En el taller de Miquel Barceló, Paris 1985.
Jean Marie quería ser escritor. Nada. Cineasta. Tampoco. "Soy un escritor y un cineasta frustrado". Puede que pintor. Imposible. No se sabe qué nos perdimos pero sí que descartadas tales opciones artísticas, y tras haber entrado un día de hace 45 años en el estudio de Joan Miró en Mallorca, algo hizo clic en su cabeza. Sería definitivamente fotógrafo profesional (ya llevaba algunos años haciendo pinitos, con grandes reportajes sobre los disturbios de Mayo del 68 y la post-Revolución de los Claveles portuguesa) y, además, pondría en marcha lo que hoy es toda una historia del arte moderno, una historia en imágenes escrita en los estudios de los pintores y los escultores. O dicho de otro modo: el ojo que acecha al artista.
Así que, durante lustros y más lustros, este todoterreno gráfico, lo mismo reportero del diario comunista L'Humanité que colaborador en lujosas revistas de viajes, nacido en Francia de padre andaluz y madre catalana exiliados tras la victoria franquista, convenció a los más grandes para hacerse un hueco entre sus caballetes, sus pinceles, sus atavíos plagados de manchurrones. De Miró a Plensa y de Saura a Sicilia, pasando por Tapies, Palazuelo, Apel.les.Fenosa, Clavé, Campano, Chillida, Broto, García Sevilla o Esther Ferrer, fue componiendo un fresco gigantesco de la actividad creadora en el arte español del último medio siglo. Eso por no hablar del panorama internacional y los maestros del expresionismo y el pop de los estadounidenses y de estrella hipercotizadas. Pero nada comparable a su relación con Miquel Barceló.
Jean Marie del Moral (Montoire-sur-le Loir, 71 años) empezó a fotografiar al artista mallorquín en 1985. Había conseguido su teléfono gracias al pintor Ángel Campano. Convenció a Barceló de que le permitiera acudir a su estudio de la avenida de Breteuil en París. Se trataba de un piso desvencijado en el que el artista -entonces ya una estrella de 28 años que había triunfado en la Documenta de Kassel y había sido ungido por el dedo protector del galerista Bruno Bischofberger- ultimaba las pinturas de su primera exposición estadounidense, para la galería Leo Castelli de Nueva York. Barceló aceptó a regañadientes ser inmortalizado mientras pintaba y mientras retumbaba en el estudio la música de Jimi Hendrix a todo trapo. (...)
Así que a partir de aquel primer encuentro, en París y en Angers, en Artá, en Villafranca y en Farrutx, en Palermo y en Ségou o Gao (Malí), en Barcelona y en Lanzarote..., se forjó una relación profesional y amistosa que dura ya cuatro décadas. Es una relación de complicidad, silencio y palabra que cobrará cuerpo a través de 23 fotografías de gran formato en el stand de El País en la feria de arte contemporáneo Arco Madrid entre el 6 y el 10 de marzo. Posados, escorzos, miradas, dudas, complicidades, escepticismos, color, blanco y negro, figuración, abstracción, interiores, paisajes... todo cabe en la Nikon del fotógrafo, aplicado en la composición de una biografía no al uso...
Borja Hermoso. El País Semanal. Domingo 25 de febrero de 2024.
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