Françoise Hardy en 1968. AP |
Yo tendría diez u once cuando la oí por primera vez, y hasta hoy. La adoré, como todos y la admiré aún más por su libro de memorias Le désespoir des singes, el relato sutil, abrasivo, de un dolor antiguo, el de su madre (era hija natural), su malvada abuela y el patito feo, ella, nacido en el barrio de Johnnie Halliday y Jacques Dutronc, los guapos de la Generación yé-yé.
Allí conoció a sus grandes amigas Sheila y Sylvie Vartan, También a Richard Anthony, Eddy Mitchell, y todos los que Flipacchi reunía para la cámara de Jean Marie Périer, primer amor y verdadero creador de su imagen, en Salut les copains. Allí, Claude François, Adamo, Dalida y tantos otros jóvenes, guapos, pobres y, por lo general, apolíticos o de derecha liberal. Si tu vida es dura, odias la caricia en el lomo y la paguita. Quieres luchar y triunfar.
Aznavour escribió Retiens la nuit para un Johnny Halliday con 19 años y Serge Gainsbourg abandonado por Brigitte Bardot, hizo para ella Comment te dire adieu?. Jeanne Birkin, que lo curó de Bardot y admiraba a Françoise, terminaba con ella sus conciertos: "Sous aucun pretexte, je ne veux/ avoir de reflexes malheureux/ il faut que tu m'expliques un peu mieux/ comment te dire adieu".
¿Adiós a Françoise Hardy? Ha dedicado su vida -no le gustaba actuar, prefería grabar- a cantar como nadie el dolor de amar y el paso del tiempo. Como Dutronc en Puis que vous partez en voyage; con Iggy Pop en I'll be seeing you, y en Personne d'autre, You're my home y Le large. Pero su favorita es Que reste-t-il de nos amours, de Charles Trenet. "Que reste-t-il de nos amours/ Que reste-il-de ces beaux jours?/ Une photo/vieille photo,/de ma jeunesse". De aquellos amores, de aquellos días, nos quedará siempre la imagen de Françoise Hardy. Imposible decirle adiós.
Federico Jiménez Losantos. El Mundo. Premiun. Domingo 4 de febrero de 2024.
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