sábado, 7 de diciembre de 2019

Pézenas. Tras la huella de Molière

Decía Marcel Pagnol que Jean-Baptiste  Poquelin nació en París y Molière en Pézenas. Tenía parte de razón, pues este gran dramaturgo y actor , de nombre Jean-Baptiste pero llamado Molière, autor de obras maestras como Tartufo o El avaro, nació y murió en París (1622-1673), pero pasó mucho tiempo rodando por la Francia de entonces y halló cobijo en esta pequeña ciudad de 8.000 habitantes al sur del país, que aún le recuerda con devoción.
Mercado de Pézenas
En 1643, junto a Madeleine Béjart, Molière fundó L'Illustre Théâtre. La joven troupe intentó establecerse en París, pero dos años después el proyecto fracasó y Molière fue encarcelado por acumulación de deudas. En cuanto pisó la calle, se fue a recorrer mundo en su compañía, periplos vitales que le llevaron durante 15 años por ciudades en las que representaban tragedias de autores contemporáneos como Corneille, así como las primeras farsas de Molière a la manera de la commedia dell'arte. Como quien sabe de sobra que el mundo es muy extraño, él quiso, a través de la comedia, "corregir a los hombres entreteniéndolos".
Un sábado por la mañana no hay mejor entrada a Pézenas que su mercado, desde la plaza de Frédéric Mistral hasta la plaza du Marché des Trois Six. Tiene frutas, verduras, tapenades, flores y productos artesanales. Entre puestos y fachadas se percibe una vida ancestral de postales antiguas. Esta es una ciudad de feria, con mercado desde 1434, que lleva 600 años atrayendo a clientes fijos. "Según el dicho de un antiguo filósofo, uno debería comer para vivir y no vivir para comer", escribió Molière, y eso se pone en práctica en la pastelería Percheron (Cours Jean Jaurès, 39), donde venden el plato más clásico de Pézenas: el petit pâté, una especie de bobina de masa dorada rellena de picadillo de cordero, azúcar moreno, yema de huevo, canela y limón que se come a todas horas pues sirve de aperitivo, de postre o de desayuno. Al parecer , en 1710 el gobernador de las Indias lord Clive vino a curarse a Montpellier y se instaló cerca de Pézenas con su cocinero hindú, cuya especialidad eran estos petit pâté. Otro ilustre comercio local, Maison Alary los envía a todo el mundo.
El Café des Arts es un punto de encuentro. Y más allá de la plaza de la République es el momento de buscar el centro histórico medieval, prestando atención a los numerosos hôtels particuliers (residencias señoriales urbanas), châteaux, patios y elementos decorativos: el Hôtel Montagut, Seigneurs et Barons de Lacoste o la Maison Consulaire  de la plaza Gambetta, junto al taller de restauración Tout Ce Qui Brille...Hay que admirar la majestuosidad de un lugar en el que se combinan la ligereza italiana de algunas casas señoriales con la austeridad de la fachada  y la estupenda nave  toscana de la colegiata de Saint-Jean o el rumor del agua de fuentes como la Fontaine de Vedel....
Use Lahoz. El Viajero. El País, viernes 6  de diciembre de 2019

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