viernes, 1 de diciembre de 2023

Cartier presenta en Pekín su colección de alta joyería

La Muralla China se ilumina al fondo mientras el público se sienta. Se perciba la caída de la pendiente, la bajada de las escaleras de piedra por la cresta de la montaña. La más grande construcción del mundo, que recorre el perímetro norte de la frontera China, se pierde en la oscuridad. En ese momento, en el cielo se dibuja, luminosa, una pantera, el símbolo de Cartier, la marca de joyería francesa que presentó el pasado octubre la segunda parte de su colección de alta joyería, llamada Le Voyage Recommencé, el viaje empieza de nuevo, con un desfile a los pies de la muralla seguido de una cena en la propia construcción, frente a uno de sus templos donde se celebró un espectáculo de baile tradicional que disfrutaron embajadoras de la maison como Gong Li, Song Jia, Lily Collins o Jackson Wang.

Un viaje que no cesa, ese es, de algún modo, parte del ADN de la marca. La búsqueda de Louis Cartier, gran coleccionista de objetos, artefactos y joyas fuera de sus fronteras, crearon ya en el siglo XIX una red de inspiración y de comercio con países entonces remotos, hoy tan cercanos. En el edificio Jun Wang Fu, una antigua residencia de la dinastía Qing, con jardines y estanque construida hace cuatrocientos años. Pierre Rainero, director de patrimonio de Cartier, apunta un nombre en un papel: Jules Glaenzer. En 1908 este empleado de Cartier viajó a Asia para vender joyas de la maison. Visitó Japón, Hong Kong, Singapur y China, por supuesto. Los detalles de su viaje se conservan en los archivos. "En un principio no se guardó como algo romántico, era pura contabilidad", explica Rainero. Ahora esos diarios de viaje ilustran la esencia de una casa de joyería "con un interés especial en términos de diseño de recoger inspiración de distintas culturas por dos razones: la obsesión de Louis Cartier por explorar nuevas formas y porque siendo una casa de joyería tenemos una dimensión específica en términos de creación artística, que es la simbólica. Las joyas están muy cerca y muy unidas a la persona que las lleva. Incluso su origen fue simbólico". Reflejar el lugar que se ocupa en la jerarquía, celebrar uniones, mostrar poder  o identificar relaciones de parentesco son algunas de las funciones ancestrales de la joyería, que no han cambiado tanto. Y qué país más simbólico que China "hasta el lenguaje está compuesto de símbolos", dice Rainero.

Los años veinte y treinta fueron en los que la influencia china en las joyas de Cartier se aprecia más y siempre siguió ahí, aunque sin mencionarlo explícitamente, como explica Rainero. "Las formas geométricas que son tan importantes en Cartier, pero no solo eso, la mezcla de colores. China tiene una tradición muy rica en la la asociación de colores. En esta colección se puede ver negro y rojo; o negro, rojo y verde y muchos otros efectos visuales que vienen de la cultura china". El dragón, por ejemplo, con un significado opuesto al que tiene en Europa, aparece en piezas con su mística china de animal protector. Porque en el fondo, no hay tantas diferencias en la joyería que se usa en China y en Occidente.

En lo que sí hay matices es en el tipo de joyas que utilizan . No necesariamente diamantes, por ejemplo, que son bastante del gusto occidental, pero tienen una sensibilidad especial para las piedras de colores y otros materiales como el jade...  Porque al contrario que en otras casas de joyería, en Cartier se comienza a trabajar a partir de la piedra. Es más, no logran comprender cómo se podría hacer al contrario, por qué alguien habría de tener interés en supeditar la piedra, que es la rareza, que es el accidente milagroso y el regalo de la tierra, a un diseño. En esto también coinciden las dos culturas, en la mística de la piedra.

Sofía Ruíz de Velasco. Smoda. El País, 18 de noviembre de 2023.

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