sábado, 10 de febrero de 2018

Megève, territorio Rothschild

El Four Seasons Megève
La nieve, siempre y en cualquier lugar del mundo, es blanca. Lo interesante son los matices. En el caso de Megève,  los matices llevan el sello de la influyente y acaudalada familia Rothschild, a cuyo interés por el deporte blanco debe su existencia esta elitista estación de esquí francesa situada a los pies del Montblanc. Una existencia que arrancó hace casi un siglo y que esta temporada recobra protagonismo debido a la reciente apertura de uno de los hoteles de montaña más exclusivos de las últimas décadas. El Four Seasons Megève, todavía en cierto rodaje, hizo su debut el pasado 15 de diciembre y ha supuesto el desembarco del lujoso grupo hotelero canadiense en los Alpes. Con la jugada cierran un triángulo en Francia con tres vértices privilegiados: el hotel Georges V de París, el Grand Hotel du Cap-Ferrat, en Saint-Jean- Cap-Ferrat, y el Four Seasons Megève.
La lujosa cadena en manos de Bill Gates y el príncipe saudí Al-Waleed bin Talal está ahora presente en tres enclaves obligados de la geografía para sibaritas: la capital francesa, la Costa Azul y los Alpes. Y otro triángulo no menos interesante ha resultado de esta jugada: el que une el linaje financiero cargado de pedigrí con las nuevas y gigantescas fortunas salidas del petróleo y del Sillicon Valley. Antes de que nadie pudiera imaginar siquiera la existencia de un ordenador o a vehículos máquina movidos por gasolina, los Rothschild, de origen judío, ya eran inmensamente ricos e influyentes. Mientras los varones de la dinastía hacían negocios y ampliaban la fortuna, las féminas se aburrían, disfrutaban de la vida o hacían obras de caridad. En 1920, la baronesa Noémie de Rothschild decide salirse del patrón y crea una estación de esquí en los Alpes franceses, como alternativa a la estación suiza de Saint-Moritz, donde gustaba de practicar el deporte blanco. Refiere la anécdota que en la conocida estación helvética, la baronesa se encontró con Gustav Krupp, cuyas empresas habían abastecido el ejército "enemigo" durante la entonces reciente y devastadora Gran Guerra. Gran patriota, ese mismo día, la baronesa abandonó Suiza. "Crearemos un Saint-Moritz en Francia...sin prusianos", dijo, al parecer. 
Cuando uno se apellida Rothschild y tiene ese tipo de impulsos, los lleva a cabo y realiza compras inverosímiles para el resto de los mortales. Onassis compró Escorpios y Noémie de Rothschild compró una gran montaña en el corazón de los Alpes, es decir, en medio de ninguna parte. Asesorada por su monitor de esquí, Try Smith, se fijó precisamente en la tranquila villa medieval de Megève, en la Alta Saboya, debido a la suave inclinación de sus laderas. La idea de que su privilegiada alumna se despeñara, eso sí, seguramente con mucho estilo, probablemente fue algo que Smith, trató de evitar. Esa decisión probablemente marca el destino de Megève  para siempre y, en cierto modo también el de una rama de descendientes del barón Benjamin de Rothschild, involucrados personalmente desde entonces  en el desarrollo de la localidad que en aquel momento no significa nada  para casi nadie. Excepto para unos cuantos granjeros que vivían aislados buena parte del año y que no conocían París, no digamos la Costa Azul...
Vicky Vilches. Fuera de serie, 3 de febrero de 2018

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