viernes, 2 de febrero de 2024

Cincuenta sombras de gris

Thom Browne en su su atelier de Paris.
Philippe Quaisse (PASCOANDCO)

La Avenida Montaigne  de París es una de las calles del lujo más famosas del mundo. Entre imponentes salones históricos de casas de alta costura y enormes boutiques exclusivas con decenas de turistas haciendo cola en la puerta, hay un edificio de oficinas de cemento gris; anodino, si no fuera porque es un elemento discordante en la arquitectura de la zona. En la segunda planta está el atelier de Tom Browne, un espacio diáfano, más parecido a una oficina que al estudio de un diseñador, y que también funciona como tienda bajo cita previa. Por supuesto, ni el espacio ni la decoración están elegidos al azar. Son los días posteriores al primer desfile de Browne durante la muy exclusiva Semana de la Alta Costura parisiense (es el primer diseñador norteamericano en presentar su colección dentro de este elitista calendario en los últimos 50 años) y varias personas de su equipo están ultimando los detalles de las piezas para las citas con los compradores. Todos son jóvenes y todos visten lo que Browne llama "uniforme": trajes de chaqueta grises con shorts, faldas tableadas o pantalones pesqueros sobre camisas blancas ajustadas. "Hay que ser coherente siempre con lo que uno crea, ser fiel a una visión. Yo creo que esta es la clave del éxito", comenta el diseñador. Hace 20 años que creó su marca, y nunca se le ha visto sin su "uniforme", ni a él ni a su entorno. Eso le ha permitido ser uno de los pocos creativos cuyo trabajo resulta reconocible al instante; da igual si lo llevan hombres o mujeres, si son complicados vestidos o sencillos trajes de chaqueta. Todo el mundo sabe que esa ropa lleva su firma.

No fue tan sencillo al principio. Hace dos décadas, la moda masculina empezaba a despertar coqueteando con la ropa deportiva de lujo. Heidi Slimane triunfaba en Dior Hombre con esos diseños de trajes ajustados que remitían directamente a las estrellas del rock de los setenta y Browne, ajeno a la tendencia del momento, comenzó a diseñar trajes grises, aparentemente anodinos, sino fuera porque parecían encogidos. Aquel uniforme, que expresaba y sigue expresando una curiosa mezcla entre disciplina e ironía, era el resultado visual de su rigurosa educación en un colegio católico de Pensilvania, sus años como nadador de alto nivel (las tres rayas de su logo son una traslación de las cintas de las medallas) y de su paso creativo por el Club Mónaco, marca histórica del estilo Ivy League que en su día perteneció a Ralph Lauren. Fue él quien confió en Browne, que no tenía formación académica en moda, dándole un puesto en el equipo de diseño tras haber trabajado en sus tiendas (...)

La historia lo es todo para Browne. Lo era mucho antes de crear la marca, cuando el mismo rebuscaba en las tiendas vintage para vestirse (por supuesto, siempre de uniforme) con un estilo diferente al resto. Lo ha sido durante todos estos años, con desfiles que han tenido como escenario piscinas, estaciones de tren y, por supuesto, oficinas. O cuando lanzó su línea femenina, en 2013, igualmente reconocible pero infinitamente  más teatral que la masculina.  "Y seguirá siendo así. No solo porque es lo que el público espera de mí, también porque no sé hacer las cosas de otra forma. Solo puedo idear las colecciones si imagino historias", confiesa. Para muestra, su último desfile, el primero en el ámbito de la alta costura. En la ópera de París y ante la "atenta mirada" de 1.000 maniquíes de cartón vestidos de gris y sentados entre el público la supermodelo Alek Wek protagonizaba una especie de performance en la que veía pasar su propia vida, en principio anodina, hasta darse cuenta de que dentro de aquella biografía monocromática existía cierta valentía. Por supuesto, sonaron  Fade to Grey o Station to Station en homenaje a Bowie, su principal valedor. "Todo tenía que ser gris porque es mi historia", dice, "pero también quería que fuera una demostración de lo que se puede llegar a conseguir utilizando el traje como base creativa", comenta sobre esos dramáticos diseños creados artesanalmente...

Leticia García. El País Semanal, 20-1-2024.

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