Esta es la historia de una ideología que vino para quedarse. Los ataques recientes en Francia y Bélgica han demostrado que el yihadismo no ha desaparecido en Europa, aunque sea de menos intensidad que la década pasada. Mientras escuchamos a Micheron en la sede de la editorial Gallimard, se evidencia que hay otra historia detrás, y acaso más importante: la del futuro de las democracias.
P.- Explica usted en el libro que el yihadismo europeo ha pasado por fases de marea alta, con grandes atentados y periodos de repliegue o marea baja. ¿Nos encontramos en una marea baja?
R.- Sí. En la marea baja. El yihadismo se construye en silencio y gradualmente, y con métodos que son los mismos en España, Dinamarca o Francia. Yo lo llamo "las máquinas de predicación". La cuna del yihadismo es la guerra de Afganistán en los años ochenta tras la invasión de la URSS. En realidad estaban en Peshawar, en la frontera de Pakistán. Montaron institutos para adoctrinar, con seminarios, cursos. Apareció en la retaguardia del frente afgano y bajo forma de una matriz intelectual, no solo guerrera.
P.- ¿Qué ocurre entonces?
R.- El modelo de Peshawar se traslada directamente a las ciudades de Europa en las que se implantarán los veteranos de la yihad afganos, argelinos y bosnios. Ahí montan institutos y seminarios, asociaciones, librerías islámicas, controlan mezquitas... Cuando tras el 11S, estos veteranos tienen que huir, han formado a individuos que pueden seguir con el trabajo de predicación. La perennidad de las máquinas de predicación explica que se haya pasado de unas decenas de yihadistas en los noventa a 6.000, 20 años más tarde en Europa.
P.- Da la impresión, sin embargo, de que se acabó la época de los grandes atentados. Los autores son solitarios y no hay el mismo riesgo.
R.- Es un error evaluar el riesgo del yihadismo según el riesgo del terrorismo. El yihadismo es una ideología, el terrorismo, un medio. Si los yihadistas pueden hacer avanzar su agenda si atentados, no los harán.
P.- ¿Qué es lo que no vemos mientras no hay grandes atentados?
R.- Daesh integró a las mujeres, cuyo papel no es combatir o perpetrar atentados, sino transmitir las ideas, educar a los más jóvenes y reclutar a otras mujeres. Se trata de perennizar el yihadismo durante generaciones. La figura del yihadista de la marea baja es la mujer. Hemos pasado de un yihadismo de células terroristas a un yihadismo de célula familiar. Es otra lógica. Aparece la cuestión de la educación, muy destacado en Francia. El sistema de educación nacional francés, que históricamente ha construido ciudadanos y republicanos, se ve designado por yihadistas y salafistas como el templo de los infieles.
P.- Pero, pese a los atentados con cuchillo en Francia, algunos contra escuelas, y las reivindicaciones de sus autores, hay un abismo en su programa y lo que logran.
R.- El problema del yihadismo no es que haga realidad su proyecto. Daesh se hizo con un territorio tan grande como Gran Bretaña, con seis millones de sirios e iraquíes, y lo controlaron durante casi tres años. Terminó con una insurrección en contra de sirios e iraquíes y con su Estado Mayor matándose entre ellos. El problema es que entretanto hubo una campaña de atentados por todo el mundo y sobre todo en Europa, y que intentan enfrentar a la gente con una narrativa de guerras de civilizaciones y de confesiones. Esto, en el marco de las democracias europeas, provoca desperfectos. En el mismo periodo, vemos como evoluciona la extrema derecha...
Marc Bassets. Ideas. El País, domingo 17 de diciembre de 2023.
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