Look of Love, un regalo de hace tiempo de un colega, hoy jubilado. Ya les conté en "Mi caja de música" que mi lugar preferido para la música es mi pequeño coche, el mismo de entonces. Sonaron también otras voces, otros acordes: las de dos irlandanses, Glen Hansard y James McMorrow, tan distintos como llenos de encanto los dos. Y por supuesto, Pau Casals para perpetuar la grata visita de abril, su violonchelo interpretando a Mozart, Couperin, Bach, en el que no podía faltar su Canto de los pájaros. Esas músicas, que son mi consuelo, donde, cada mañana, se apagan mis inquietudes, actúan como pequeñas píldoras que además de servirme de puentes hasta los otros, me renuevan el ánimo, en el corto trayecto de mi casa al trabajo. Así les sugiero que si pasan por la ciudad, les espero, les invito a subir a mi coche, les ofrezco un pequeño concierto.
Carmen Glez. Teixeira
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