sábado, 28 de octubre de 2017

De Marsella a Menton

Frescos de Jean Cocteau en la villa Santo Sospir
Una ruta entre olivos y limoneros para ver casas y museos que simbolizan la creatividad artística del siglo XX. El buen vivir se ha practicado de forma elocuente en la Riviera francesa. Las bondades de un clima envidiable y un talante disfrutón, el buen comer y beber, los perfumados olores, los baños de mar o las excursiones por tierra y mar son los valores sobre los que se ha desarrollado una vida tan plácida como apasionada de la que muchos han hecho bandera. Primero el desarrollo del ferrocarril y después la situación de la Costa Azul como zona de refugio durante la Segunda Guerra Mundial atrajeron además a una mezcla de personajes variopintos y a innumerables artistas que construyeron aquí sus residencias, hoy lugares de peregrinación. 1.- Villa Noailles en Hyères. Los mecenas y coleccionistas de arte Marie-Laure y Charles de Noailles fueron los clientes para quienes el arquitecto Robert Mallet-Stevens diseñó este edificio espléndido en 1923. La casa que es uno de los primeros ejemplos de arquitectura del Movimiento Moderno en Francia, es un canto a una estética depurada y racional, exenta de elementos decorativos superfluos y también una exaltación de la vida sana, la higiene y el deporte. Es una casa de 15 habitaciones con baño propio, amplias terrazas, una piscina cubierta, pista de squash y salón de belleza, y en ella la luz del sol entra a raudales. En la decoración intervinieron personajes como Pierre Chareau y Eileen Gray para los muebles o Louis Barillet en las vidrieras. El jardín cubista lo diseñó Gabriel Guévrékian, y en el interior hay obra de artistas como Mondrian, Henri Laurens, Jacques Lipchitz, Constantin Brancusi y Alberto Giacometti. La película de Man Ray Les Mystères du Chateau du Dés se filmó en la villa. Hoy es un centro donde se celebran festivales de arquitectura, moda o diseño. 2.- Villa Santo Sospir Saint-Jean Cap-Ferrat. Siempre que se habla de la Villa Santo Sospir se dice de ella que tiene las paredes tatuadas con dibujos de Jean Cocteau. Y así es, literalmente. De hecho, es esa misma palabra la que Cocteau usó para describir su trabajo. Según parece, en 1949, durante el rodaje de la película Les enfants terribles, basada en su novela homónima, Cocteau conoció a la dueña, Francine Weisweiller que le invitaría al año siguiente a pasar allí unos días. Aburrido le preguntó a la dueña si podía pintar la cabeza de Apolo encima de la chimenea, y a partir de ahí ya no pudo parar, invadiendo toda la casa, que era hasta entonces blanca, con sus frescos. Lo hizo sin dibujos preliminares, subido en escaleras. Y cuando terminó, dos años después, ¿qué hizo? ¡Pues seguir con los techos! 3.- Villa Ephrusi de Rothschild en Saint-Jean Cap-Ferreat. Los que hayan leído el libro de Edmund de Waal, La liebre con los ojos de ámbar, una historia apasionante sobre la familia de banqueros Ephrusi, sentirán especial interés por esta villa conectada con aquella historia. Fue construida entre 1905 y 1912 por el arquitecto Jacques-Marcel Auburtin con Aaron Messiah y en colaboración con la dueña de la casa la baronesa Béatrice de Rothschild, entonces recién divorciada del banquero barón Maurice de Ephrusi. La casa de color rosa, es una construcción ecléctica y a veces disparatada, pero tiene una situación excepcional en el promontorio del istmo de Cap-Ferrat. Los jardines son magníficos, nueve diferentes cada uno  con una temática, japoné,exótico, florentino... Y el interior es un descubrimiento para quienes estén interesados en las artes decorativas, pues tiene colección de muebles y objetos de cristal, plata o porcelana delos mejores ebanistas y artesanos, fundamentalmente  de los siglos XVIII y XIX.....  
Ana Domínguez Siemnes. El Viajero. El País, viernes 20 de octubre de 2017

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