Napoleón, película de Abel Gance de 1927 |
Con motivo de la película de Ridley Scott, el historiador británico, Antony Beevor, analiza la corriente de pensamiento que considera que un personaje puede cambiar el curso de la historia. La posibilidad de estudiar el poder y la ambición ha hecho que Napoleón -el gran hombre ideal de la historia-haya fascinado a muchos directores, empezando por Abel Gance, cuya película de 1927 es, para muchos, la mejor obra cinematográfica de todos los tiempos. Sin embargo, hoy en día, hay una gran marea académica en contra de la Teoría del gran hombre de la Historia, por lo que es difícil encontrar historiadores dispuestos a defender ese tipo de relato heroico.
El meteórico ascenso de Napoleón hasta dominar la mayor parte de Europa lo convirtió en el arquetipo de la teoría del gran hombre, una corriente de pensamiento de gran éxito durante el siglo XIX que consideraba que la historia estaba determinada sobre todo por los grandes personajes . Thomas Carlyle llegó a afirmar que "la historia del mundo no es más que la biografía de los grandes hombres" .
Después de morir Napoleón, en 1821, muchos le aclamaron como aun héroe. Le consideraban como un liberal y modernizador; en una época en que imperaba la Santa Alianza, profundamente reaccionaria entre Rusia, Prusia y Austria. En Francia, para muchos era un santo laico. Otros no estaban tan convencidos y pensaban que era un tirano y megalómano que había causado desgracias en toda Europa. León Tolstoi que después sería su crítico más feroz, se indignó cuando, en su visita a Los Inválidos -donde está sepultado Napoleón- vio que entre las victorias grabadas en sarcófago figuraba Borodino como una victoria francesa, cuando en realidad fue la batalla que hirió de muerte a su Grande Armée. Seguramente esta experiencia inspiró a Tolstoi el memorable principio que en Guerra y paz (escrita en 1869) denominó la "ley de la coincidencia causal": la acumulación de factores que acabaron empujando a Napoleón a la fatídica decisión de invadir Rusia. Según Tolstoi, incluso un rey era "esclavo de la historia". A principios del siglo XX, Sigmund Freud se atrevió a más y dio la vuelta a la idea de Carlyle con su intento de estudiar la frecuente necesidad humana de buscar la salvación en un hombre fuerte. Según Freud, la propia idea de un gran hombre era, en definitiva, la expresión de una gran añoranza por una figura paterna.
A lo largo de los siglos, el debate se ha convertido con frecuencia en una argumentación circular: ¿son los grandes lideres quienes provocan los acontecimientos o los acontecimientos los que crean la oportunidad de que surja un líder? Desde luego, la confusión, la incertidumbre e incluso la apatía en medio del caos dan una enorme ventaja a una persona tenaz y decidida, ya sea Napoleón después de la Revolución Francesa o Lenin tras la Revolución Rusa de febrero de 1917. Los dos se hicieron con el poder durante un interregno, que Alexander Herzen denominó "la viuda encinta", el periodo posterior al derrocamiento de un antiguo régimen y anterior a que nazca su sucesor.
Muchas de las grandes catástrofes de la historia se deben a medidas y decisiones individuales... Con demasiada frecuencia, los llamados grandes hombres han arrastrado a sus naciones a conflictos catastróficos, en general por sus propias obsesiones y su egoísmo, Adolfo Hitler es uno de los ejemplos más claros...
Pero la mejor forma de poner a prueba la teoría del gran hombre consiste seguramente en hacerse preguntas contractuales. ¿Cómo habría sido Europa si Napoleón? No podemos saberlo. Las consecuencias, incluso las no intencionadas son infinitas. No hay más que ver que la humillación que sufrió Prusia a manos de Napoleón contribuyó a acelerar su posterior ascenso y desembocó en la unificación alemana...
No obstante, ni siquiera en este mundo globalizado puede descartarse por completo la teoría del gran hombre. No hay más que observar las autocracias contemporáneas : la obsesión de Vladimir Putin por reconstruir el Imperio ruso y la del presidente Xi Jinping con Taiwán y la reparación del orgullo chino después de las humillaciones infligidas por Occidente en el pasado.
Antony Beevor. El País, domingo 19 de noviembre de 2023.
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