jueves, 19 de septiembre de 2019

El colgajo: sobrevir a Charlie Hebdo

Philippe Lançon.   (Foto, J. Galisson/Starface)  
Philippe Lançon (Vanves, Francia; 1963) habla de recuerdos lejanos en tercera persona, como si fueran de otro. Y en su caso la consigna de Rimbaud cobra brutal literalidad, porque lo es.
Es otro desde la mañana del 7 de enero de 2015, cuando el azar quiso que el escritor, cronista y crítico literario dirigiera su bicicleta primero a la redacción de Charlie Hebdo antes que a la de Libération, sus dos lugares de trabajo, para sumarse a la habitual reunión de consejo de los viernes del semanario satírico. Todo fue como de costumbre, hasta que los fusiles kaláshnikov de los hermanos Kuachi sembraron el terror. Casualmente Lançon se disponía a cambiar de vida, había aceptado una invitación de la Universidad de Princeton (EEUU) para dar clase, ya tenía el pasaje a Nueva York, donde lo esperaba Gabriela, su novia chilena. Pero lo que cambió entonces a sus 51 años fue todo.
Eso es lo que narra Lançon en El colgajo (Anagrama ), el superviviente de la masacre de Charlie Hebdo que convierte en literatura íntima, sin ficción y de implacable belleza el infierno que pasó entonces y el de los nueve meses de hospitalización, curas y operaciones reconstructivas para reparar lo que se había llevado la bala: su mndíbula inferior y su boca. La obra, durísima y a la vez sutil, sin pizca de odio ni grandilocuencia fue publicad en Francia por Gallimard como Le Lambeau y se convirtió en el libro de 2018, con más de 300.000 ejemplares vendidos, los Premios Femina y Especial Renaudot y múltiples traducciones. 
Ese otro Philippe Lançon en un pasaje, lleno de tubos y cánulas y que sólo puede comunicarse con una pizarra, se sabe incapaz de emitir juicio, porque "el nervio que me unía a la facultad de juzgar parecía cortado, como el que me unía a la memoria". Un crítico literario y teatral que ya no puede juzgar ni criticar parece un contrasentido, pero eso es El colgajo, una valiente e íntima suspensión del juicio ante el horror. " No es el cirujano ni el fisioterapeuta ni el psicólogo ni tampoco la escritura de este libro lo que reconstruye eso, sino el tiempo", dice. "Eso es la vida, la capacidad de juzgar, burlarse, decir tonterías"...
Matías Néspolo. Barcelona.El Mundo, miércoles 4 de septiembre de 2019.

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