martes, 9 de enero de 2024

Mark Rothko, buscar la luz

Es una de las citas del año. La exposición de la Fundación Louis Vuitton de París recorre la carrera al completo del pintor abstracto a través de una selección de más de cien obras. De la figuración expresionista de sus comienzos a su paleta final en negro, una representación del Rothko total hasta el 2 de abril. Estamos ante un gran acontecimiento: un itinerario, profundo y preciso, a lo largo de la compleja y sugestiva trayectoria de una de las figuras más relevantes de la no figuración artística, Mark Rothko (1903-1970).

Distribuidas en 11 secciones o galerías, situadas en los diversos niveles y pisos del edificio, se han reunido unas 115 pinturas, la mayoría de grandes formatos, desde sus inicios en los años treinta hasta el final de su vida en los años sesenta. El montaje tiene un enfoque cronológico que permite apreciar, a través de las distintas fases y temáticas, la síntesis poética y conceptual que en todo momento constituyó el núcleo de la búsqueda artística de Rothko.

Sus inicios en los años treinta, nos permiten descubrir en el origen un planteamiento figurativo de carácter expresionista. Al entrar en la sala, llama inmediatamente la atención el único retrato autorizado de Rothko, realizado en 1936. Lo mismo ocurre con las escenas del metro en figuras alargadas, como las de las columnas a las que están unidas, o sentadas. Y encontramos también dos desnudos femeninos en interiores, uno de pie y otro sentado, realizados entre 1938 y 1939.

En los años finales de la década de los treinta, decide abandonar la representación de la figura humana para mutilarla, según el propio Rothko indicaría en uno de sus escritos. En esa fase se dedica a escribir un texto teórico sobre la pintura, que tras su muerte sería titulado The Artist's Reality (La realidad del artista). En los comienzos de los cuarenta retorna a la pintura, junto a sus amigos Adolph Gottlieb y Barnett Newman, con obras en contacto con el surrealismo que muestran estructuras biomórficas.

A finales de 1946, Rothko se sitúa plenamente en la no figuración, que será la característica permanente de su trayectoria hasta el final de sus días. Las etiquetas suelen situar ahí el comienzo de la abstracción en Rothko con la serie Multiforms (Multiformes, 1946-1948), pinturas que integran planos rectangulares de color superpuestos dinámicamente, y que ciertamente marcan lo que será su estilo definitivo.

Creo muy oportuno señalar lo que recogió Sophie Tracy en el escrito que forma parte del homenaje  a Rothko publicado en 1976. Cuando ante uno de sus cuadros ella preguntó: "¿Es esto el arte abstracto?", Rothko respondió: "Mi arte no es abstracto, vive y respira". Y en otra publicación, de 1973, se recoge otra indicación de Rothko de gran interés: "Yo me convertí en pintor porque quería elevar la pintura al mismo nivel de intensidad que la música y la poesía"...

José Jiménez. El Cultural, 29-12-2023.

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