domingo, 22 de mayo de 2016

¿El deber de los padres?

Continuando con lo ocurrido en estos días en el mundo de la educación,  el lugar destacado que han tenido los padres en lo sucedido me lleva a formular la pregunta que sirve de título. Nada más lejos de mi intención que dogmatizar sobre los deberes de los padres. La educación de los hijos es un camino lleno de incertidumbres, de claroscuros, luces y sombras que vamos sorteando lo mejor que podemos, como ya expuse en un artículo de hace más menos un año. En él les hablaba del libro de Judith Rich Harris, descubierto en una columna firmada por Arcadi Espada, No hay dos iguales. Les recuerdo la tesis que defiende: además de la carga genética, la educación familiar,  existen otros factores que se nos escapan. Para Harris el decisivo se juega en la socialización externa del niño que empieza en la escuela y que cada uno la vive de un modo diferente. Hay una parte importante que no obedece al control de los padres por eso con frecuencia nuestros hijos nos deparan sorpresas tanto en sentido positivo como negativo. Así que una vez más me hago preguntas.

 ¿Es el deber de los padres declararse insumiso ante una ley que concierne a la educación de sus hijos? ¿Una ley aprobada en un parlamento democrático, usada como arma arrojadiza contra el gobierno, un gobierno "provisional", por decirlo de un modo suave, como el que tenemos? Entre mis dudas tengo alguna certeza que me han dado los años y el interés que siempre he sentido por la conducta humana. La primera viene del refranero popular. En ocasiones conservador, incluso retrógrado; otras veces lúcido y sabio: No hay mejor argumento que predicar con el ejemplo. Nuestro comportamiento es el lenguaje que mejor entienden los niños. Por eso a veces disparan, tan certeros como el mejor arquero, nuestras incoherencias sobre nuestro propio rostro. Nos olvidamos con frecuencia de que nuestros actos, nuestra conducta, nuestro modelo de vida hablan más que todos los discursos, las recomendaciones que hagamos sobre un tema determinado. No somos lo que decimos sino lo que hacemos. ¿El no cumplimiento de la ley es la primera lección de ciudadanía que les ofrecemos? ¿En el momento que afrontan su primer acto ciudadano que traspasa las paredes de la escuela? ¿La siembra de la desconfianza hacia los representantes del poder público? Por no hablar de los argumentos que usaron los padres que se oponían a la prueba, a través de sus representantes (Anpas, plataformas), algunos a título individual, casi siempre muy satisfechos y absolutamente convencidos de tener la razón: ansiedad innecesaria, presión de tres días.... Argumentos que me sugieren la segunda pregunta.

¿Es el deber de los padres buscar la felicidad de lo hijos en la escuela? "A la escuela se va a aprender, no a buscar la felicidad", la respuesta es de Alberto Royo, profesor, musicólogo y autor de Contra la nueva educación en el que critica que "en la línea hegemónica de la nueva educación parece que se antepone el sentido lúdico al esfuerzo que conlleva cualquier aprendizaje , que se arrincona la disciplina y la tenacidad....solo un sistema educativo riguroso y que exija esfuerzo garantiza la movilidad social. La escuela tiene que dar formación, no es un lugar donde enseñen  la búsqueda de la felicidad". (El Mundo, 8-3-2016).

¿Es un deber de los padres mantener un control y vigilancia sobre los criterios y prácticas del profesorado del que se consideran autorizados a desconfiar de modo sistemático? Está muy extendida la opinión de que la vida pública invade lo privado cuando es más bien lo contrario lo que ocurre en la educación (grupos de padres en Whatsapp, iniciativas de madres como la de recogida de firmas contra los deberes. "El creciente contrapoder parental proyectado sobre la escuela no solo afecta gravemente a la experiencia del niño, que cada vez percibe menos la escuela como un lugar distinto, extraño y difícil, donde debe tomar conciencia de lo público, sino que está lógicamente vinculado a la imparable pérdida de autoridad del profesorado. Y a los desoladores resultados intelectuales que esta pérdida de autoridad supone." (Arcadi Espada, El Mundo, 18-5-2015).

Espero que me entiendan bien, no estoy afirmando que todos los padres sigan estos modelos, afortunadamente. Pero sí son los más combativos, los que son noticia. El viernes pasado, en mi hora asignada de recepción de padres, me visitó la madre de un alumno de 2º de ESO. Me habló de la prueba que su hija pequeña había realizado sin problemas. Eso sí, su profesora les había aconsejado que no viniesen al colegio ese día. Ningún colectivo se salva... aunque en esta ocasión los profesores hayamos sido los más discretos... o los más conformistas... o los más quemados...

Les dejo con este titular de la Voz de Galicia, 10 de marzo de 2016: Por el bien de sus hijos,¡Déjelos en paz! (Marta Otero): "Tenemos que parar. Los expertos alertan: los niños de hoy son víctimas de una nueva epidemia: la hiperpartenidad. Les organizamos la agenda, les hacemos los deberes...y no les enseñamos ni a hacer la cama. Las consecuencias son claras: estamos creando la generación más insegura y frágil de la historia. Hay que cambiar... y por aquí se empieza." 
Carmen Glez Teixeira



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