domingo, 8 de diciembre de 2019

Pézenas. Tras la huella de Molière, 2

El sillón de Molière (Angelini/Comedie Française)
Es hora de volver a Molière y emular sus pasos por la ciudad. Inevitable es el Musée Vulliod Saint-Germain, especializado en mobilario de época, que conserva el famoso fauteuil /sillón en el que se sentaba en casa de su amigo, el barbero Gély. Es casi idéntico al que se conserva en el foyer/ sala común de la Comédie-Française, en París y en el que se instaló durante la última representación de El enfermo imaginario, tras la que falleció. Su calle más frecuentada fue la Rue Conti que mantiene tres edificios intactos. En Le logis du Bât d'Argent vivió una parte del invierno de 1653 y 1654, antes de ser invitado por el príncipe de Conti al Château de la Grange-des-Prés, en las afueras. En el número 30 de esta calle está el Hôtel du Prince de Conti donde la troupe de Molière representaba obras para él. Y el Hôtel de Alfonce, donde el príncipe recibía tanto a diputados como a la compañía teatral para sus ensayos. Realizada en mármol de Carrara por el escultor Jean-Antoine Injalbert e inaugurada en 1897, una escultura en el cercano jardín del Square Molière inmortaliza al dramaturgo en Pézenas.
Boby Lapointe es a Pézenas lo que Georges Brassens a Sète. El parecido entre ambos cantautores es evidente . Ironía, crítica social y juegos de palabras como señas de identidad, algo que los emparenta con Molière. Lapointe nació en esta ciudad en I922. No es casualidad que L'A-Musée Boby Lapointe se encuentre en el edificio que fue de Gély, el amigo de Molière. Fue actor (trabajó con Truffaut), pero animado por Aznavour y , sobre todo, por Brassens, se dedicó a la canción. Murió en Pézenas  en 1972 y este museo evoca su vida.
Cae la tarde, Pézenas se vacía. Buen momento para coger el coche, y escuchando La Maman des Poissons, de Lapointe, ponemos rumbo al pueblo vecino de Caux, donde dos jóvenes emprendedores han abierto el restaurante de cocina tradicional Les Valseuses. El escenario ideal para cerrar el día, pero dejando para mucho después del postre aquella enseñanza de Molière:"La felicidad ininterrumpida es un aburrimiento: debe tener altibajos".
Use Lahoz. El Viajero. El País, viernes 6 de diciembre de 2019.

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