Un libro, titulado, Olvidar a Camus y escrito por el profesor de la Universidad de Carolina del Norte Olivier Gloag, reabre la herida. El texto retrata a Camus como un escritor colonialista -y machista, entre otros pecados-, alejado de la imagen de santo laico e irreprochable icono humanista. "No se trata de juzgar a Camus, sino de enriquecer la lectura", sostiene Gloag desde Estados Unidos. "Hay que seguir leyéndolo, pero sin ver en él un personaje de cuento de hadas".
A los camusianos no les ha gustado Olvidar a Camus. Acusan a Gloag de "deshonestidad intelectual", de "derribar estatuas", de "cancelar" al estilo de la izquierda americana, como se ha leído en Le Figaro. También de rehacer los procesos estalinistas de los años cincuenta".
Lo fascinante es cómo la disputa que sucedió hace tanto -la ruptura entre dos amigos que resultaban ser los intelectuales más famosos de la época- no ha terminado. A Sartre, autor de La náusea y El ser y la nada, se le lee menos y se considera que se equivocó estrepitosamente en algunos de sus compromisos políticos. Camus, autor del El extranjero, es un superventas, se le lee en la escuela y políticos de todos los colores invocan su memoria.
Como escribió Mario Vargas Llosa en 1981, "aquella polémica es aún actual", pues cada mañana la reactualizan los diarios, con su ración de estragos, y los dilemas políticos y morales en que nos sumen". Han pasado cuatro décadas, y, aunque Camus haya ganado la batalla de la posteridad, la polémica sigue abierta.
"Yo intento salir de una posición afectiva: no se trata de saber si a uno le gusta o no Camus", dice Gloag. "Si hay una crítica es a su recepción. En los últimos 30 años, ha habido una especie de idolatría". Es casi sagrado en Francia, como se ha visto con las reacciones a mi libro". Lo que persigue, en las 141 páginas de Olvidar a Camus (publicado en francés por La fabrique y sin traducción española), es desacralizarlo.
No, sostiene el autor: Camus de ascendencia francesa y española y nacido en la Argelia colonial, en una familia pobre, no era anticolonialista. En El extranjero, ficción narrada por un francés que mata a un árabe anónimo en una playa argelina, "todo (...) parece de facto, negar el estatuto de ser humanos a los argelinos". Camus, sentencia es "el último escritor colonial".
La peste, la otra gran novela de Camus, narra una epidemia en la ciudad argelina de Orán. Se ha interpretado como una alegoría de la ocupación nazi de Francia. No es así, según Gloag: "Propongo una lectura distinta. La peste no es Alemania ni los alemanes, es la resistencia del pueblo argelino a la ocupación francesa, fenómeno intermitente pero ineluctable, que se asimila a una enfermedad mortal desde el punto de vista de los colonos".
Y así procede el autor, con una lectura inquisitiva e implacable de la obra y la biografía de Camus, Desde la resistencia al nazismo hasta el compromiso contra la pena de muerte, pasando por la ruptura con Sartre, su relación con la actriz María Casares y las mujeres en general, y sus reparos ante la independencia del país donde nació y al que se sentía profundamente apegado.
"Leyendo sus propias palabras, sus obras y sus cartas", escribe Gloag, "se descubren la múltiples facetas del personaje, que desmienten la imagen mítica que se ha edificado del bello novelista, recto, solitario, solidario, atormentado pero justo". "El título Olvidar a Camus, explica a El País, no significa que esté olvidado, ni que haya que olvidarlo. Al contrario. Lo que hay que olvidar es el Camus tal como se nos ha presentado", dice...
Marc Bassets. París-El País, lunes 29 de enero de 2024.
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