El arzobispo de París Michel Aupetit, tiene un pasado atípico. Nieto de abuelos anticlericales, aunque acompañaba a misa a su madre (su padre, ferroviario, no iba) no fue nunca ni boy scout ni monaguillo, ni fue a un colegio religioso. Nacido en Versailles en 1951, estudió Medicina y ejerció hasta que fue ordenado cura a los 44 años. En dos decenios ha recorrido todo el escalafón hasta que en diciembre de 2017 el Papa Francisco le nombró arzobispo de París. A las 8.30 de una mañana fría desayuna con un grupo de corresponsales extranjeros. En su residencia oficial, un palacete legado de techos altos y espejos encima de las chimeneas. Antiguo, digno, decadente. Con vistas a un jardín otoñal.
P.- ¿Cuánto costará, en tiempo y dinero, restaurar Notre Dame?
R.- Hasta junio no podemos decirlo. Estamos en la fase de diagnóstico. Las piedras fueron sometidas a temperaturas cercanas a los mil grados y rociadas de agua. Hay que saber cuántas hay que cambiar. El andamio de 500 toneladas se fundió. Se va a construir otro por encima del que se deslizaran los encargados de cortarlo a piezas. Hemos gastado ya 35 millones. La catedral será rehecha idéntica. Hay planos detallados para la restauración así que se puede rehacer. No volveremos a poner plomo.
P.-El presidente Macron propuso "un gesto contemporáneo"...
R.- ...Sobre la flecha y sólo sobre la flecha.Yo quiero entrar en la catedral para celebrar misa.
P.- ¿Está en contra de una flecha moderna?
R.- No estoy en contra de nada. Estoy a favor de que se reconstruya idéntica, pero no voy a celebrar la eucaristía bajo la flecha. Lo que me interesa es la catedral. Prestaré atención al gesto simbólico de la flecha pero no estoy apegado a la identidad exacta de lo que hizo Viollet-le-Duc en el sigloXIX. Si no es idéntico pero digno y respetuoso, no estoy a priori en contra...
Iñaki Gil. París. El Mundo, lunes 25 de noviembre de 2919
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