Robert Guédiguian |
Dejando atrás su conocida querencia por las luchas añejas de la clase obrera, Guédiguian denuncia ahora el nuevo dogma de la flexibilidad laboral en una película coral que describe una sociedad deshumanizada. Los individuos se han vuelto intercambiables. Ya no hay derechos sociales y las huelgas se han convertido en meros paripés. Los jóvenes son los peores: no dudan en enriquecerse a costa de los más débiles y tratan de perdedores a quienes han tenido peor suerte. Su máxima aspiración es convertirse en millonarios, como les aconsejo el presidente Emmanuel Macron, citado en una secuencia de la película. "No tenemos hijos porque queremos tener éxito en la vida", dice un personaje. Sus padres, hijos del 68, se han despolitizado. Ahora creen que la izquierda y la derecha son lo mismo. La actriz Ariane Ascaride, esposa y musa del director, interpreta a una mujer de la limpieza que ejerce de esquirol durante un parón sindical. Lo nunca visto en la obra de este antiguo militante del Partido Comunista Francés, cuyo cine parece ahora teñirse ahora de un pesimismo desesperado.
"En realidad hice la película porque me sacaba de quicio que todas estas cosas se den por normales, que se nos haga creer que estamos condenados a actuar de forma individualista y narcisista, a soñar solo con hacernos ricos y no con tener una seguridad sociedad universal", dijo Guédiguian en rueda de prensa...
Álex Vicente. Venecia. El País, viernes 6 de septiembre de 2019
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