martes, 10 de mayo de 2016

Cuando París fue una fiesta

El Guggenheim exhibe en Bilbao obras maestras que Picasso, Modigliani, Chagall o Kandinsky crearon en la capital francesa. La primera vez que uno visita Nueva York tiene la sensación de haber estado antes. El comentario se repite entre los viajeros. Nada resulta extraño, todo es familiar. Una sensación similar se experimenta  ante algunas de las soberbias obras que se exhiben desde hoy en el Museo Guggenheim de Bilbao. Poe ejemplo ante el Desnudo que pinto Amadeo Modigliani en 1917. Ha sido tantas veces reproducido, junto a otros de la serie entonces censurada por obscena, que la teoría de la reproducibilidad de la obra de arte con la que Walter Benjamin vino a definir el tránsito de lo moderno a lo contemporáneo se quedaría corta. Y, sin embargo, la observación del original no deja de impresionar. También Le Moulin de la Galette es un lienzo canónico y conocido, aunque no tan popular como otros cuadros de Pablo Picasso. Lo pintó en 1900 durante su primera visita a París, 24 años antes de culminar otro lienzo clave, aunque muy diferente, Mandolina y guitarra, que refleja el triunfo del cubismo que él mismo alumbró en compañía de Georges Braque. Influencias que muy rápido asimiló otro genio de la pintura Marc Chagall. Recién llegado al París de principios del siglo XX, capital mundial del arte, el judio bielorruso plasmó entre 1911 y 1912 ese nuevo mundo que se abría para él y para la historia del arte en su cuadro El soldado bebe , sin olvidarse de sus raíces como demuestran las figuras oníricas en la base del óleo que remiten a la tradición de su país. Se trata de otra obra maestra que forma parte de la colección de la Fundación Guggenheim de Nueva York, al igual que la totémica escultura Adán y Eva, de Constantin Brancusi, ejemplo del aliento africano que inspiraba a los artistas de las vanguardias históricas reunidos en la capital francesa. Sobre ellos planeaba, sobre todo al principio, el magisterio de un creador mucho más próximo, a quién se considera uno de los pioneros de la abstracción: Paul Cézanne. Sus colores impregnan algunas obras de Picasso, de Braque y también de Henri Matisse, como en el extraordinario lienzo Mujer italiana que realizó en 1916.... Una cincuentena de esas obras -y de otros artistas como Juan Gris, Marcel Duchamp o Fernand Léger- se exhiben  en Bilbao hasta el 23 de octubre en la exposición Panorama de la ciudad. La Escuela de París, 1900-1945, fruto de la renovación del acuerdo de colaboración entre los museos de la capital vizcaína y de Nueva York. El denominador común de todas estas creaciones, escogidas por la joven Lauren Hnkson, comisaria adjunta de las colecciones del museo neoyorquino, es su lugar de realización, ese París al que acuden autores de todo el mundo para fundar un arte nuevo  y aprender unos de los otros.....
Fernán Bono. Bilbao. El País, viernes 22 de abril de 2016.

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