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Lumière! Comienza la aventura' |
Thierry Frémaux devuelve el trabajo de los hermanos que inventaron el cinematógrafo a su lugar natural, a las salas de cine. el documental"¡Lumière! Co-mienza la aventura", recupera 108 cortometrajes de 50 segundos de los 142 que rodaron. Cada uno de ellos reivindica la actualidad de una filmografía que desde el inicio fue lenguaje, testimonio, milagro y poesía. Thierry Frémaux, además de director del instituto Lumière en Lyon y director del Festival de Cannes, se ha encargado de componer un alucinado y perfecto collage de 108 cintas, cada una de 50 segundos de duración, en un único largometraje. Por la pantalla desfila el mundo y lo hace como nunca antes. El mundo se mueve en los ojos sorprendidos de un niño que corre en Vietnam o en la espasmódica,y por ello arrítmica, agitación de un soldado del ejército español que baila la jota. El universo entero se conmueve con la simple llegada de un tren a la estación de La Ciotat. Pero lo relevante, con todo, no es el invento. Lo que importa no son los ojos, sino la mirada. "Si se quiere", razona Frémaux, "la película es antes que nada un acto de amor y una obligación. El cine de los Lumière siempre ha sido ignorado. Nunca se les ha considerado más que meros inventores que básicamente copiaron y mejoraron la tecnología de sus predecesores. Nunca se les ha tenido en cuenta como cineastas. Y no es así. Ellos inventaron la puesta en escena; ellos fueron los primeros que usaron el primer plano...ellos rodaron la primera persecución de coches de la historia del cine". En efecto, de eso se trata, de rescatar el artefacto extraño que permitía que las imágenes se movieran de la simple y burocrática evidencia...
"Lo que se ahora en la película", sigue Frémaux, "se vio en los cafés entre 1896 y 1900 y nunca se ha vuelto a ver en una sala de cine. Mi idea es hacer que el trabajo de los Lumière recupere su espacio natural y encuentre de nuevo a su público; que vivan de nuevo. Tengo la sensación de que estas películas se realizaron ayer mismo. No han envejecido por la misma razón que las obras de Molière o de Mozart, tampoco lo han hecho"...
Luis Martínez. El Mundo, viernes, 20 de octubre de 2017
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