El ensayista lo que busca es liberar conceptos. Algo que hace con una variada obra en la que analiza desde el mundo del arte a través de Jeff Koons (Pornografía de lo contemporáneo, de la editorial Isla Desierta, 2021), el estado anestesiado de una sociedad sumisa al poder establecido (Narco-capitalismo, Reservoir Books, 2021) o sobre qué es lo que nos ata como sujetos en Magia. Una metafísica del vínculo social (Herder, 2023), su último libro publicado en español. El pasado 18 de octubre dio en el Ateneo de Barcelona la conferencia ¿Qué pasaría si el derecho fuera la última manifestación de la magia en un mundo que creía poder prescindir de ella?
P.- La guerra de Israel y Hamás ha vuelto a plantear el derecho sobre el derecho a defenderse, el respeto al derecho internacional, los límites de cada derecho. ¿Es posible tomar partido?
R.- Desde el momento en que las cosas se construyen sobre la exclusión, o lo uno o lo otro, es imposible reconstruir. Lo único posible es crear una espiral creciente de agresividad. Era claramente la idea de Hamas, que lo que ha hecho ha sido agitar un trapo rojo ante el Gobierno de extrema derecha israelí y conseguir este resultado para justificar sus propios actos. Tomar partido por uno u otro es participar de esa situación. Lo que nos queda es reflexionar. ¿Qué pudo pasar por la cabeza de un buen número de Estados europeos tras la Segunda Guerra Mundial? Se dijeron algo así como, vale, nos sentimos culpables hacia los judíos y les vamos a dar un trozo del desierto, así desparecen y nos dejan en paz. Y lo hacen considerando la region de Oriente Próximo como un terreno insignificante, pese que ahí hay otras personas. Hoy, 75 años más tarde, ese tipo de pensamiento mágico y gratuito, abstracto y colonial de algunos Estados europeos sigue teniendo efectos en la gente que vive allí.
P.- ¿Puede ser que los valores con los que se reconstruyó el mundo tras la Segunda Guerra Mundial y que llevaron a la creación de organismos como la ONU ya no sirvan?
R.- No funcionan ya, o puede que nunca lo hayan hecho, pero antes existía un sistema institucional y político que hacía que aguantara. En todo caso, no nos lo planteábamos demasiado. No sé si estamos en un nuevo momento, pero sí estamos en un mundo que reclama nuevos instrumentos para intentar comprender. Hay que recomenzar de cero. Vivimos en un momento angustiante, inquietante y violento, pero debería aumentar la imaginación. Tenemos la oportunidad de diseñar nuestros equipamientos intelectuales y políticos de una forma radical.
P.- ¿Y cómo sería ese nuevo diseño? ¿No deberíamos tener en cuenta a las otras regiones y potencias ignoradas antaño?
R.- El mundo no es el de hace medio siglo, La discusión está en la cuestión de las independencias y las dependencias. La historia europea se inscribe en un discurso de filosofía política que es el de la independencia: la independencia de los individuos, de las naciones, de las comunidades... De lo que nos hemos percatado ahora con el retorno masivo de los países del sur global, China, etcétera, con la crisis rusa o las cuestiones del gas, es que la independencia no existe y que la idea que podemos ser una nación o una cultura independiente que evoluciona libremente, es una completa ilusión. Tenemos que nutrir lo que nos mantiene con vida, nuestras dependencias. Hay que elegir las dependencias que nos hacen mejores o que mejoran nuestra vida...
Silvia Ayuso. El País. Ideas, domingo 12 de noviembre de 2022.
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