domingo, 22 de octubre de 2017

Diamantes que brillan en la noche

Al fondo el gran monasterio...
domina los recuerdos de mi infancia.
Desde niña  me despierto temprano. Un "temprano" que ha ido adentrándose  conmigo en lo que llamamos noche o mejor madrugada. Mis primeros recuerdos de ese despertar adelantado sobre el de los demás de la casa se remontan al paisaje de la infancia: la pequeña casa que mis padres habían construído para mi abuela que, como todos los mayores de mi familia, murió pronto y apenas vivió en ella. Fue nuestra mi primera casa cuando regresamos de Cataluña. Allí vivimos un tiempo, un año o tal vez dos hasta que nos mudamos a una villa tan cercana, que menos de media hora andando nos separaba. El gran monasterio, hoy sólo la iglesia se dedica al culto, que ocupa  el centro de la villa, domina los recuerdos de esta etapa. Vivíamos exactamente enfrente. Era entonce un centro de los llamados de Auxilio Social, hoy Instituto de Educación Secundaria y Formación profesional. En la casa de aldea, donde seguimos pasando los veranos hasta la muerte de mi madre, me despertaban los pasos de los vecinos, bajando por el camino de piedras y sus voces apagadas. Iban, al amanecer, a abrir los pozos para regar los campos de maíz. El silencio recuperado me devolvía el sueño. En la nueva vivienda y unos años más tarde en Orense esperaba los ruidos de la cocina que confirmaban que mi madre se había levantado, para saltar de la cama. Y cuando empecé a necesitar tiempo extra para mis estudios o para el cuidado de mi familia siempre elegí la mañana, muy de mañana. Con los años el despertar se adelanta y aunque casi siempre llego al mediodía agotada, les confieso que me encantan estas horas robadas que me deparan una suerte de doble vida entre palabras, leyendo o escribiendo.  

El diamante es una piedra preciosa, que se utiliza en joyería por su brillo y transparencia, según la definición del Diccionario de la Academia Española .  Un diamante es para mí un libro  que brilla en la noche oscura de mis horas sin sueño, que me envía su luz, su transparencia. Son escasos, es cierto. Esta semana llegó uno a mi casa. Casi siempre los reconozco por la persona que los envía: mi querido amigo V. G. Envuelto en el papel azul de la librería Mollat de Burdeos. Y esa noche lo abrí: Neverland de Timothée de Fombelle. El relato de un viaje en busca de le infancia. En particular de esos momentos en los que  vislumbramos la frontera entre los dos mundos, el territorio de la infancia y el país de lendemains/ los días que vienen después.:"Rocé con frecuencia el límite, como todos los niños, mirando a hurtadillas el país adulto- ví por ejemplo a mi madre llorar en un puente de piedra abrazada a mi abuela. No me vieron, estaba escondido en la orilla del río- pero siempre pude dar la vuelta frotandome los ojos, hacer como que no sabía nada..."  Aunque la extracción social del autor, el escenario de los recuerdos, la gran casa familiar a orillas del mar, con la presencia de los abuelos, sean muy distintos de los míos, esa búsqueda me concierne, en ella me reconocí hasta las lágrimas. De todos sus recuerdos evocados traduzco uno en relación a la lectura: "Esta vez, es la otra abuela, la que me llama Mimi-mon-ange en secreto si me reúno con ella  a los cuatro años y medio en su cama blindada de libros. Y sea la hora que sea de la noche, la luz nunca se paga bajo su puerta como si esperara a alguien. Lee toda la noche...Imposible olvidar ese trazo de luz debajo de su puerta que me hizo creer que leer , era esperar a alguien".


Hace un mes a finales de septiembre recibí de manos de mi amiga M.L.: Souvenirs de la marée basse de Chantal Thomas. Éditions Seuil, août 2017, otro diamante sobre los recuerdos de Chantal de Thomas de su infancia. Recuerdos entre dos mares. Le temps d'Arcachon /El tiempo d'Arcachon, oceánico, de su infancia y D'autres Rivages/ Otras costas, otros mares, el Mediterráneo  y el más allá del Atlántico en la edad adulta. He leído solamente la primera parte,151 pgs. Es de su madre, entonces un misterio para ella, de quien recibe su amor al agua, a nadar, a dejar flotar su cuerpo en el Bassin. Recrea el paisaje del Bassin D'Arcachon como un universo único con su dos Villas de Invierno y de Verano. El diamante ilumina ahora  la persistente presencia del lugar en el texto lo que me hace evocar un paisaje  nocturno de mi vida adulta en el que siempre pienso frente al Bassin d'Arcachon: La ría de Arosa vista desde Carril una madrugada sin sueño en la que escribí uno de mis primeros textos, hace más de 25 años. Entonce eran cartas. En una de ellas describía la belleza de ese amanecer, la ría casi cerrada,  diminutos puntos de luz en las costas que la rodean reflejándose en el casi lago, el rosa tenue del horizonte.... 

Y cómo no nombrar solo nombrar el tercer diamante que acompañó mi verano: Une Journée de Bonheur de Pascal Quignard. Arléa, París, 2017. En realidad, en el tiempo es el primero de los tres ya que lo encontré en mayo en la librería Pasajes de Madrid. Una colección de 16 textos: conferencias, artículos, algunos inéditos, una gargantilla de diamantes minúsculos de los que mi preferido es: Le nom du bonheur du jour/ El nombre de la felicidad del día. El autor nos explica el origen del nombre de ese pequeño mueble del siglo XVIII que todos identificamos con un elegante escritorio rococó y cuya finalidad es otra. En la fundación Gulbenkian de Lisboa se exponen bellísimos ejemplos de ces bonheurs du jour que son aún más bellos cuando sabemos su por qué.

Tres libros irradiando luz como los diamantes.

Carmen Glez Teixeira.

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