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W. Christie y Les Arts Florissants, en Versalles. |
William Christie alumbra Versalles con su música. Les Arts Florissants ofrecen un revolucionario concepto sobre como afrontar el barroco en un espectáculo de cuatro horas. Haber dejado el floreciente imperio francés en manos de un bailarín, justo lo que era el Rey Sol, explica que la época de Louis XIV pueda muy bien explicarse desde al perspectiva de un cierto divismo de Estado. La Grandeur es entre otras cosas, en esencia, eso...Así lo cree William Christie, el gran músico barroco, originario de Buffalo, que ha acabado reinando también en Versailles. Es precisamente lo que ha logrado esta semana, a lo largo de dos noches, cuando junto a su formación Les Arts Florissants, ha ofrecido un revolucionario concepto sobre como afrontar la música barroca, en un espectáculo de cuatro horas distribuido a lo largo de diferentes estancias del palacio. La música de Lully, Charpentier, Couperin, De Lalande, Desmarets, De Visée, volvía al lugar donde había sido concebida. Por encargo, muchas veces, pero más por irradiación de un rey que, al tiempo que esquilmaba un país y un imperio en pos de guerras a las que le fascinaba acudir en persona, alumbraba su gran siglo sembrando luces para el teatro, la danza y la música. Trescientos años se cumplen de su muerte tras haber roto todos los récords de reinado en un período que le mantuvo sentado en el trono 72 primaveras."Queríamos reproducir la música tal y como imaginamos que sonaba en el palacio, día a día y en sus mismos escenarios", comentaba ayer Christie en su casa parisina. El espectáculo comenzaba en la Opera Royal. Ahí tomaba la palabra para un monólogo basado en El burgués gentilhombre, el actor de la Comédie Française, Denis Podalydés, antes de que el coro, los solistas y la orquesta de Christie se instalaran en el primer escenario. De pie, marcaron los compases de Atys, la ópera de Jean-Baptiste Lully, el músico favorito del rey y fuertemente reivindicado desde hace décadas por Christie. Le siguieron fragmentos de Armide y de la Medea de Marc-Antoine Charpentier, el otro compositor de talento en discordia con Lully, que acabo perdiendo todas las batallas en beneficio de este. Ambos han ganado, sin embargo, para la posteridad inmersos como eje en el concepto rebosante de frescura y de rigor que proponen Christie y Les Arts Florissants.... Todo acabó en la Galería de los Espejos. De manera festiva, entre las oberturas de El enfermo imaginario (Charpentier), una chacona de Robert de Visée que servía como despedida a la aportación que tuvo la danza al espectáculo total, o el famoso pasaje de la Ceremonia de los turcos (Lully). Los intérpetres y cantantes se fundían con un público impactado que contemplaba el final de una coreografía contagiada de movimiento, entre la que sobresalía una celebración de la música. Christie había materializado su visión de la vigencia historicista, dentro de la denominada corriente auténtica de la interpretación musical. Lo ha conseguido por medio del insólito hilo barroco, en armonía con un presente sediento de transparencia. Lo ha hecho entregado a su búsqueda d e las esencias, Y así ha logrado atraer la potencia de una música concebida para sobrecoger. El martes, en el mismo escenario,comparece Jordi Savall con La nuit des rois. El deslumbrante diálogo de aquel gran siglo, tal como lo definió Voltaire, con la modernidad, sigue su exultante curso.
Jesús Ruíz Mantilla. París.El País, domingo 28 de junio de 2015.
Ha sido una feliz coincidencia que sea esta la última entrada de la temporada. Leerytejer cierra por vacaciones el mes de julio. Con música barroca de fondo les deseo felices vacaciones/bonnes vacances.
Carmen Glez. Teixeira
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