domingo, 28 de junio de 2015

Escribiendo contra el olvido

Pont Saint Michael de A. Blanchard
Patrick Modiano, premio Nobel de Literatura en 2014, ha vuelto a ser noticia estos días en España, por la publicación de su novela Para que no te pierdas en el barrio/ Anagrama, mayo 2015/ Pour que tu ne te perdes pas dans le quartier/ Gallimard 2014. Calificado como el Proust de nuestro tiempo por los miembros de la Academia sueca, la memoria es el centro de su trabajo, una memoria sobre la que construye cada una de sus historias que son una, investigando sin cesar sobre los mismos acontecimientos, los mismos personajes, los mismos lugares, los mismos ambientes dudosos. Todos ellos, envueltos en un halo de misterio, recreados, reescristos: siempre el mismo telón de fondo de esa ciudad extraña que es el París de la Ocupación y la postguerra. Sus padres, a veces los dos, otras únicamente su madre,  amigas de su madre a quienes les encomienda  su cuidado, un niño en su ultima publicación, una niña en La petite bijou; el protagonista de su ultimo libro es escritor como el de l'Herbe des nuits.  La place Blanche,  la Gare de lyon,  la Cité Universitaire  en el extremo del Quartier Latin, un casa en el campo en L'Herbe des Nuits,2012, y en la Petite Bijou 2004. Ese mismo universo es el de Une jeunesse, 1981, separado de los tres citados por más de veinte años, de ahí la impresión que sentimos de que siempre es la misma novela. "Como los motivos de un tapiz que se hubiese tejido en un duerme vela. Un duerme-vela o un sueño despierto"(Discurso de Estocolmo).  Un discurso dedicado al papel del escritor: "desvelar ese misterio, esa especie de fosforescencia que se encuentra en el fondo de cada persona ... una especie de vidente, e incluso de visonario ". "Un escritor es siempre testigo de su tiempo , no puede escapar a l'air du temps, sin embargo siempre hay algo de intemporal en sus obras"..."Su trabajo es semejante al de un pintor..."
Proust y su búsqueda del tiempo perdido es el referente en la lucha contra el olvido. para llegar a la experiencia del tiempo puro (Maurice Blanchot). Si para Proust el detonante del recuerdo es el olor de de la magdalena en la taza de te, en casa de la tía Léonie, para Modiano es la topografía de la ciudad la que hace surgir el recuerdo. Algo semejante a lo que he vivido en mis frecuentes viajes a París. Cuando era muy joven, recién terminados mis estudios, casi siempre sola, buscando en sus barrios, rastreando sus calles lo que había leido en los libros, en esa primera etapa en  el Quartier Latin, en Saint-Germain-des-Prés, en Montparnasse, lectora voraz, entonces, de Simone de Beauvoir, Sartre, Camus. En la treintena, ampliando el mapa al mismo tiempo que mis lecturas,  la rive  droite,  tirando de mi marido, mucho menos entusiasta que yo de estos paseos, que solia esperar tranquilo en una terraza a que finalizase mis empresas detectivescas, plano en mano, guiada por autores y personajes. Desde entonces acompañé muchas veces a grupos de alumnos que siempre recuerdan nuestras correrías  tras los secretos de París. Tengo un París interior, sus  puentes, sus jardines, sus museos, asociados a personas, a momentos felices, alguna pena... Algo que comparto no solo con Modiano sino con todos los que amamos como se ama a París.
 
Mi amigo Vincent Guichenuy, un joven profesor de matemáticas, muy interesado por España y su cultura, al que conocí hace unos cuatro años, en mi último intercambio con alumnos en la pequeña ciudad de Tartas, hoy profesor en Dax, seguidor de este blog, al que agradezco mucho sus comentarios, siempre esclarecedores para mí, me sorprendió cuando me dijo sentir ecos modianescos en mi primer texto de esta segunda etapa del blog, De nuevo con vosotros. Su apunte me hizo ver la obra de Modiano desde un punto de vista  más universal, no es su historia la que nos cuenta una y otra vez, es la historia de todos nosotros en busca de nuestra pasado, de nuestra identidad y en particular de aquellos que hemos sufrido una pérdida, que ha dejado una de esas heridas que ha condicionado nuestras vidas.
Modiano cierra su Discurso de Estocolmo así: "La vocación del novelista ante esta gran página del olvido, consiste en hacer resurgir algunas palabras semi borradas, como icebergs perdidos en la deriva del océano". ¿Es esa la razón de este blog, su origen? Escribir y dejar que en la escritura  surjan mis desparecidos, se asomen entre estas líneas las personas que siguen estando sin estar, las que mientras yo esté no harán verdad  el verso "El olvido que seremos".
Carmen Glez.Teixeira

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