domingo, 11 de febrero de 2018

Un humanista indeciso

Albert Camus
QUERIDO ALBERT: paso todos los días por una librería de viejo y a través de sus cristales veo,cubriéndose de polvo, ese libro tuyo que tiene dos significados. Extranjero y extraño. Parece que se pone el sol amarillo sobre tu libro, que diría Miguel Hernández, y es entonces cuando me pregunto si el librero lo mantiene ahí modo de advertencia. Una advertencia que dice que nos estamos convirtiendo todos en extranjeros y extraños, o si es una señal dirigida exclusivamente a mí para que no me olvide de escribirte estas líneas de agradecimiento. Te encontré tarde y por sorpresa, como suceden algunas de las mejores cosas de la vida. Fue en una librería de Buenos Aires y el libro, aquel que lamuerte no te dejó terminar : se llamaba El primer hombre y era , en realidad, una búsqueda del primer hombre de tu vida, tu padre, al que no conociste. Yo, que a veces pienso que tampoco conocí al mío, me quedé con aquel libro para recordar que yo también debía salir a buscarlo.
Estudié periodismo y Filosofía, al terminar ésta última, decidí hacer la tesis. Me sugirieron:"Laura va a por los grandes de la filosofía. Camus no es más que un humanista que nunca se decidió por nada". Por un lado estaba Heidegger y el Dasein, las categorías kantianas. Por el otro estabas tú,  que no eras, según decían, nada en concreto. Por eso me quedé contigo, Albert.  
Te leí en un despacho acristalado mientras de fondo sonaba Bon Iver y veía la lluvia care. Años más tarde, ante un tribunal que me miraba con recelo, defendí que tu obra es un recordatorio de que hay algo inquebrantable y bello en el hombre más allá de las circunstancias . Se llama dignidad. Y  nunca he sabido como darte las gracias por eso: por enseñarme lo que es ser un hombre. Así que lo haré de la mejor manera que sé, regalándote una historia que me contaron  y que merecería estar tus Carnets.
El 19 de junio de 1936, el boxeador alemán Max Schmeling se enfrentó a Joe Louis, El bombardero de Detroit, un negro conocido como el rey de los pesos pesados. El Perro Nazi, apodo de Schmeling, derribó a Louis y dicen que al terminar, declaró: "Me siento muy orgulloso de mi raza: la aria". La historia, sin embargo, se toma a veces sus particulares revanchas y así, poco tiempo después, Schmeling volvió a Estados Unidos para enfrentarse de nuevo a Louis. No hubo pelea propiamente dicha porque Louis solo necesitó seis minutos para derribar al alemán. Ante su victoria le preguntaron a Louis ."¿Te sientes orgulloso de tu raza esta noche?", a lo que respondió:"Sí, estoy muy orgulloso de mi raza. La raza humana".
Qué poco hemos aprendido desde entonces. Porque si el mundo es hostil e inhumano, sí está lleno de dogmatismos, si la vida es pasajera, si la historia, la ciencia o lesa instituciones no avalan nada, entonces, con mayor razón las personas tenemos que apoyarnos mutuamente.
Así que gracias, Albert, de corazón. Fuiste tú quien me enseño que son más las cosas que nos unen que las que nos separan.
Con cariño, Laura
Laura Ferrero. El País Semanal, 17 de diciembre de 2017

Laura Ferrero ha publicado Qué vas a hacer con el resto de tu vida (Alfaguara)

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