sábado, 7 de septiembre de 2019

El castillo del rey salamandra

El Castillo de Chambord
Francisco I "es la quintaesencia del hombre del Renacimiento; sentía pasión por el arte y era lo bastante rico como para permitirse alimentar esa pasión, escribe John Julius Norwich en Cuatro príncipes, unas vidas paralelas de cuatro monarcas coetáneos que marcaron el destino de Europa: Enrique VIII, Francisco I, Carlos V y Solimán el Magnifíco. Francisco dejó huella en la cultura de Francia con dos ordenanzas que aún perduran. En 1537, instituyó el depósito legal de toda obra publicada; dos años después impuso el francés como lengua administrativa oficial, frente al latín. Siendo eso trascendente, se le recuerda más como rey constructor. Transformó 11 castillos. Primero en el Loira (Blois, Amboise), luego en la Isla de Francia (Louvre, Fontainebleau, Saint Germain en Laye) en un primer paso centralizador de una corte entonces itinerante. De todos ellos el más bello es Chambord.
Está rodeado de misterios. Empezando por su autor. No se conservan planos originales, si alguna vez los hubo. Ni se sabe quien fue su arquitecto. Entre otras razones, porque en la época no se había aún impuesto la idea italiana de un arquitecto, responsable único de un proyecto.
Algunos ven la sombra de Leonardo en esta obra colosal que tiene más de 440 habitaciones, 282 chimeneas, 77 escaleras y en cuya construcción se emplearon 220.000 toneladas de piedra. Pero cuando comenzaron las obras en 1519, Leonardo llevaba cuatro meses muerto.
Describir Chambord es sencillo. Es un rectángulo con su principal lugar habitable inscrito, el torreón. Este tiene planta de cruz griega y en su intersección se levanta la célebre escalera de doble revolución. Todo muy bello, armónico. Nada original. Pero lleno de significados místicos. 
Los manuscritos de Leonardo contienen muchas iglesias con forma de cruz griega. Un diseño que uno de sus amigos, Bramante, eligió para la Basílica de San Pedro en Roma. Este tipo de planta fue estudiada por Francesco de Giorgio Martini que regaló su tratado de arquitectura al genio de Vinci. Chambord fue, eso sí, uno de los primeros edificios civiles con planta de cruz griega.
La posición de la escalera en el centro de la planta es original y puede haber sido inspirada por Leonardo. Culmina en un tercer tramo que sobresale de la terraza del castillo, rematada en una flor de lis, el emblema de la monarquía francesa.... 
Iñaki Gil. Chambord. El Mundo, jueves 22 de agosto de 2019 

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