jueves, 25 de febrero de 2021

Soy extraña en mi país

Leila Slimani
 (Foto: Sergio González Valero)
No hay buena noticia que no esconda una mala. Y la buena hoy es la publicación de El país de los otros (Cabaret Voltaire), un libro de Leila Slimani para devorar sin esperar ni un minuto más. Corran a leerlo. La autora franco marroquí nos brinda una de esas historias familiares entrecruzadas que explican por qué nuestra vida es compleja y nada es blanco o negro. Esta es la historia: una joven francesa se enamora y se casa con un soldado marroquí, ambos viajan a instalarse en Meknés y a partir de ahí nos vamos enredando en las complicaciones de la vida mixta, de la diferencia, de la dificultad para conciliar el bienestar con la exclusión y el extrañamiento de un extranjero entre nacionales, de un occidental entre marroquíes, de una mujer en una cultura machista o de un marroquí en Francia. Cruces de complejidades que nos alejan da la igualdad.

Y entonces llega la mala noticia: "Aquí las cosas son así", le dice el marroquí a su esposa al imponer su voluntad en su tierra. Los sucesos arrancan en 1947, pero ocurren hoy.

La joven Mathilde es tan extraña en Meknès como lo era su marido, Amín, en Alsacia, donde combatía con el Ejército francés en la II Guerra Mundial. Aquellos ciudadanos de las colonias que lucharon por Francia forman hoy parte de la minoría musulmana que en buena parte sigue siendo extraña en su país.

 En Francia, a diferencia del mundo anglosajón partidario del modelo de la integración, la asimilación ha sido el arma del Estado en su combate por la laicidad. Otro asunto es que, como resultado, los jóvenes que no pueden exhibir velos o símbolos religiosos en colegios o lugares públicos sean además los mismos que sufren más paro, exclusión y menos representación que las que les corresponde en los medios, la educación, la política o la ciencia. Los guetos levantados de facto para musulmanes, habitantes habituales de extrarradio, han sido el germen de la desafección y del conflicto, y caldo de cultivo de una radicalización que ha desembocado en atentados islamistas. La decapitación del profesor Samuel Paty fue la última señal de alarma. Si esos musulmanes se sienten en "el país de los otros", parafraseando el título de Leila Slimani no vamos a arreglar nada. La nueva ley para controlar el islamismo radical aprobada esta semana introduce nuevos pasos en la tradición de la asimilación, que no de la integración. Sin las suficientes palancas para trabajar por la igualdad real.

Acaso el libro de Leila Slimani nos sirva para entendernos mejor.

Berna G. Harbour. El País, viernes 19 de febrero de 2021

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